La Comisaria Europea de Cooperación Internacional, Ayuda Humanitaria y Respuesta a las Crisis, Kristalina Georgieva, ha realizado la siguiente declaración:
«Hoy es el Día Mundial de la Ayuda Humanitaria. Hace nueve años, en un día como hoy, el Representante Especial en Irak del Secretario General de las Naciones Unidas, Sergio Vieira de Mello, y veintiuno de sus compañeros de trabajo fueron asesinados en el atentado con bomba a la sede de las Naciones Unidas en Bagdad. Es un día para rendir solemne homenaje a todo el personal humanitario que ha trabajado en defensa de la causa humanitaria y en ello han perdido la vida.
El atentado con bomba al Hotel Canal cambió de modo irreversible la situación de seguridad en que realizan sus tareas los trabajadores humanitarios. El trabajo humanitario es uno de los oficios más peligrosos del mundo. Los secuestros, disparos y amenazas de muerte forman parte, con demasiada frecuencia, de la descripción de su trabajo en lugares castigados por los conflictos, como Sudán, Siria y Somalia. Los trabajadores humanitarios están expuestos cada vez a mayores riesgos, al tiempo que prestan una ayuda vital a las víctimas de los conflictos y de las catástrofes en todo el mundo. Es inaceptable que estos trabajadores, que prestan un servicio a la Humanidad, sean objeto de acoso, secuestro o incluso asesinato.
En la última década se han triplicado los ataques a los puestos humanitarios. Según las Naciones Unidas, desde 2011, 109 trabajadores humanitarios han sido asesinados, 143 han resultado heridos y 132 han sido secuestrados. La inmensa mayoría de estas víctimas no eran trabajadores humanitarios internacionales, sino personas que prestan ayuda en su propio país, trabajando al nivel más cercano de la población local. Los crímenes contra civiles desarmados nunca están justificados. Cuando esos crímenes se cometen contra personas que dedican sus vidas a salvar a otras personas, la injusticia es todavía más patente.
La seguridad y la protección de los trabajadores humanitarios dependen directamente de que tengan acceso seguro a las poblaciones vulnerables y presten su ayuda de modo sostenible. Miles de personas vulnerables pueden quedarse sin apoyo esencial si se suspenden o anulan los programas por motivos de seguridad.
Los trabajadores humanitarios nos hacen sentir cada vez más cercanos unos de otros, recordándonos que somos una sola familia que comparte el mismo sueño de un planeta en paz en el que todos podamos vivir con seguridad y dignidad.
Así pues, este es también un día para reflexionar sobre nuestras propias vidas y pensar en qué más podemos hacer para ayudar a las personas que padecen conflictos, catástrofes y penalidades. Dejemos que aquellos a quienes hoy rendimos homenaje nos inspiren para emprender nuestro propio camino y hacer que el mundo sea mejor y nuestra familia humana esté más unida.».
Contexto
El 11 de diciembre de 2008, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución A/63/L.49, promovida por Suecia, sobre el Fortalecimiento de la Coordinación de la Asistencia Humanitaria de Emergencia de las Naciones Unidas, que designó el 19 de agosto como Día Mundial de la Ayuda Humanitaria.
Esta Resolución fue la primera en dar un reconocimiento especial a todos los trabajadores humanitarios de las Naciones Unidas y asociados que obraron en defensa de la causa humanitaria y perdieron la vida en el ejercicio de su misión. Esta Resolución insta a todos los Estados miembros y las entidades de las Naciones Unidas, dentro de los límites de los recursos disponibles, así como a las demás organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales, a conmemorar todos los años de modo adecuado este Día Mundial de la Ayuda Humanitaria.
En la actualidad, hay más de medio millón de trabajadores humanitarios en el mundo, contando tanto los que se ocupan de la ayuda humanitaria como los que se ocupan del desarrollo. Según la última evaluación detallada del sector, realizada en 2008, hay 595 000 trabajadores humanitarios (incluidos los trabajadores internacionales y nacionales de las agencias humanitarias de las Naciones Unidas, las organizaciones no gubernamentales internacionales y la familia de la Cruz Roja Internacional y de la Media Luna Roja).
En los últimos años, han aumentado notablemente los ataques contra trabajadores humanitarios; un número cada vez mayor de estos ataques tienen una motivación política y están dirigidos directamente contra los trabajadores humanitarios. En la última década, más de 800 han sido asesinados al ayudar a los necesitados, y otros 1 300 han sido secuestrados o heridos. Durante el mismo período se ha triplicado el número de ataques contra la seguridad de los trabajadores humanitarios.
