San Cucao.- Gustavo Izquierdo presentó este jueves al pregonero de la fiesta gastoromica en torno al desarme celebrada en Casa Carlos, 'Pocholo', un "Llanerense de pro, inquieto y participando en todas las iniciativas que se desarrollen en su pueblín."
"Recuerdo cuando siendo un chavalín íbamos a comer el Desarme a La Campana o Los Gonzalez en la calle San Bernabé, era ya una Fiesta Gastronómica importantísima que con el paso del tiempo traspasó los muros del nuestro Oviedin del alma, para convertirse en la representación máxima de toda la gastronomía asturiana.
Este año por fin la asociación de Hostelería de Asturias ha llegado a un convenio con el Ayuntamiento de Oviedo, para hacer una campaña de promoción gastronómico-turística, a nivel nacional, de nuestra región, obligados por la enorme repercusión y aceptación que el Desarme está teniendo.
La Fabada, El Pote y la Menestra son los reyes de los platos de cuchara durante prácticamente todo el año, hasta que únicamente a mediados de Octubre llega el Desarme y los Garbanzos con Bacalao y espinacas, se imponen sobre todos, pero cual Guadiana, desaparecen hasta el próximo año y es prácticamente imposible encontrados en una Carta de cualquier Restaurante durante el resto del año.
Dice una de las tradiciones orales, que el desarme se produjo en tierras de Llanera y por eso, para no quitar ningún protagonismo a Oviedo, hoy celebramos aquí, LOS DESARMADOS.
Para explicarnos esto, contamos con Jose Manuel García Suarez.Pocholo
Llanerense de pro, inquieto y participando en todas las iniciativas que se desarrollen en su pueblín.
En el año 1988 crea "MERCAPEL" empresa dedicada a la distribución de productos de papelería y de Regalo informal, contando con la inestimable ayuda de su esposa e hijos.
En la actualidad la plantilla asciende a 20 trabajadores y su actividad se desarrolla en Asturias, León y las 4 provincias gallegas."
EL PREGÓN
Me tomo el atrevimiento de presentarme: me llamo José Manuel García Suárez, para los que me conocen “Pocholo”. Nací precisamente en este pueblo de Guyame donde nos encontramos, justo 100 años después de una de las tres fechas posibles que la tradición asigna al origen de la fiesta que nos ha reunido hoy: el “DESARME” . Quiero agradecer al Sr. Gustavo González, impulsor de esta jornada y al Sr. Javier Menéndez, propietario del Restaurante “CASA CARLOS”, la confianza depositada en mi persona para ejecutar este pregón gastronómico, antesala de una celebración EXCLUSIVA en su origen, en su formato y no menos en su crecimiento.
Y es que la importancia que ha adquirido este hecho gastronómico no es cosa que se pueda obviar sin más. Si nos fijamos en la localización de los lugares donde se publicita “HAY DESARME”, desde el centro de Oviedo, donde las tradicionales casas de comidas lo ofertaban, se pasó al resto de la Capital, a los concejos limítrofes, a Gijón y Avilés, a las Cuencas y también a las poblaciones del Oriente, caso de Ribadesella y Llanes y a las del Occidente como Luarca, Tapia o Vegadeo. De la mano de nuestros inquietos restauradores que buscaron negocio allende Pajares, hay desarme en Barcelona, Madrid y Sevilla y el evento ya figura en las guías turísticas, signo inequívoco del alcance que ha conseguido. Se ha publicado que solo en Oviedo, en el año 2010, fueron más de 400 locales hosteleros los que dieron Desarme, llegándose a cifrar en más de 20.000 los menús servidos en 2008 y acercándose a los 30.000 en 2010. Fiables o no, estas cifras son dignas de consideración, como lo es también la discusión generada entre aquellos que piensan que el auténtico despegue de la exitosa fiesta se sitúa al comienzo de los años ochenta, ligada al nacimiento de la Asociación de Hostelería de Asturias, en un intento de buscar el crecimiento de sus afiliados, y los que le atribuyen una edad centenaria. Ambas teorías son compatibles y puede que la realidad de la conmemoración sea una mezcla de de las dos.
El formato es inequívocamente parte del éxito; restringido a una reunión que sobrepasó desde el principio la vigilia religiosa familiar, solo ocupa el tiempo de una comida, a lo sumo hasta la posterior sobremesa. Son los grupos de amigos, los compañeros de trabajo, en ocasiones familiares, los que comparten mesa, mantel y menú único. Si nos paramos a pensar, parece que todos los que desarman estuviesen en un solo macroevento, dispersándose y retornando muchos a terminar una jornada laboral que no tendrá la misma productividad, estoy seguro. Es manido el comentario de que la potencia de los ingredientes inclina más a una tarde de siesta que al laboreo, como así se pretendió que ocurriera en su origen. El hecho de un menú único ahonda en la idea de una sola reunión gigantesca y los tres platos, garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche, con ingredientes muy populares, suculentos, caloríficos, invariables en el tiempo y con una tradicional elaboración, refuerzan esa idea de fiesta común. Tan solo una cuidada selección de los productos y la mano experta de quien los prepara, hará que se produzcan diferencias en los resultados. Estoy seguro que de participar en un ranking de Desarmes, los que hoy estamos aquí, jugaríamos con ventaja: Casa Carlos nos garantizaría un puesto preeminente en la tabla.
