Un equipo internacional de científicos, con participación española, arroja luz sobre el canibalismo e infanticidio perpetrado por los primates al documentar por primera vez estos actos en el tamarino bigotudo (Saguinus mystax). Las madres, que son incapaces de criar a sus pequeños sin la ayuda paterna, cometen infanticidio para evitar la muerte posterior de su cría en un contexto de estrés y de competencia con otras hembras.
“El infanticidio es un comportamiento extremo, y en la mayoría de las especies, es la forma para el macho de eliminar a un competidor y acelerar la receptividad sexual de las hembras”, explica a SINC Yvan Lledo-Ferrer, uno de los autores, e investigador en el Área de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y en el Centro Alemán de Primates.
Sin embargo, en los primates calitrícidos (la familia de primates a la que pertenece Saguinus mystax), son las hembras las que perpetran el infanticidio. “Gracias a los análisis genéticos, demostramos que es la propia madre la que acaba con la vida de su cría”, asegura Lledo-Ferrer.
El estudio, que se ha publicado en la revista Primates, permitió observar de 1999 a 2008 tres grupos diferentes de tamarinos bigotudos de la selva peruana para determinar de qué forma la ayuda de otros miembros macho del grupo y la ausencia de competencia entre hembras asegura la supervivencia de las crías.
Los resultados indican que el 75% de las crías sobrevive cuando al menos tres machos ayudan, y solo lo hace el 41,7% cuando el grupo cuenta con uno o dos machos ayudantes. En cuanto a la competencia con otras hembras, el 80% de las crías muere con menos de tres meses de edad si en el grupo hay dos hembras gestantes. Esta cifra se reduce hasta el 20% cuando hay una sola hembra reproductora.
Observaciones inesperadas
La sorpresa para los científicos llegó cuando, en el espacio de un año, cuatro crías murieron, y las necropsias realizadas no detectaron ninguna patología que comprometiera su supervivencia. En solo una de las muertes observadas de forma inesperada, la madre asesinó a su camada. El resto murió “sin ayuda”.
“Normalmente las crías caen al suelo desde la altura y el grupo intenta recogerlas hasta que la cría ya no tiene fuerzas para agarrarse al lomo del portador. En ese momento la abandonan en el suelo. Sin embargo, en uno de los casos, la madre mató a su propia cría sin que ésta hubiera caído al suelo como era el patrón habitual”, describe el experto.
Según los investigadores, en los casos de infanticidio, la dominancia reproductiva no está bien establecida, y existe competición entre las hembras por alcanzar la posición dominante. “Esta competición genera elevados niveles de estrés prenatal que pueden afectar al feto y por lo tanto a la viabilidad de las crías o a la producción de leche de las madres”, apunta el científico español.
La madre mata a la cría con escasas posibilidades de sobrevivir por la situación social del grupo (escaso número de ayudantes y presencia de otra hembra en periodo de gestación). En los casos observados, “la madre consumió el cerebro de la cría, y obtuvo así una fuente de nutrientes suplementaria y de alta calidad, que compensa ligeramente los costes de la gestación”, concreta Lledo-Ferrer.
Una de las explicaciones a estos actos es que los calitrícidos son unos primates muy especiales. Poseen un sistema cooperativo de cuidado de las crías en el que participan todos los individuos del grupo, y la crianza es una actividad “extremadamente” costosa: todo el grupo debe colaborar para sacar adelante a una camada.
En esta familia de primates solo una hembra puede reproducirse con éxito en cada grupo, mientras que las demás inhiben su ovulación. El periodo de gestación es de unos seis meses.