Por Fernando Bazán/noticiasdesiria.blogspot.-El enviado especial, Lakhdar Brahimi, dijo el miércoles que la guerra civil siria amenaza con expandirse a través de fronteras en un "devorador" conflicto a menos que sea abordado a tiempo; después de reunirse en Beirut con las autoridades, dijo que espera festividad islámica de Eid Al-Adha sea una oportunidad para que ambas partes cesen el fuego y advirtió que "Escuchamos de todo el mundo en la oposición que si el gobierno deja de usar la violencia ellos también lo harían. Esperamos que este muy pequeño paso se produzca ya que salvaría al pueblo sirio del derramamiento de sangre por el que están pasando, porque están enterrando cientos de personas todos los días."
El Ministerio de Exteriores sirio dijo que espera que las conversaciones con Brahimi, sobre la propuesta de alto el fuego que está promoviendo en su gira por la región, tengan éxito; pero el portavoz del Ministerio, Yihad Maqdisi, apuntó que los rebeldes y sus partidarios también tendrían que estar involucrados y destacó que "el gobierno sirio está interesado en explorar esta opción y estamos esperando para hablar con el Sr. Brahimi para ver cuál es la posición de otros países influyentes con los que él ha hablado en su gira."
Paulo Sergio Pinheiro, jefe de la comisión de ONU que investiga abusos a los DDHH en Siria, señaló que la presencia de combatientes extranjeros, islamistas o yihadistas radicales que luchaban en el país podrían contribuir a un aumento de la "radicalización" del conflicto y su presencia es particularmente peligrosa en un conflicto muy volátil. Pinheiro agregó que la comisión temía que los combatientes extranjeros no estaban luchando por "la construcción de un estado democrático en Siria", sino que "para su propia agenda".
La mayoría de las armas enviadas desde Arabia Saudita y Qatar para abastecer a los grupos sirios rebeldes va para los sectores enrolados en la línea dura yihadista y no a los grupos de oposición más seculares que Occidente quiere reforzar, de acuerdo a los funcionarios estadounidenses y diplomáticos del Medio Oriente. La CIA no ha comentado sobre el viaje que su Director, David Petraeus, hizo a la región -que conoce por haber sido el jefe del Comando Central del Ejército a cargo las operaciones militares en Medio Oriente- pero funcionarios de la región dicen que Petraeus está profundamente involucrado en el intento de dirigir el esfuerzo de supervisar el proceso de veto y apoyo para darle forma a una oposición con la que EE.UU. pueda trabajar.
Un diplomático de Medio Oriente, cuyo gobierno ha apoyado a los rebeldes sirios, dijo que el liderazgo político de su país se desalentó por la falta de organización y la ineficacia de la oposición siria y ha planteado sus preocupaciones con funcionarios estadounidenses. El mismo diplomático dijo que los diversos grupos rebeldes habían fracasado en ensamblar un plan militar claro, carecían de una estrategia coherente para gobernar Siria después si el gobierno de Al-Assad cae y que las habituales peleas internas socavan su eficacia militar y política.
Esa desorganización dentro del arco de los grupos laicos o locales se contrapone con el fortalecimiento de los grupos extremistas islámicos –con o sin vínculos o afiliaciones con Al Qaeda- y mientras más tiempo pasa, más posibilidades de triunfo tendrán los grupos islámicos sobre los laicos. Aunque los rebeldes sirios han adaptado su lenguaje y apariencia a las formas yihadistas en espera de recibir armas del Golfo, la disparidad de intereses y tácticas hace que estos grupos entren en colisión rápidamente con sus patrocinadores saudita-qataríes o los intermediarios libaneses.
La proliferación de grupos yihadistas militantes dentro del mundo árabe está planteando una nueva amenaza a la estabilidad de la región, presentando nuevos desafíos para las democracias emergentes y socava las perspectivas de una transición sin tropiezos en Siria frente a la posible caída del régimen de Al-Assad. Los diferentes procesos sociales iniciados en Túnez, Egipto y Libia, a partir de las demandas de mayores libertades y un sistema democrático, han posibilitado que estos grupos saquen provecho de las nuevas libertades para predicar, entrenar y reclutar a más elementos para sus filas.
La presencia del salafismo es preocupante pero es parte de un panorama más complejo. Para empezar, no todos los salafistas son iguales, sino que comprende una gama que va desde la corriente tradicional a una extrema; en segundo lugar, la actual situación en Siria ofrece un terreno prospero para los salafistas con factores como: la violencia, el sectarismo, el desencanto con los Estados occidentales el acceso a la financiación del Golfo Árabe y las técnicas yihadistas militares, el miedo a una sociedad confesional pluralista y una generalización la guerra civil sectaria. Y en tercer lugar, el fracaso de la ofensiva armada del verano pasado, provocó una violenta reacción contra los grupos salafistas que acaparó los titulares durante los combates.
Ambas partes en el conflicto deben sopesar los pros y los contras potenciales de tal período de calma en los combates, con el fin de determinar si es o no es de su interés estrictamente militar. Por el lado de los aliados de los rebeldes, Turquía está a favor de la propuesta de Brahimi, a la luz de los recientes acontecimientos internos y externos, que han deteriorado las relaciones de Ankara con sus vecinos -Irán, Rusia e Irak- mientras que Arabia Saudita es poco entusiasta sobre la propuesta de un cese al fuego, por lo que Brahimi deberá confiar en opinión pública internacional para llevar a los saudíes a aceptar la medida.
Por el lado de Damasco, es probable que trate de aprovechar el cese al fuego para rearmarse, reabastecerse y tomar buenas posiciones en el campo de batalla; el desafío de Brahimi no será tanto convencer a Irán y los otros aliados del gobierno sirio de acompañar el alto al fuego sino que será persuadir a las fuerzas enemigas del régimen y que principalmente incluye a los combatientes extranjeros que no son responsables ante la autoridad siria.
La apuesta de Brahimi de un cese al fuego durante la fiesta de Eid al-Adha -a partir del 25 de octubre- es fuerte y requiere de una planificación estructural que incluya a los bando en pugna pero que sea refrendado por los aliados de cada sector; la historia de fracasos previos de medidas similares no augura un futuro promisorio a la iniciativa de Brahimi, pero la única opción además de esperar la victoria decisiva de un grupo sobre el otro. En momentos que los grupos salafistas toman el control de la oposición en Siria, un cese al fuego favorecería a los rebeldes -que ven como los salafistas han secuestrado su revolución- y al régimen sirio -que ahora no reprime a civiles armados sino que combate con yihadsitas capacitados-.