Félix Carpio (Gijón, 1983), recientemente galardonado con el premio nacional de fotografía categoría color de la gama Infinity CANSON. Tras exponer en la National Portrait Gallery de Londres, Carpio mostrará su obra de manera individual por primera vez en Gijón, desde el 16 de Junio hasta el día 30 del mismo mes.
Gracias a la colaboración de DIGIPRESS, distribuidor ubicado en Vigo, especializado en gestión de color y centro especializado Master de Epson Digigraphie y de la gama de soportes Infinity CANSON, podremos disfrutar de una selección de 10 retratos en gran formato de sus series producidas en California y Siria durante los dos últimos años.
Félix Carpio estará presente en la inauguración de la muestra que tendrá lugar el próximo jueves 16 de Junio a las 20:00 horas en la Galería.
INTERVALOS DEL INTIMIDAD
La búsqueda vital de Félix Carpio comienza con la toma de conciencia de una realidad: la imposibilidad de satisfacer las relaciones interpersonales tan solo a través del raciocinio y la consiguiente necesidad de hallar una nueva forma de comunicación que lo permita; un lenguaje directo e intuitivo capaz de establecer vínculos entre las personas prescindiendo del uso de la palabra: la fotografía.
Sus obras son parte de un proceso que tiene su origen en una atracción reciproca con el retratado en la que ambos desean profundizar. Para ello establece una relación con cada individuo, azarosa y única, en la que poco a poco se va bocetando el retrato posterior. Cuando llega el momento de materializarlo en imagen, los dos han adquirido el nivel de conocimiento necesario para que fluya la colaboración, la escucha y, finalmente, la conexión íntima que se refleja en sus fotografías.
El ritual implícito en la utilización de la cámara de placas facilita que surjan estas correspondencias. En primer lugar, la exigencia de una disposición previa de los utensilios de trabajo genera un intervalo de tiempo privado en el que autor y modelo se preparan para su cometido a la vez que se intuyen en silencio. Por otro lado, al contrario que con la cámara digital, la captación de la imagen y la visualización de los resultados no es inmediata sino que requiere un periodo de espera e incertidumbre enriquecedor para el proceso mismo. Hay que tener en cuenta que el gesto y la actitud buscada en el fotografiado se han manifestado antes pero en ese momento no se pueden captar. Esto conduce al artista a una reflexión mucho más pormenorizada del escenario donde se va a llevar a cabo la acción fotográfica. La luz, el lugar, los elementos que se incluyen en el encuadre.Todo favorece la caracterización de un personaje que, sintiéndose parte de la historia creada para él, coopera para conseguir una imagen que ya está perfilada en la mente del autor pero de cuya apariencia final no tendrá conocimiento hasta la obtención de la fotografía. De este transcurso de tiempo se desprenden unos beneficios invisibles para el espectador: la oportunidad de evaluación del artista con respecto a lo acontecido y la puesta en marcha de un horizonte de expectativas en las que entra en juego el factor de lo inesperado. Prueba de ello es la fortuita entrada de luz en algunas de las imágenes que, paradójicamente, aporta un valor extra al contenido de las obras.
La suma de este elaborado procedimiento, más los condicionamientos de cada caso, da como resultado un tipo de retrato en el que se desvelan fragmentos de la personalidad de los implicados y de la experiencia que han compartido. La complicidad surgida entre ellos se adivina en las miradas directas, claras y sinceras de los protagonistas, así como en sus poses relajadas y desprovistas de todo artificio.
El autor se transparenta en la elección de individuos que representan el arquetipo de persona por el cual siente una especial fascinación: de carácter fuerte, aspecto ambiguo, seguras de sí mismas y con una acentuada sensibilidad. La importancia de esta última cualidad contribuye a la formación de un grupo mayoritariamente femenino, sin embargo, el hallazgo va más allá del género y el origen geográfico puesto que ninguno de estos factores impide la coincidencia de rasgos identitarios comunes en los que posan delante de su cámara.
Mediante la liturgia que ofrece la fotografía, Félix Carpio comparte un espacio de intimidad con el retratado al que no podría acceder a través de un acercamiento corriente. Esta posición privilegiada le permite satisfacer el sentimiento de admiración que profesa hacia los elegidos, mientras ellos le corresponden mostrando su espíritu sin pudor. Esta reciprocidad se traduce en imágenes condensadoras de historias, obras que proyectan un antes y un después en la mente del espectador. Frente a ellas nos preguntamos qué ha pasado para llegar a ese momento de entendimiento absoluto, qué lazos se han forjado tras él y, en definitiva, cuál es el secreto que encierra una presencia capaz de sugerir dos.
Nerea Ubieto
www.thefelixcarpio.com
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