México D.F.-En charla impartida en la Fonoteca Nacional del Conaculta, la compositora e intérprete estadounidense recordó la relación laboral que mantuvo con el compositor y filósofo
John Cage fue influenciado por el arte visual y la poesía de manera fuerte, ciertas personas lo consideran un filósofo por su actitud ante la música, el sonido y su forma de ser en el mundo. Amaba más ir a conciertos que realizar grabaciones porque un concierto era diferente a otro, compartió la artista neoyorkina Joan La Barbara, en su charla “Más que un mentor: el efecto duradero de John Cage en mis inquietudes musicales”.
En la plática realizada la tarde de este lunes 22 de octubre en la sala Murray Schafer de la Fonoteca Nacional del Conaculta, la compositora, quien colaboró con John Cage de 1975 a 1992, compartió con los asistentes anécdotas, su primer encuentro con el autor de 4’33’’, su forma de trabajo y algunas de las partituras realizadas por artista.
El director del recinto, Álvaro Hegewisch, destacó la importancia de que la Fonoteca abra espacios para creadores que han tenido una tarea fundamental en lo que es la creación de música experimental: “En el caso de Joan, es el uso de la voz en término creativo como una posibilidad de expresión escénica”.
Joan La Barbara, quien ha desarrollado un catálogo de tratamientos y técnicas sonoras centradas en la voz humana, comentó que conoció a Cage a inicio de la década de 1970 y lo describió como un artista muy especifico con ideas claras respecto a lo que pretendía realizar. “Él usaba operaciones de azar para colocar a la orquesta, no lo hacía de manera normal, los pianos estaban a un lado y los demás instrumentos se colocaban según dichas operaciones”.
Ella comenzó a componer de manera improvisada, trabajando con un número limitado de instrumentos, concentrándose en el instrumento vocal.
“Un día en el centro de Nueva York me encontré con Cage, le dije lo que estaba haciendo y que me gustaría que lo escuchara. Se trataba del performance Una voz, una nota e investigación interna, en la que se usaban diferentes áreas de la cara y se hacía multifonía, consistía en cantar a dos tonos al mismo tiempo con una misma vocalización. Tras escucharme me dijo que fue maravilloso y que quería trabajar conmigo”, apuntó La Barbara.
Agregó que desde un principio el instrumentista se volvió su maestro, su confidente, a quien se dirigía cuando tenía preguntas sobre la música, pero también sobre la vida. “Cuando yo preguntaba él respondía con otra pregunta, me hacía ver que siempre tenía la respuesta dentro de mí, siempre contestaba, nunca se daba la vuelta, y si no tenía la respuesta, la escribía, lo que también se volvió como en instrucciones para el propio Cage”.
Al referirse a la composición 4’33”, una de las obras más conocidas de Cage, explicó que la intención con dicha pieza era enmarcar un tiempo específico, ya que para él cualquier sonido que se escuchara en ese tiempo era música.
“Para mí y cualquier persona influida por Cage, se tiene la idea de que cualquier sonido es música: en ese sonido que escuchamos en el ambiente, en el aire acondicionado, en la caída del agua o el crujir del papel está la música. Cualquier sonido puede ser concebido en la paleta musical para componer música, por ello Cage ha sido tal vez uno de los compositores más mal entendidos y sigue siéndolo”, afirmó.
En el transcurso de la charla presentada por José Wolffer, en la que se mostraron ejemplos gráficos de algunas partituras de Cage, La Barbara apuntó que el artista fallecido en 1992 fue un lector voraz que escribió muchos textos y buscó un uso más natural de la voz: “Si él estuviera vivo, ahora estaría promoviendo actividades y mantendría posturas anárquicas”.