Hoy celebramos el Día de Asturias, nuestra fiesta como comunidad. Lo hacemos en un tiempo de desasosiego, poco propicio para festejos. Lo hacemos inmersos en la mayor crisis económica en generaciones.
Por eso, el primer recuerdo en éste también primer mensaje mío como presidente del Principado, es para quienes en Asturias han perdido o no han encontrado empleo.
La primera mención debe de ser para nuestros casi cien mil hombres y mujeres que sufren en esta tierra la angustia del desempleo, víctimas de una crisis que han causado otros, pero que pagan ellos.
El empleo, como cimiento de la autonomía, el bienestar y la socialización personal, constituye para todos nosotros la primera prioridad, el objetivo último y esencial en la lucha contra la crisis.
En momentos como este, también es necesaria la esperanza. No una esperanza ilusoria e infantil, sino la que permita explorar caminos colectivos hacia la superación de la crisis, que permita afrontarla no como un destino inexorable y fatal sino como un futuro que encierre porvenir.
Apelo a una esperanza racional, a un optimismo realista. Que se apoye en lo que tenemos, en lo que somos. Porque Asturias es una sociedad que se ha construido de forma colectiva, que debe mejorar lo que tiene, pero nunca renunciar a ello.
Lo que tenemos no es poco. Tenemos cultura industrial que no se improvisa, territorio inigualable y preservado, un entorno seguro y socialmente cohesionado… servicios públicos de calidad. Y tenemos personas, hombres y mujeres formados en la excelencia. Renunciar a estos valores, sería renunciar también a una parte esencial de nuestra identidad.
Asturias, como espacio político autónomo y democrático, ha sido la fórmula elegida para aportar soluciones a los problemas de su ciudadanía.
Ese es el valor real de la autonomía, algo que conmemoramos cada 8 de septiembre.
El autogobierno, en el marco del Estado Autonómico, ha sido protagonista en las últimas décadas de un sistema de bienestar y seguridad inédito en la historia de España.
Mejorar su eficacia, evitar duplicidades y redundancias, es una tarea que, en momentos como este, se convierte en exigencia. Preservarlo de quienes lo desafían institucional o fiscalmente, y de la impugnación recalcitrante de los que nunca han estado de acuerdo con él, un imperativo para todos los que consideramos vigentes los grandes consensos de la Transición.
Admitimos que en un Estado complejo la red de equilibrios políticos es también más compleja que en uno unitario, pero el camino que haya que recorrer en la estructura territorial no debe de ir en la dirección de más bilateralidad y más competitividad entre comunidades, sino de más cohesión, más cooperación y más lealtad.
La situación económica que atravesamos nos obliga a renuncias, y no seré yo el que niegue las dificultades, pero también nos permite altura de miras en pos de un compromiso histórico y de la recuperación de la digna política del diálogo y del consenso. Por eso reitero mi ofrecimiento para lograr un amplio acuerdo social, político e institucional. La mano de este Gobierno estará siempre tendida a todas las organizaciones sociales y políticas y a todas las instituciones. Entre todos, debemos enfrentar los múltiples desafíos que aún nos aguardan para asentar los pilares de una salida cooperativa y solidaria de la crisis. Una salida que sirva asimismo para redefinir un modelo económico que, apoyado en la sólida tradición industrial de nuestra comunidad, apuntale un periodo de prosperidad y empleo.
El camino no será fácil a partir de ahora, como no lo ha sido hasta aquí. Vivimos tiempos duros y vendrán más. Pero no es la primera vez que Asturias lo ha pasado mal. Muchas generaciones saborearon la sal de las penurias. Y supieron salir adelante con tesón y sacrificio. Asturias ha sido históricamente un faro de progreso e inclusión. Ahora, en medio de esta tempestad económica, tenemos la oportunidad de alumbrar otra luz que señale nuevas rutas hacia los paisajes de la cohesión moral, la firmeza democrática y el bienestar social.
Ese es el desafío al que, en este Día de Asturias, convoco a todos los asturianos, a los que residen en nuestra tierra y a la Asturias dispersa por el mundo, la Asturias fuera de Asturias siempre tan presente en nuestro corazón.