Proyecto inanciado por el BID enseña a los lugareños a proteger el medio ambiente y producir alimentos de mejor calidad y servicios para la industria del turismo
Durante años, el turismo en el archipiélago de Galápagos parecía ser una empresa sólida para los habitantes de las remotas islas.
Los buques de crucero desembarcaban turistas, que admiraban el paisaje volcánico y la fauna local que inspiró al explorador británico Charles Darwin a escribir su teoría de la evolución.
Pero para los lugareños, las islas Galápagos también han sido una fuente de exclusión social y económica, y de controversias.
Pocos turistas interactuaban con la población local o gastaban su dinero en la adquisición de productos y servicios locales. La mayoría de los vegetales que se vendían en las islas, situadas en el Océano Pacífico —unos 1.000 kilómetros al oeste del Ecuador continental—, tenían que ser importados porque la producción local era insuficiente y de mala calidad.
Los lugareños no veían ningún beneficio en las actividades vinculadas al turismo. Por el contrario, en la costa florecieron la sobrepesca y otras prácticas perjudiciales para el medio ambiente. Pero en los últimos cuatro años, para los galapagueños que viven en las ciudades y en las tierras altas del archipiélago —que tiene en total una población de unos 24.000 habitantes, distribuidos en 4 islas principales— esta realidad ha comenzado a cambiar.
Mediante la asistencia técnica y una capacitación que han sido financiadas por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN, por sus siglas en español), un fondo autónomo del Banco Interamericano de Desarrollo que se centra en la promoción del sector privado, los habitantes del archipiélago han aprendido a proteger su medio ambiente, mientras aumentan al mismo tiempo la calidad y la cantidad de los alimentos y servicios que producen.
"El proyecto nos ha dado los conocimientos apropiados para hacer bien las cosas y para preservar nuestros recursos marinos", dijo Pedro Tipán, gerente de una cooperativa de pescadores en la isla de San Cristóbal. "También nos dio una alternativa para trabajar con el turismo".
Cerca de 100 miembros de la cooperativa, llamado Copesan, participaron en programas de formación financiados por FOMIN y sus socios locales. Los cursos ofrecidos por el proyecto les permitieron a los pescadores adquirir habilidades para trabajar como miembros de la tripulación en cualquiera de las embarcaciones turísticas en Galápagos. El proyecto también les permitió legalizar su situación laboral, cumpliendo con los requisitos requeridos por la Marina Mercante de Ecuador. Muchos de ellos también tomaron cursos para convertirse en maestros de buceo, obteniendo así la oportunidad de trabajar en las embarcaciones que ofrecen servicios de buceo.
El proyecto también preparó a algunos pescadores a desarrollar una nueva alternativa de turismo relacionada con la pesca: los llamados deportes de la pesca artesanal. Esta nueva alternativa permite a los pescadores llevar a los turistas alrededor de las islas, de modo que los visitantes puedan experimentar por sí mismos un auténtico día de pesca, y disfrutar de una comida preparada en base a un pez recién capturado. Otros lugareños también aprendieron a pescar en las aguas profundas algunas especies migratorias de peces, como el atún, para abastecer la demanda del mercado local.
Al brindar a los pescadores estas alternativas, el programa ha ayudado a reducir la necesidad que tenían los habitantes de pescar cerca de la costa —y como un modo de ganarse la vida— a los pepinos de mar y a otras especies en peligro de extinción. De esta manera, el programa complementa los esfuerzos desplegados por el gobierno y otras organizaciones para controlar la sobrepesca y proteger al mismo tiempo el medio ambiente.
"Este proyecto demuestra que, para proteger el medio ambiente, tenemos que promover la inclusión social y económica", dijo Santiago Soler, jefe del equipo del proyecto del FOMIN, que fuera aprobado en 2005 y que culminará este año. "Al mejorar la gestión, la calidad, el marketing y las habilidades técnicas de las industrias del turismo, la agricultura y la pesquería de las islas, estamos permitiendo que se beneficien a partir de la promoción de actividades sostenibles y de la misma conservación".
