Bogotá, (SIG). En 1492, un 12 de octubre como hoy, ocurrió el que ha sido llamado 'Encuentro de Dos Mundos', un encuentro entre distintas formas de ver y concebir la vida que enriqueció ambas visiones y generó el continente que hoy somos, pero que no estuvo y no ha estado desprovisto de conflictos.
Hoy reconocemos nuestros ancestros y –a la vez que nos sentimos orgullosos– sentimos también vergüenza por la crueldad con la que han desaparecido algunas culturas y pueblos que, de existir hoy, podrían ayudarnos a reflexionar sobre la vida y a entender sus equilibrios naturales. El Estado y la sociedad tenemos el deber de recordar nuestra historia, de reconocer que tenemos pueblos indígenas que están en riesgo de extinción física y cultural, y de hacer todo lo posible por impedir que esto suceda.
Hoy coinciden varios eventos que quiero destacar y saludar ante los colombianos, porque nos conmueven y nos alientan a construir de otra manera el país que soñamos: un país con memoria e identidad, con un presente creativo y con un futuro común que supere el conflicto y celebre la diversidad e interculturalidad de nuestra nación.
¡Este día del 12 de octubre deberíamos empezar a llamarlo el Día de la Diversidad y la Interculturalidad de los pueblos!
Por una parte, hoy culmina la gran fiesta de la diversidad, el VIII Congreso Nacional Indígena, que celebra 30 años de vida de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas: la ONIC. Allí han abordado temas que son esencia de los pueblos indígenas y fundamentos de su organización: la cultura, el territorio, la unidad, su autonomía y sus derechos.
Esperamos que sus conclusiones, sus decisiones, mantengan el espíritu propositivo y constructivo que hemos reconocido durante nuestro gobierno. Que sus propuestas se sumen para avanzar en ese sueño común de levantarnos un día en un país en paz. Ese mensaje también ha inspirado la celebración de la Semana por la Memoria, que contribuye a honrar y a recordar nuestro pasado reciente.
Y, justamente, en el propósito de reconstruir la memoria histórica, quiero agradecer el mensaje enviado en días pasados por el Santo Papa Benedicto XVI a Monseñor Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Bogotá y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, con ocasión del centenario de la Encíclica Papal "Lacrimabili statu indorum" de Pío X. Retomamos este mensaje para reafirmar, desde nuestro Estado, el compromiso con los derechos y la dignidad de los pueblos indígenas, en particular, los pueblos que hace un siglo sufrieron los vejámenes del avasallamiento de su territorio, sus recursos y sus vidas en medio de la voracidad económica por el caucho amazónico.
Esto ha dicho el Santo Padre: "Con hondo amor hacia todos, invito a escuchar sin prejuicios la voz de estos hermanos nuestros, a favorecer un verdadero conocimiento de su historia e idiosincrasia, así como a potenciar su participación en todos los ámbitos de la sociedad y la Iglesia".
Con ese mismo amor y respeto hemos recibido la convocatoria que nos hacen las comunidades indígenas herederas de quienes a fines del siglo XIX y comienzos del XX sufrieron la barbarie desatada por la codicia que generó la bonanza cauchera. Estas comunidades nos han convocado a nombrarlos hoy, a reconocerlos, a honrarlos, a reconstruir con ellos la memoria de esos hechos. Sus hijos y sus nietos hoy nos convocan a pedir, en nombre del Estado colombiano, "perdón por su tragedia".
Las autoridades indígenas del Resguardo Predio Putumayo nos han dicho que esta Conmemoración que ellos han propiciado es una invitación a que, entre todos, "tapemos el canasto de la tragedia" y "abramos el canasto de la vida, de la abundancia", de la paz.
Hoy, en nombre del Estado colombiano, a las comunidades de los pueblos Uitoto, Bora, Okaina, Muinane, Andoque, Nonuya, Miraña, Yukuna y Matapí, a todos pido PERDÓN por sus muertos, por sus huérfanos, por sus víctimas en nombre de una empresa, de un gobierno, de un pretendido "progreso" que no entendió la importancia de salvaguardar a cada persona y a cada cultura indígena como parte imprescindible de la sociedad que hoy reconocemos con orgullo como multiétnica y pluricultural.
Debemos contribuir todos a cerrar ese canasto del dolor y abrir el canasto de la vida, del entendimiento, de la unidad en medio de la pluralidad.
Como Presidente de la República, desde el inicio de mi mandato he reconocido, valorado, respetado, defendido y procurado garantizar el derecho que les asiste a cada comunidad, a cada pueblo indígena, a seguir siendo pueblos diferentes, únicos e irrepetibles, y a transmitir la vida y el conocimiento a sus descendientes, que hoy son presente.
Reconstruir la memoria de lo que ocurrió hace cien años en La Chorrera en la entonces bodega de la Casa Arana, hoy Casa del Conocimiento, que se levanta como un monumento a la vida –declarada en 2008 como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional por el Ministerio de Cultura– no es solo importante sino imprescindible para contribuir a sanar las heridas que esto ha dejado en sus vidas y en la memoria de nuestra nación.
Hoy la humanidad afronta un momento de crisis global por el daño causado a la Madre Tierra y desde nuestro gobierno hemos propuesto que perseveremos en el esfuerzo del desarrollo sostenible, y propusimos en la Cumbre de Río fijarnos derroteros comunes, objetivos de desarrollo sostenible que deben tener en cuenta las múltiples visiones de desarrollo propio, con identidad y cultura que los pueblos indígenas han construido en sus Planes Integrales de Vida que nos hemos comprometido a apoyar al aprobar nuestro Plan Nacional de Desarrollo Prosperidad Para Todos.
Por ello, recibimos con respeto las solicitudes de apoyo estatal a sus Planes de Vida para concurrir a mejorar las condiciones de vida de sus comunidades, tal como nos corresponde.
No podremos disfrutar del desarrollo económico si éste se logra a expensas de la vida y de la integridad física y cultural de los pueblos.
La diversidad étnica y cultural de nuestra nación y la diversidad biológica y genética de nuestra naturaleza son esenciales para mantener el equilibrio de la vida en Colombia y en el mundo.
Hoy 12 de octubre, manifiesto a los pueblos indígenas, a sus comunidades, a sus organizaciones y sus autoridades que tienen en este gobierno un interlocutor que respeta su sabiduría ancestral y su aporte a la construcción de nuestra nación, y que mantiene la firme determinación de escucharlos, de entender su visión de desarrollo, y de incrementar su participación en las decisiones que les afectan para poder tejer juntos el canasto de la vida, de la abundancia y de la paz nacional.
Un saludo afectuoso a los pueblos indígenas del país, con mi gratitud y respeto por su aporte a una Colombia mejor.