Por otro lado, la originalidad de sus comienzos no deja indiferente a nadie. Hay que situarse en la sociedad española del siglo XIX en la que bulle la dualidad en todos sus ámbitos: en el mundo político entre Carlistas e Isabelinos; en el económico entre una economía en la que asoma una incipiente industrialización y otra economía añeja basada en el mundo rural, y en el plano ideológico en plena competencia entre la tradición costumbrista-religiosa y la liberal-aperturista. Esta ambivalencia perdurará hasta nuestros días, cosa que veríamos normal y edificante si no fuera porque en algunas ocasiones se intentó imponer las ideas de uno llevándose por delante al contrario. Una verdadera pena. En esta atmósfera social se desarrollan los supuestos que tratan de establecer el origen del Desarme y casi todos los artículos consultados, coinciden en tres hechos que pudieran ser en parte el principio de nuestra Fiesta. Los intentaré resumir.
La primera teoría nos sitúa en el año 1833. Desde el año 1827 había escaramuzas entre los partidarios de Carlos María Isidro e Isabel, hermano e hija de Fernando VII, que anulando la “ley Sálica”, nombra heredera real a la moza. El día 1 de noviembre, los Liberales Isabelinos, organizados en milicias urbanas, buscan armas; lo consiguen robándoselas a unas brigadas carlistas que según unos, estaban oyendo misa en la iglesia de San Francisco (hoy parcela de la Junta General del Principado) y según otros degustando un menú a base de garbanzos y espinacas ofrecidas por los ovetenses, tradicionalmente más afectos a las ideas liberales. Lo cierto es que dejaron los fusiles “en pabellón”, en la plazoleta del Real Castillo, ubicación actual del edificio de Telefónica en la Plaza de Porlier, y siéndoles robados en un descuido. Si oficialmente es el 19 de octubre el día del Desarme, este hecho no serviría para justificar la celebración al tener lugar el día de Todos los Santos.
La segunda teoría se establece cuando en el año 1836, el día 19 de octubre, ocurre un hecho bélico con sangre. Los Carlistas, al mando del General Sanz, entraron en Oviedo después de pasar por Tineo, Mieres, Sama y Pola de Siero. La tropa asaltante llegó hasta la calle La Madalena donde fue rechazada por “valerosos milicianos nacionales” al mando del coronel Pardiñas. El precio de la victoria liberal fue la muerte de varios defensores que a partir de entonces, y por iniciativa municipal, fueron recordados y honrados todos los años por autoridades, clero y parroquianos. En este caso la fecha es la justa pero no aparece nada relativo a menú alguno. Nos podemos imaginar que si a los héroes de la batalla de Oviedo se les honró anualmente, en las celebraciones no faltarían los ágapes y la “olla podrida”, tan común entonces, sería la precursora más tarde del potaje de garbanzos con curadillo o bacalao y alguna verdura, por ejemplo la espinaca; luego y en continua mejora, los populares callos serían un excelente segundo plato que se remataría, con el paso del tiempo, con un postre “universal” como podía ser el arroz con leche. No había menú pero es fácil buscarlo con el paso de los años.
A la tercera corriente explicativa, me van a permitir durante esta celebración, considerarla como “LA VERDADERA”, aunque solo sea por sentimiento localista- patriótico. Hoy presumiremos los de Llanera que estamos aquí ante nuestros invitados foráneos, de ser descendientes de los vecinos que originaron la Fiesta del Desarme. Ocurrió que en julio de 1856, en los terrenos cercanos a la casona de la Bérbola, perteneciente a la familia de los Ruiz de Villar y hoy en ruinas, se establecieron unos batallones de Carlistas, prestos para caer sobre Oviedo según unos, para una inspección rutinaria opinan otros y, según una tercera idea, ante el rumor de la caída de Espartero estar “en prevengan” como dice la terminología militar. El caso es que los vecinos, como los ovetenses más inclinados hacia el aperturismo, les obsequiaron con un fenomenal convite a base de garbanzos con bacalao y espinacas, callos nutritivos y excelente vino de no se sabe qué bodega. No era inocente la confección de la carta y los efectos perseguidos no se hicieron esperar ya que la modorra se apoderó de los comensales que fueron desarmados sin mayores problemas. En esta ocasión tenemos un menú pero... en julio, en el tiempo de la yerba y no en el de les primeres castañes como correspondería a un hecho acaecido en el mes de octubre.
Como final y fuera de guión, una vez que desarmemos todos, ya fartuquinos, cargados de la energía que nos proporcionará el menú de hoy, elaborado con esmero y con el particular toque de los responsables de los fogones de Casa Carlos, no estaría mal que pudiésemos transmitir algo de esas ganas a nuestros gobernantes para que se impusieran a las consorcios reales del poder y no volviésemos a oir nada de esa prima de riesgo que apareció de repente en nuestras familias sin que nadie sepa quién es su padre ni su madre. Y también que se transmita esa fuerza al Oviedín del alma, a nuestro querido Sporting y al U.D. Llanera que tras 51 años cumplidos esta temporada, sigue luchando de forma encomiable por ofrecer ilusión a más de 200 futbolistas entre crios y seniors. Y también a la gente rural de nuestro Concejo y del resto de Asturias para que solventen sin problema la tremenda sequía que padecemos. Que así sea.
Muchísimas gracias por vuestra asistencia y por escucharme; sed bienvenidos a la Raba, en la falda de Sierralcamán, topónimo de origen árabe que es donde se sitúa Casa Carlos, en el pueblu de Bulianme, parroquia de San Cucufate de Llanera.