La nueva novela de Ricardo Menéndez Salmón reflexiona sobre el arte “como forma de consuelo frente al mundo no siempre grato que nos toca vivir” y, al tiempo, es una crítica hacia el “circo” en que se ha convertido la actividad artística. “La conversión del artista en figura mediática me parece un drama” ha señalado en Santander el autor nacido en Gijón “porque a mí, personalmente, me interesa la idea de desaparecer. La de no servisible”.
Menéndez Salmón, que protagoniza esta tarde los ‘Martes Literarios’ de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), ha señalado también en una rueda de prensa previa al acto -que se organiza en colaboración con El Diario Montañés- que todo su trabajo es una “obra única” atravesada por las mismas obsesiones y vestida “con distintos ropajes” en la que existen “pasadizos secretos” entre los ocho libros que ha publicado. En septiembre aparecerá su novena novela, titulada ‘Medusa’, que está conectada, a su vez, con otras.
Como en ‘La luz es más antigua que el amor’, el protagonista del próximo título es un artista que cultiva la pintura, la fotografía y el cine, que muere en los años 60 del siglo XX, y que intenta proteger su intimidad de manera que no queda ningún registro de su propia persona.
El autor declaró que ‘Medusa’ es, a la vez, una reflexión sobre la mirada, lo que la emparenta con otro de sus libros ‘La ofensa’, en el que un hombre decide dejar de mirar porque no soporta lo que el mundo le ofrece.
Por el contrario, en ‘Medusa’ el protagonista decide no dejar de mirar nunca, “por muy horroroso que sea el escenario que contempla”. Ese protagonista no contiene trazas autobiográficas, aunque sí el narrador, un profesor que cuenta su historia, fascinado por ella.
A sus ojos, la función de la literatura “es más lanzar preguntas que pretender contestarlas. Una de sus funciones “es asomarse a lugares incómodos del mundo, donde no queremos normalmente asomarnos y dejar constancia de que esos lugares existen”.
“Me siento comprometido con una literatura de ideas, que es lo contrario de una literatura de tesis: no pretendo que mis libros sean guías morales, sino que sean preguntas acerca de los temas que el siglo XX nos ha puesto encima de la mesa”, apuntó. Sus obsesiones son “la maldad”, el conflicto entre la libertad del individuo y el mundo en el que le toca vivir, y el conflicto “entre la Historia, con mayúsculas, y las historias, con minúsculas”, que es donde la literatura “tiene algo que decir”.
El escritor reconoció que en los últimos años ha publicado a menudo, pero que la maquinaria “se va ralentizando”, lo que no significa que haya “menos que decir, sino más responsabilidad”. La idea de dejar de escribir tampoco le resulta totalmente ajena, porque quizá eso supondría “que ya soy plenamente feliz. Realmente solo escribe quien está insatisfecho con la vida que tiene y con la vida que le rodea”.
Finalmente, Menéndez Salmón se congratuló de que no vaya a aumentar el IVA sobre el libro de papel hasta el 21 por ciento. “Que no suba el libro canónico nos salva a muchos”. Pero sí se gravará con ese porcentaje al libro digital, algo que afirmó no entender muy bien porque se está poniendo en marcha “una maquinaria enorme” hacia éste “y, de pronto, le dan este sablazo que no sé como va a repercutir”, sobre todo siendo España un país “tan paradójico” porque es uno de los que más edita, “y en el que menos se lee”.