Ping pong y béisbol al servicio de la CIA

Ping pong y béisbol al servicio de la CIA

Por Eva Rodríguez/SINC.- No es ningún secreto que los aficionados al béisbol en Cuba se cuentan por miles. Menos conocida es la acción diplomática que promovió EE UU en plena Guerra Fría para mejorar, sin éxito, las relaciones con el país vecino a través de este deporte. Otra iniciativa, el Campeonato Mundial de tenis de mesa de 1971 celebrado en Japón, reconcilió la China de Mao con los EE UU

 

La elección de Pekín como sede de los juegos olímpicos en 2008 fue el culmen del reconocimiento internacional de la República Popular de China. Pero esta etapa comenzó a fraguarse décadas atrás, con el acercamiento entre dos jugadores de pimpón, un chino y un estadounidense, que cambió las relaciones económicas y políticas entre los dos estados. Sucedió durante la organización de un torneo mundial de pimpón en 1971 en Nagoya (Japón).  

 

Cuatro años después de aquel éxito diplomático del tenis de mesa, Washington planeó varios intentos para utilizar el béisbol de una manera similar y reparar las relaciones internacionales con La Habana. Junto con el boxeo, el béisbol  es el deporte más popular de Cuba, que ha ganado en los últimos cinco juegos olímpicos tres medallas de oro y dos de plata.

 

“Hemos analizado las circunstancias por las que el primero fue un caso de éxito, y el segundo y menos conocido, un fracaso estrepitoso”, explica a SINC John Sugden, investigador de la Universidad de Brighton y coautor del estudio que publica la edición de junio de la revista International Relations.

 

Los expertos contrastaron las dos iniciativas diplomáticas a través de estudios previos y de material no clasificado de los Archivos de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE UU.

 

La diplomacia del pimpón fue un hito en las relaciones bilaterales entre China y EE UU

 

Mao, Nixon y la diplomacia del pimpón

 

“En el caso de EE UU y China, los estadounidenses se encontraron en un momento de la historia en la que debían retirarse de Vietnam, y creyeron que forjar una relación con China podría ayudar a facilitar esta tarea. Por su parte, China rompía su armonía con la Unión Soviética y sentía la necesidad de alinearse con los Estados Unidos para contrarrestar la creciente agresividad de su antiguo aliado”, señalan los expertos.

 

La administración de Nixon (EE UU) buscaba, además, abrir una brecha entre las dos principales potencias de órbita comunista, China y la antigua URSS. “Tanto Mao Zedong –líder de la República Popular China– como Richard Nixon –presidente de los EE UU– eran hombres con grandes egos que estaban preocupados por fortalecer y mejorar su imagen”, añaden.

Surgió entonces un acercamiento diplomático que cambió el rumbo de la historia. La Federación de Tenis de Mesa de EE UU aceptó la invitación, al igual que sus homólogos chinos, para jugar en un torneo internacional en Japón en abril de 1971.

“Era la primera vez que China, que había dominado el pimpón mundial, había roto sus relaciones deportivas con los países occidentales y suprimido varios deportes tras su revolución cultural, accedía a enviar un equipo representativo con la bendición de Mao”, indican los investigadores.

 

Lo que ocurrió después forma parte de la historia. El 4 de abril de 1971, un jugador del equipo de pimpón de EE UU, Glenn Cowan, se subió al autobús de la agrupación china y entabló una conversación con el capitán, Zhuang Zedong, considerado entonces el mejor jugador masculino de tenis de mesa del mundo. Su desafío a los tabúes políticos y a los estereotipos nacionales quedó retratado por los fotógrafos de las agencias Associated Press y France Press, que habían sido avisados. Las imágenes de Cowan y Zhuang se difundieron por todo el mundo y, desde ese momento, las relaciones entre China y EE UU iniciaron un viaje hacia el acercamiento.

 

“No hay duda alguna de que la diplomacia del pimpón representa un hito en las relaciones bilaterales. Una iniciativa que tuvo éxito debido a la interdependencia de intereses y la emergente ‘relación de poder simétrica’ entre los dos estados”, asegura Sugden.

 

El béisbol no funcionó con Cuba

 

 El caso cubano tuvo otro desenlace. El primero que se planteó una iniciativa diplomática con la Habana a través del béisbol fue el político germano-estadounidense Henry Kissinger en 1975 que, tras la salida de la Casa Blanca de Nixon por el escándalo Watergate y con la guerra de Vietnam terminada, continuó en el equipo de gobierno del trigésimo octavo presidente de los EE UU, Gerald Ford.

 

Un jugador del equipo de pimpón de EE UU se subió al autobús de la agrupación china y entabló una conversación con el capitán.

