YIDA, Sur de Sudán, (ACNUR/UNHCR) – Decidir a cual de sus hijos llevarse y a cual dejar atrás fue un terrible dilema para una madre de cuatro hijos. Mientras los combates se acercaban a su pueblo, Amuna se dio cuenta de que era cuestión de tiempo el que los aviones Antonov empezaran a bombardear Timodongo, en el estado de Kordofán del Sur, en Sudán. Supo que tendría que elegir entre huir o arriesgar su vida si se quedaba.
“Teníamos que llegar hasta Yida” cuenta Amuna al ACNUR desde este asentamiento remoto para refugiados que se ha convertido en el hogar de cientos de miles de personas en el estado de Unity, en Sudán del Sur. Pero sus dos hijos más pequeños, Ali Amou de cinco años y Kadimala, de tres, eran demasiado pequeños y débiles para realizar el arduo camino a pie de dos días hasta Yida. Amuna no podía cargarlos y cuidar de sus dos hijos mayores al mismo tiempo.
Finalmente decidió dejar a Ali Amou con su hermana en la aldea, pero fue una decisión desgarradora, según le contaba al equipo de ACNUR en el centro de registro de Yida, y está preocupada constamentente por su hijo.
Su terrible experiencia es compartida por otros que fueron forzados a dejar atrás a miembros vulnerables de su familia cuando trataban de huir a toda prisa de Kordofán del Sur para escapar de los ataques en las aldeas y pueblos a lo largo de la frontera con las Montañas Nuba. La escasez de alimentos está agravando la situación, ya que las reservas de materia prima y sorgo al parecer han sido dañadas por los combates y ataques aéreos. Muchos granjeros han dicho al ACNUR que tienen mucho miedo de trabajar en los campos abiertos y que gran parte de la cosecha pasadote la última estación se perdió, lo cual afectó a la familia de Amuna y a muchos otros.
“Hace algunos meses, la mayoría de los nuevos refugiados llegaban en mal estado de salud debido a la escasez de alimentos provocada por un año de conflicto,” afirma Alessandro Telo, oficial de registro de ACNUR. “Ahora están llegando lo puesto y dicen que huyen de los intensos bombardeos y la inseguridad.”
Unas 63.000 personas han huido en los últimos 13 meses de la violencia y el hambre en Kordofan del Sur y han logrado llegar a Yida, ubicada cerca de la frontera y rodeada por pantanos, en una de las áreas más remotas de Sudán del Sur.
Aproximadamente unos 100 refugiados llegan cada día, pero se espera que el número se incremente pronto cuando el clima cambie. “El fin de la temporada de lluvias se acerca y con la reapertura de los caminos estamos esperando que lleguen muchos más refugiados a Yida,” dijo Marie-Helene Verney, jefa del equipo de ACNUR en el Estado de Unity.
Pero la zona de Yida también está peligrosamente cerca de la frontera y fue bombardeada desde el aire el año pasado. “La prioridad de ACNUR es identificar rápidamente otros asentamientos más alejados de la frontera para ubicar a los refugiados que lleguen” Dijo Verney.
Toda la ayuda de emergencia, equipos y personal tienen que ser transportados a Yida por avión debido a su aislamiento y las dificultades de acceso a la zona. Una nueva afluencia masiva de refugiados puede exacerbar los problemas logísticos en una operación que ya de por sí es complicada.
“Estamos trabajando con urgencia para preposicionar los suministros y planificar de cara a futuras oleadas, pero necesitamos ayuda adicional ya que nuestros recursos actuales tan sólo pueden cubrir las necesidades de la población actual,” explicó Verney. La necesidad de apoyo en materia de salud e higiene, así como el acceso al agua potable, son cruciales.
A pesar de los problemas en Yida y su proximidad con la frontera militarizada, Amuna siente que es más seguro que Kordofan del Sur. Lo primero que hizo fue construir un refugio para ella y sus hijos. No era la primera vez que se veía obligada a huir. En julio de 2011, su ciudad natal, Burma, también fue atacada. “Primero huimos por los aviones Antonov. Las bombas caían sin cesar”, recuerda Amuna. “Cogí a mis hijos y huimos. Nunca volvimos.”
Amuna y su familia huyeron a las Montañas Nuba, donde vivieron en cuevas y sobrevivieron a base de hojas y sorgo. Después de una semana, caminaron hacia el sur hasta Timodonog. Se sentían más seguros ahí, pero la escasez de comida comenzó a ser un problema. Después los ataques aéreos comenzaron a acercarse a Timodongo. “Era cuestión de tiempo el que el conflicto llegara a la aldea, pero ¿cuándo? “, se preguntaba Amuna
A su llegada a Yida, ella y los niños fueron registrados como refugiados, se sometieron a una revisión médica y recibieron raciones de comida y artículos de ayuda humanitaria, incluidos bidones para almacenar agua. ACNUR también ha distribuido miles de mosquiteras y lonas de plástico en las últimas semanas para los recién llegados.
Relativamente seguros y asentados en Yida, Amuna ahora está pendiente de los recién llegados, esperando que su niño esté entre ellos. “Estaré esperando impaciente hasta que mi hijo y mi hermana lo logren. Espero que lo consigan.”
Sudán del Sur acoge a unos 200.000 refugiados, incluidos más de 170.000 en los estados de Unity y Alto Nilo. ACNUR necesita urgentemente 20 millones de dólares para prepararse para las nuevas llegadas en las siguientes semanas. La Agencia de la ONU para los Refugiados ha recibido hasta ahora 71 millones de dólares y ha hecho un llamamiento a los gobiernos, al sector privado y a donantes individuales para que apoyen la causa.