Madrid.-Mientras los equipos económicos apuran los últimos detalles entre bambalinas para que el encuentro que mantendrán mañana el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y la canciller Angela Merkel permita la puesta en esecena de un éxito con un acercamiento, sino un apoyo total, de la premier alemana a las tesis de España respecto a la intervención del BCE, entre la población española, agobiada por un progresivo deterioro de su economía, con el ahorro agotado o agotándose, el aumento de la presión impositivia, la rebaja de salarios y la extensión del paro, se propaga cada día más un sentimiento antialemán que en esta ocasión no es una irracional culpabilización al exterior, sino una clara conciencia de la insolidaridad del principal socio europeo.

En todo caso, a favor de las tesis españolas se han alineado con fuerza, nuevamente el martes, las voces de Francia e Italia, y la evidencia del hecho de que obligar a España a pagar altísimos intereses por su financiación para mantener los jugosos beneficios del bono alemñan tiene un límite, como también lo tiene el estancamiento primero y la recesión después, a que se obliga a la economía española con una política de recortes y ajustes que imposibilita el crecimiento.

Desde luego, en los actos oficiales de este jueves, el encuentro entre Rajoy y Merkel en Moncloa y su reunión con emprsarios españoles y alemanes, que es el 'live motive' del viaje de la canciller, reinará un buen clima institucional, propio de socios en pie de igualdad. Pero ya no es así en la calle, con un giro preocupante de la opinión pública que en solo seis meses comienza a situar a Alemania como el enemigo europeo y, lo que es peor, a buscar paralelismos con el pasado. Doña Angela debería reflexionar, no vaya a ser que en el paraíso del veraneo alemán las cañas (de cerveza) se vuelvan lanzas (de cabreo).

FOTO: Propaganada anti Merkl distribuida el martes por las calles de Madrid