Para prestar su ayuda, los trabajadores humanitarios deben tener acceso a las personas que la necesitan. Dicho acceso puede ser difícil de conseguir tras una catástrofe natural o en medio de un conflicto armado. La seguridad es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la comunidad humanitaria, que lucha contra las nuevas y cada vez más complejas restricciones aplicadas en el espacio humanitario.
Los principios humanitarios y los marcos jurídicos internacionales ofrecen un determinado nivel de protección oficial, pero a menudo se hace caso omiso de los mismos. Las condiciones en que desempeñan sus tareas los trabajadores humanitarios encierran mayores peligros cada año. Los emblemas y banderas humanitarios, que tradicionalmente suponían una protección para los trabajadores humanitarios, los están convirtiendo ahora en blancos potenciales.
Ejemplos recientes de ataques contra trabajadores humanitarios
Afganistán sigue siendo el país más peligroso para los trabajadores humanitarios. Desde 2011 se han producido 51 ataques, en los cuales han muerto 36 personas y más de 50 han sido secuestradas, la gran mayoría de ellas de nacionalidad afgana. Recientemente, han sido secuestrados cuatro trabajadores de la organización asociada ECHO mientras se desplazaban por las montañas de Badakhshan.
Somalia y Kenia también se hallan entre los países con mayor número de ataques. En junio de 2012, la Secretaria General del Consejo Noruego para los Refugiados, Elisabeth Rasmussen, tuvo suerte de salir indemne del ataque a un convoy en el que viajaba, ataque en el que fue asesinado el conductor y fueron secuestrados cuatro trabajadores humanitarios.
Siria se convirtió en un país peligroso para los trabajadores humanitarios el año pasado. Pese al escaso número de trabajadores humanitarios sobre el terreno debido a las dificultades de acceso, no menos de seis de ellos fueron asesinados desde principios del año mientras prestaban ayuda. En el caso de dos de esas muertes se alega que las víctimas, ambas de la Media Luna Roja Siria, fueron un blanco deliberado. Estos ataques, así como cualquier otro ataque deliberado contra trabajadores humanitarios, constituyen violaciones directas del
Derecho Internacional Humanitario.
Darfur es uno de los lugares más peligrosos para los trabajadores humanitarios. En junio, Patrick Noonan, un trabajador humanitario británico del PMA, fue liberado tras 86 días de cautividad, después de su secuestro por pistoleros en la región de Darfur, en Sudán Occidental. Noonan trabajaba en Sudán como experto en logística desde hacía dos años. Desde 2009, 40 trabajadores humanitarios han sido secuestrados en Darfur, incluidos Noonan y seis miembros de tripulación aérea que colaboraban con el Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas, gestionado por el PMA.
Según investigaciones llevadas a cabo por las Naciones Unidas, más del 50 % de los ataques en el último año se produjeron mientras los trabajadores humanitarios viajaban por carretera. A pesar de su mayor vulnerabilidad cuando viajan por carretera o por terrenos accidentados en zonas inseguras, los trabajadores humanitarios a menudo se niegan a ir acompañados de escoltas armados por el riesgo de que las poblaciones locales los perciban como apoyados o protegidos por una de las partes en el conflicto. Por ello, ir acompañado de escoltas armados puede ser más seguro a corto plazo, pero a largo plazo puede reducir el acceso a las personas que necesitan la ayuda humanitaria. Esta previsión por parte de los trabajadores humanitarios es importante, ya que muchos conflictos pueden durar años o incluso décadas, mucho tiempo después de que se desvanezca el interés de los medios de información.
La UE es el mayor donante mundial de ayuda humanitaria. Más de 300 personas de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) de la Comisión trabajan en su sede de Bruselas y otras 400 en las 44 oficinas situadas en 38 países del mundo donde haga falta ayuda humanitaria.
La Comisión colabora con más de 200 organizaciones de ayuda. Entre sus socios humanitarios se cuentan 14 organismos de las Naciones Unidas, 191 organizaciones no gubernamentales y tres organizaciones internacionales (Comité Internacional de la Cruz Roja/Media Luna Roja, Federación Internacional de la Cruz Roja/Media Luna Roja y Organización Internacional para las Migraciones)