Por Manuel García Linares.-Se dice que fe es creer en lo que no vimos, pero aquí estamos viendo demasiadas cosas entre la mediocridad política como para mantener la fe, quizás sea esta una de las causas de que andemos vagando de un lado para otro, buscando una luz de esperanza en medio de un mundo convulso porque hemos perdido la fe en nuestros dirigentes, sean de gobiernos democráticos, aristocráticos o religiosos.
El ser humano ha perdido la fe, o mejor dicho la ha cambiado por la fe tecnológica, ya no tenemos esa fe ciega, de carácter espiritual que movía montañas, esa fe con la que conseguíamos todo lo que nos proponíamos como aspiración de superación en el transito de nuestra vida, teníamos fe en la familia, en los vecinos, en el médico, en los maestros, en los amigos, incluso en los políticos, pero nuestra capacidad de creer se ha ido extinguiendo y ya solamente nos queda fe en la tecnología, en la carpeta mágica llamada “tableta” en la que podemos llevar toda nuestra vida metida por capítulos e ilustrada, todo cuanto necesito me lo proporciona esta maravilla del mundo virtual, al menos, hasta el momento, todo era así, pero hemos llegado a una situación en que lo virtual se ha enfrentado con lo real y de pronto nos encontramos conque la fe depositada en la tecnología es como la que habíamos depositado en el gobierno, no nos resuelve nada por mas teclas que toquemos.
La fe de antes era diferente, era confiar en la cosecha de fabas o patatas, cuando previamente las habíamos plantado; el trabajo acompañado de la fe nos proporcionaba unas buenas cosechas que permitían llenar el hórreo o la panera asegurando el sustento familiar, incluso nos facilitaban el ganar unos reales con los excedentes. La tableta nos proporciona la información y nos orienta hacia donde caminar, pero no nos permite llenar la panera; la tableta viene como el becerro de oro de nuestro siglo XXI, nos deslumbra y lo adoramos como un nuevo Dios, pero luego no pasa de ser algo de materia ilusoria que, al igual que las luces de neón, nos hace soñar.
Estamos viviendo una primavera tardía que hace que los calores del estío se retrasen pero esto nos permite gozar del placer de la contemplación de una exuberante masa forestal en donde coronando el follaje lucen al sol, como lenguas de fuego, las doradas candelas del castaño, aparecen los “cacellos” de los avellanos, preservando su fruto para dentro de unos días, los nogales presumen de una abundante cosecha en donde resaltan esas cascaras, tipo ciruela, que al mordisco de la mona tanto le habían amargado; la tecnología de la naturaleza viene realizando el milagro de la vida, año tras año, olvidándose de que los humanos hemos perdido la fe en ella, quizás porque para disfrutar de sus frutos tenemos que hacer el esfuerzo de recogerlos. Vivir en contacto con la naturaleza quizás nos hiciese recuperar la fe perdida y ver la luz para la solución de la economía.
Cuando gozábamos de fe, cuando teníamos algún problema o mala conciencia, acudíamos al confesionario y se lo contábamos al cura, quien tras escucharnos, pacientemente, nos daba el remedio; un padre nuestro y tres Aves Marías, con esto uno se iba para casa la mar de contento, con su conciencia limpia, hasta que volviesen los “malos pensamientos”, que por lo general eran y siguen siendo nuestras faltas mas comunes, claro que había situaciones excepcionales y estas eran las referentes al hurto, porque en este caso, además de la penitencia había que restituir lo hurtado, pero la fe nos ha apartado del confesionario que ahora permanece solitario y deteriorado en los rincones de la iglesia, ha caído en desuso como los aperos de labranza y otros útiles domésticos, consecuencia de la perdida de la fe y poca utilidad práctica; respecto al hurto, no me extraña que los políticos pierdan la fe, porque así evitan la “restitución”.
La perdida de la fe nos hace ser mas infelices, ya nadie se fía del gobierno de turno ni en las soluciones de este para los problemas que nos acucian pero al no acudir al confesionario, a la Meca, al oratorio de Buda o al muro de las lamentaciones, tenemos que ir al bar para contarle al camarero nuestras cuitas, si esto no funcionase, podemos asistir a un reservado de un lugar de alterne y enseñarle a la acompañante el Iphone, el ipac o la tablet pasando con el dedo las imágenes de lo que eramos y lo que somos a la vez que le contamos nuestros problemas y bebemos cava para olvidar, si nada de esto nos tranquiliza debemos de acudir a psicólogo o al psiquiatra, esto es lo mismo que acudir al confesionario pero mas caro y todo por carecer de fe.
Soy partidario de restaurar el confesionario, que con frecuencia es una gran obra de artesanía, en el podré volver a encontrar mi paz interior por un bajo coste y a la vez me permito continuar con los malos pensamientos, que ahora, no van por donde antes, ahora van hacia todos aquellos que consideramos responsables del desaguisado que estamos sufriendo, exceptuándonos cada uno de nosotros.
1 comentario
# Emily Responder
10/08/2012 20:49Estoy del todo de acuerdo, me parecen muy exactas las definiciones de las distimtas "fe",realmente es todo cierto