El salicilato de metilo, una sustancia de origen vegetal tradicionalmente usada como protector solar, podría utilizarse en el diseño de modernas aplicaciones tecnológicas gracias a su particular reacción a la luz. Así lo indica una reciente investigación de la Universidad Autónoma de Madrid, que logró obtener un modelo que abre la puerta al desarrollo de estas aplicaciones.
En un reciente trabajo publicado en la revista Physical Chemistry Chemical Physics, Javier Catalán, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), propone un completo esquema que relaciona las evidencias científicas existente sobre “el singular comportamiento fotofísico del salicilato de metilo”.
El salicilato de metilo es una sustancia fotoestable —la radiación solar no afecta su composición química— gracias a la doble transferencia protónica que regenera su estructura molecular. No obstante, el compuesto presenta todavía un comportamiento fotofísico más interesante para los científicos que radica en la capacidad para generar dos emisiones fluorescentes desde un mismo estado electrónico excitado.
El modelo facilita importantes pautas para el diseño de sustancias orgánicas que podrían servir para almacenar memoria a nivel molecular
La fluorescencia es un tipo particular de emisión de luz que caracteriza a las sustancias que son capaces de absorber energía en forma de radiaciones electromagnéticas, y que luego la emiten de la misma manera pero con una longitud de onda diferente. Por lo general, las sustancias fluorescentes absorben energía en forma de radiación electromagnética de onda corta (rayos X y radiaciones UV, por ejemplo), y la emiten a una longitud de onda más larga.
La doble fluorescencia mostrada por el salicilato de metilo fue estudiada por primera vez por un científico alemán, A. Weller, en 1956. Desde entonces, científicos de todo el mundo se han esforzado por comprender a fondo su naturaleza, llegando al consenso de que las dos fluorescencias del compuesto son generadas por la presencia de dos confórmeros, los cuales poseen en su estructura un enlace de hidrógeno intramolecular.
De forma más precisa, el trabajo de Javier Catalán determina que solo el confórmero más estable del salicilato de metilo presenta una primera fluorescencia que es estructurada, poco intensa y que comienza a detectarse aproximadamente a los 337 nanómetros de longitud de onda. Y una segunda, que es mucho más intensa, centrada entorno a los 450 nanómetros, y que no desarrolla estructura.
“La viabilidad de las posibles innovaciones tecnológicas derivadas del salicilato de metilo pasa por comprender adecuadamente estas características”, declara el investigador. Su último trabajo no sólo ofrece un modelo para la mejor compresión de estas, sino que además facilita importantes pautas para el diseño de sustancias orgánicas que podrían servir para almacenar memoria a nivel molecular.
De protector solar a memoria molecular
El salicilato de metilo es una sustancia que puede extraerse de las ramas del abedul o del té y a la que tradicionalmente se le ha dado distintos usos medicinales y domésticos, como el de protector solar. De hecho, en la antigüedad las mujeres egipcias ya lo aplicaban en sus pieles, protegiéndose de este modo de las radiaciones UV de los rayos solares.
Actualmente, el salicilato de metilo se produce de manera sintética mediante la mezcla de ácido salicílico y metanol, y el estudio de su comportamiento fotofísico está abriendo un abanico de aplicaciones tecnológicas que van desde la utilización de su estructura molecular para la generación de radiación láser (mediante un mecanismo de fototransferencia protónica), hasta el diseño de sustancias susceptibles de guardar información a nivel molecular (mediante el fenómeno de doble fluorescencia).
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