Protección del Medio Ambiente
Además de proporcionar a los habitantes la oportunidad de trabajar en la industria del turismo, el proyecto también pretende ayudar a proteger el medio ambiente mediante el fomento del cultivo sostenible de hortalizas y plantas nativas, a nivel local. Esto reduce el riesgo de que las especies invasoras se introduzcan en la isla a través de las importaciones del continente. De esta manera, se ha ayudado a proteger e incluso a restaurar la flora local, dijo Soler.
La asistencia técnica y los cursos ofrecidos por el programa permitieron que los agricultores locales aprendan la manera de cultivar productos en invernaderos. De esta manera, pueden ofrecer servicios de alta calidad y una cantidad estable de frutas y verduras a los operadores de las embarcaciones turísticas, al igual que a los restaurantes y hoteles de la isla. También aprendieron a usar de una manera más eficiente el agua dulce, un recurso muy escaso en el archipiélago, mediante una mejor recolección y almacenamiento del agua de lluvia, así como el uso del sistema de riego por goteo en los invernaderos, con el propósito de reducir los residuos.
"En los invernaderos, las verduras crecen en un entorno controlado durante cualquier época del año, lo que permite que los agricultores produzcan más y mejores productos", sostiene Mario Piu, coordinador del proyecto en Galápagos. En los ocho invernaderos que posee la asociación de agricultores Unión de Santa Cruz, la producción de hortalizas casi se duplicó en 2009 respecto al año anterior, dice Piu.
Los productores de café
Pero los beneficios no se han limitado únicamente a la utilización de invernaderos. Los productores de café en la Isla Florena, por ejemplo, han aprendido a construir viveros de plantas de café con la intención de volver a replantarlos en sus propias tierras. Los agricultores están planeando construir además un vivero de hasta 30.000 árboles de café que se ofrecerán a todos aquellos interesados en el cultivo de especies locales de café.
Pero como el café necesita la sombra para crecer, esta iniciativa promueve al mismo tiempo emprender la reforestación con especies nativas y endémicas, como la Scalesia pedunculata. De esta manera, el proyecto está contribuyendo activamente a la conservación de las Islas Galápagos, mediante la restauración de las plantas en sus hábitats originales, dijo Piu.
Los agricultores de Isabela, San Cristóbal y Santa Cruz esperan volver a resembrar con plantas de café cultivadas en viveros —en asociación con plantas nativas y endémicas—, alrededor de 114 hectáreas de tierra que hoy por hoy son improductivas y que están ocupadas por especies invasoras, sostiene Piu.
La asistencia técnica proporcionada por el proyecto le ha permitido a Miguel Aguirre, un agricultor de café de la isla de Santa Cruz, utilizar también especies locales para proteger el suelo contra la erosión y para proporcionar la sombra que necesitaba a sus árboles de café. Gracias al proyecto, Aguirre también fue capaz de obtener una certificación de que su café es orgánico, lo que le ha ayudado a obtener un mejor precio por su grano y en interesar a los turistas a comprar su producto. Aguirre dice que los precios de café orgánico son hasta un 20 por ciento más altos que el café normal.
"El programa nos ayudó a darle valor agregado a nuestros productos", dice Aguirre, quien también es presidente de la asociación de productores de café de Santa Cruz.
Las empresas de turismo están cambiando su forma de hacer negocios, después de que el proyecto comenzó un programa piloto para crear un sello de calidad para certificar el valor de la industria turística en las Galápagos.
En el Hotel Mangle Rojo, una de las 36 pequeñas empresas que participan en el proyecto piloto, un conjunto de nuevas medidas han sido implementadas para usar más eficientemente el agua y la electricidad, aprovechando la asistencia técnica del programa.
Por ejemplo, el hotel ha reducido su consumo de agua en más de la mitad, aplicando una solución sencilla, que consiste en encender la lavadora sólo después de tener una carga completa de servilletas y otros tipos de prendas semejantes, dice Roberto Dager, gerente del hotel.
Mangle Rojo, que se encuentra en la isla de Santa Cruz y que tiene 14 habitaciones, también está invirtiendo US$50.000en equipos de tratamiento de agua que utilizan cloro natural, para tratar las aguas residuales producidas por el hotel. El sello de calidad nos ha ayudado a atraer turistas ambientalmente más conscientes, dijo.
