Bueño.-Fado, poesía, música al fin y al cabo, los ancianos hórreos y paneras de la localidad ribereña de Bueño deleitaban sus centenarias cuadernas con los sones del fado mientras los vecinos de la parroquia, junto a visitantes llegados de otras localidades asturianas atraídos por el festival, se deleitaban con una nueva manifestación cultural que se suma a las ya prestigiosas del Jaz más internacional o el cine para 'connaiseurs' y que, en parte, ha contribuido al reciente éxito de su candidatura con la obtención del premio Pueblo Ejemplar que anualmente concede la Fundación Príncipe de Asturias. En la remozada plaza de Bueño hay este sábado lleno total, también para deleitarse con la rapsodia de Felipe Prieto, con su emotiva dicción, y la guitarra de Beni Miyares.

Los fadistas de Oporto y Lisboa encantaron al público, trayendo para unos la nostalgia de viejas tabernas de vieja taberna de Alfama, Graça o Mouraria, y para otros, seguramente los gijoneses presentes hoy en Bueño, notas marineras de soledad y añoranza.A la voz de Leonor Santos Costa le pusieron acordes las guitarras de Francisco Ribeiro Gonçalvez y Armando Fausto de Rosa Fernandes.

Uno de los directivos de la  Asociación Cultural de Bueño, organizadora del festival en colaboración con el Ayuntamiento de Ribera de Arriba, comentaba la gran afición que existe en Asturias a esta canción portuguesa de tan neta raigambre popular. 

La decreciente luz del atardecer dando paso a la noche puso, al inicio del recital, un mágico telón de fondo en el que el otoño vino a acompañar a los vecinos de Bueño con sus luces de misterio.