Los países emergentes temen que se retiren los fondos hasta 2020
Por Javier Ruiz de Miguel/ Bangkok (Ethic)-Un mundo global y de varias velocidades. Éste es el escenario en el que tienen lugar las cumbres del clima, tantas veces abocadas a ese fracaso que resulta de la ecuación que trazan los grandes discursos unidos a la falta de acuerdos concretos y compromisos reales. Ése es el contexto en el que se escenifica la última cita, la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático celebra estos días en Bangkok, preparatoria de la Cumbre Mundial que tendrá lugar en Doha (Catar) a finales de año.
Las naciones menos desarrolladas persiguen en la capital tailandesa un acuerdo que les garantice fondos una vez que los países más ricos dejen de aportar los 10.000 millones de dólares vinculados al protocolo de Kyoto que expira a finales de este año.
Estos países son los que han tenido históricamente un menor impacto medioambiental debido a su escasa industrialización y, sin embargo, son quienes sufren con más intensidad los cada vez más devastadores efectos del cambio climático, principalmente por las sequías extremas y las inundaciones.
Esta coalición de países, la mayoría africanos y estados insulares del Pacífico, temen que -en medio de la peor crisis económica desde el Crash del 29 – no se llegue a ningún acuerdo que cubra sus necesidades hasta 2020, año a partir del cual los países más desarrollados se han comprometido a aportar 100.000 millones de dólares anuales.
Algunas organizaciones no gubernamentales, como Greenpeace y Oxfam, se han unido al clamor para exigir a los países industrializados que pongan en marcha la financiación del Fondo Verde para proyectos de reducción de emisiones en países emergentes tras dos meses de periodo estival en los que el fortísimo deshielo en Groenlandia ha encendido todas las alarmas.
“Los países desarrollados deben proveer una sustancial capitalización inicial para cumplir con su compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 para apoyar acciones contra el cambio climático en países en desarrollo”, ha declarado la responsable de investigación de Oxfam, Riza Bernabe.
El Fondo Verde, que debe empezar a gestionar proyectos en 2013, fue aprobado en la Cumbre de Cancún (México) de 2010 y ratificado en la de Durban (Sudáfrica) del año pasado sin que se acordara la fórmula para su financiación hasta 2020.
Las negociaciones de Bangkok están dirigidas a avanzar hacia un pacto global de reducción de emisiones que los países en desarrollo ligan a garantías de financiación con la que afrontar los riesgos del calentamiento global.
Además de la financiación, la prórroga del protocolo de Kyoto, es una de las cuestiones que distancia a los países industrializados y a los menos desarrollados.
El comisionado de Filipinas, Naderev Saño, admitió que decisiones como las de Canadá, que en diciembre anunció que no suscribiría la prolongación del Protocolo de Kyoto, aumentan la incertidumbre de los países emergentes sobre la financiación de sus proyectos.
Saño también se mostró partidario de limitar a cinco años y no a ocho, como propone la Unión Europea, la prórroga del llamado Kyoto 2, un periodo puente para la adopción en 2015 de un nuevo acuerdo global de reducción de emisiones que entraría en vigor en 2017 o 2020 según las distintas opciones.
Por otra parte, destacó la creciente cooperación y fuerza negociadora de los países en desarrollo, y se mostró optimista ante la posibilidad de rehacer puentes con los países desarrollados en las negociaciones de Bangkok, que concluyen el próximo 5 de septiembre.
“En Bangkok los gobiernos deben diseñar un programa de trabajo para poner las negociaciones en el camino correcto de manera que en Doha se puedan concretar decisiones que hagan una diferencia en favor del clima”, dijo la consejera de Greenpeace en el Sudeste de Asia, Zelda Soriano