 

“Ford tenía poco o nada que ganar políticamente si mejoraba su relación con Cuba, pero mucho que perder”, aseguran los investigadores, en referencia a la influencia de los cubanos exiliados en Miami y la situación de la Guerra Fría.

 

Durante ese período las actividades de espionaje se daban por ambas partes. Los grupos de extrema derecha del exilio cubano reclutados por la CIA y la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) emprendían campañas violentas contra Cuba. Por otro lado, los servicios de inteligencia cubanos enviaban a agentes a Miami para infiltrarse en estas organizaciones contrarrevolucionarias.

 

La idea de un intercambio de béisbol entre EEUU y Cuba la propuso formalmente Bowie Kuhn, Alto Comisionado de la Gran Liga de Béisbol (MLB, por sus siglas en inglés). En una serie de comunicados secretos entre el Departamento de Estado y la MLB a lo largo de 1975, se expusieron las opciones de juego entre el equipo nacional cubano y un equipo All-Star de la MLB. “Hay una serie de acontecimientos intrigantes reveladas en dichos documentos”, dice el trabajo.

 

El primero es que la MLB había estado en contacto con el Ministerio Cubano de Deportes fuera de los canales oficiales de comunicación política. El segundo, la “estrechez de miras” de los burócratas estadounidenses que plantearon cómo podían beneficiarse de un deporte de exhibición. Por último, los documentos también revelan que los cubanos tuvieron en cuenta su infraestructura para el juego de la liga americana de béisbol.

 

El porqué del fracaso

 

“En documentos desclasificados obtenidos a partir de la NSA, Kuhn escribe a Henry Kissinger en enero de 1975 y le propone que un All-Star de la MLB viaje a Cuba a finales de marzo para una serie de exhibición. Durante las siguientes seis semanas la propuesta es considerada, debatida y rechazada por el dirigente estadounidense”, revelan los investigadores.

 

El que sí se mostró favorable a la iniciativa de Kuhn fue el secretario de estado William Rogers, que escribía a Kissinger: "El béisbol de la Gran Liga tiene un valor mágico para proyectar una imagen positiva de los EE UU allí donde se juegue". Rogers consideraba que esta acción diplomático-deportiva tendría un significado simbólico –como lo tuvo en la China de Mao– que no se limitaría a las páginas de deportes: “Elegir un juego en el que probablemente ganemos iría bien a los estadounidenses, que están deprimidos por las victorias de los comunistas en los juegos olímpicos”, añadió.

 

Subestimaba a los cubanos. Quizá desconocía que en ese momento la selección nacional de Cuba había ganado en más de 100 partidos internacionales disputados.

 

“En el contexto histórico de 1975, si el presidente Ford hubiera hecho el anuncio del viaje a Cuba del All-Star americano, habría sido el equivalente a un suicidio político, en vista a las elecciones de 1976 y dada la presión de grupos de poder cubanos en Washington”, subraya Sugden. Sin embargo, las comunicaciones continuaron y el senador George McGovern en su gira diplomática por Cuba en 1975 se reunió con Fidel Castro y discutió la posibilidad de un acercamiento deportivo.

 

El senador George McGovern se reunió con Fidel Castro para negociar un torneo de béisbol entre Cuba y EE UU

Según el estudio, Castro anunció públicamente su invitación para jugar contra los estadounidenses, pero las fechas se mantuvieron en secreto. Por su parte, Kuhn insistió en que la serie de béisbol en Cuba debería celebrarse en marzo para no interrumpir la temporada americana, y llegó a declarar, sin rodeos, que no habría partidos de exhibición si los jugadores cubanos no eran libres de negociar contratos para jugar en EE UU.

“En ese momento los atletas de América Latina comienzan a tener una mayor presencia en los equipos de la MLB. Kuhn estaba pensando en los cubanos como ‘mano de obra futura’ y los malentendidos abundaron durante todo el proceso, con intenciones enmascaradas y motivaciones ocultas de todos los actores involucrados”, aseguran los autores.

 

Finalmente el torneo no se materializó. Con la llegada de Jimmy Carter a la presidencia de EE UU en 1977, se dio un cambio en el enfoque. Una delegación de atletas y entrenadores de los Astros de Houston voló a Cuba para poner en marcha técnicas de coaching y fomentar los contactos con el béisbol cubano, sin jugar ningún partido. También visitó La Habana George Steinbrenner, dueño de los Yanquis de Nueva York. Pero aquella vez, como indica John Sugden, “las circunstancias políticas y la lucha de intereses impidieron cualquier acercamiento real”.

 

Imagen: 0xFCAF 

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