"Esta inversión nos permitirá ayudar a preservar los manglares", señala Dager, cuyo hotel tuvo que cumplir con todos los requisitos establecidos por una lista de más de 60 puntos para ganar el sello de calidad del programa. "Gracias a este proyecto piloto, la gente está cambiando sus puntos de vista sobre los beneficios que brinda la inversión en conservación".
Pero más que una certificación, el Proyecto Piloto de Turismo busca construir una cultura local de calidad, mediante la aplicación de los principios relacionados con el servicio al cliente y el turismo sostenible en las Islas Galápagos. El proyecto piloto de turismo atrajo el interés de las autoridades provinciales, de modo que instituciones claves como el Ministerio de Turismo y el Parque Nacional Galápagos puedan convertirse en socios de esta iniciativa.
Apuntando Alto
Además de ayudar a los lugareños a producir más y mejor, el proyecto también ofrece un diploma en turismo sostenible para 60 personas que trabajan en empresas de turismo y oficinas de gobierno involucradas en el diseño y aplicación de políticas para fomentar la industria del turismo.
"Nos dimos cuenta de que muchas personas que participan en la formulación de políticas no cuentan con los antecedentes necesarios sobre lo que significa el turismo sostenible y empezamos a ofrecer este curso precisamente para garantizar que las decisiones se tomen sobre una base técnica", dijo Oscar Aguirre, director ejecutivo de la Cámara de Turismo de Galápagos, que es la entidad ejecutora del proyecto.
Además, el proyecto también ha consolidado el papel de las cooperativas en las islas para ayudar a sus miembros a mejorar la comercialización y transformación de sus productos.
Tipán dijo que el proyecto del FOMIN ayudó a que la cooperativa organice sus libros de contabilidad y a mejorar la relación con sus miembros. Gracias a la asistencia técnica ofrecida por el programa, los pescadores ya se encuentran aplicando las mejores prácticas en el manejo de los peces que capturan, para que su pesca pueda llegar al mercado con un mejor precio. La cooperativa se encuentra buscando ahora fuentes de financiamiento para empezar a procesar el pescado en sus instalaciones y permitir su exportación al continente.
Para la asociación de cultivo de café de Santa Cruz, las perspectivas de negocio son mejores que nunca, según el presidente de la asociación, Miguel Aguirre. Por primera vez en 30 años de cultivar café en Galápagos, su asociación ha sido directamente contactada por compradores extranjeros dispuestos a degustar una bebida menos ácida producida por los granos que crecen en los ricos suelos volcánicos de la isla.
Su asociación está tratando de establecer una planta procesadora de café evaluada en unos US$600.000 para librarse de los intermediarios en el proceso de comercialización del café. Muy pronto, lanzarán su propia marca de café, "Galápagos, Café de la Evolución", especialmente adaptada al mercado internacional.
"Ahora estamos a punto de vender café directamente en el continente. Esto es algo que nos está dando una gran satisfacción ", dijo Aguirre, de 40 años de edad, quien ha sido cultivador de café desde que tenía diez años en una granja que más tarde heredó de su padre.El FOMIN aprobó una donación de 1.863.000 dólares a la Junta Provincial de Turismo de Galápagos para ayudar a financiar un programa destinado a mejorar la capacidad de las pequeñas y medianas empresas locales, con el fin de establecer vínculos con el turismo del archipiélago. El financiamiento de contrapartida local para el proyecto ascendió a US$1,1 millones.
Durante este proyecto, el FOMIN ha trabajado en estrecha coordinación con las autoridades del gobierno ecuatoriano y las entidades locales, así como con los organismos internacionales comprometidos en alcanzar metas comunes en las islas Galápagos, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Agencia Española de Cooperación Internacional, la Fundación Charles Darwin, Conservación Internacional y la Fundación para el Desarrollo Alternativo Responsable (FUNDAR).
"Con el conocimiento adquirido a través de este proyecto, hemos contribuido en las Islas Galápagos a construir un modo de vivir más sostenible", dijo Soler.
FUENTE:BID
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