CGP/DICYT Debido al calor, en verano aumenta la sudoración, lo que repercute en una mayor necesidad de reemplazo de líquidos corporales. El mantenimiento del equilibrio de agua y las sales minerales en el organismo está estrechamente regulado. Para ello, intervienen en el control de la ingesta y la eliminación del agua varios mecanismos, que implican fundamentalmente la sed, el hipotálamo y el riñón. “La sed es una señal que nos avisa de la necesidad de beber líquidos para evitar la deshidratación”, explica la doctora María Ballesteros, especialista en Endocrinología y Nutrición del Complejo Asistencial Universitario de León y miembro del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
“Aunque la variabilidad extrema en las necesidades de agua, basadas en las diferencias del metabolismo y en condiciones ambientales y en la actividad, imposibilita dar un nivel único de consumo de agua que asegure una hidratación adecuada y una salud óptima para todas las personas aparentemente saludables en todas las condiciones ambientales, se recomienda en general un consumo de agua de 3 litros al día para varones y de 2'2 litros diarios para mujeres”.
Estas cifras se han calculado a partir de las recomendaciones sobre ingesta de agua del Instituto de Medicina de Estados Unidos en 2004, que estableció valores de Consumo Adecuado de 3'7 litros al día en hombres y 2'7 litros al día en mujeres, así como del hecho de que el 80% de las necesidades de agua se obtiene a partir del agua y otras bebidas y el 20 por ciento restante proviene del agua obtenido a partir de los alimentos que se ingieren. A este respecto, la doctora María Ballesteros añade que “las bebidas alcohólicas no son adecuadas para evitar la deshidratación e incluso pueden favorecerla”.
En relación a la diferencia entre mujeres y hombres, esta experta explica que se debe a que el contenido corporal de agua es variable según la edad, el sexo y el contenido corporal de grasa: “Puesto que la grasa no es soluble en agua, a mayor cantidad de grasa corporal, menor porcentaje de agua, lo que explica las diferencias entre hombres y mujeres, de forma que mientras que en los primeros el agua corporal supone alrededor del 60 por ciento del peso, en mujeres es de alrededor del 50 por ciento”.
Verano, deporte e ingesta de agua
En verano, debido al calor, aumenta la sudoración, lo que repercute en una mayor necesidad de reemplazo de líquidos corporales. Las altas temperaturas, junto con el hecho de que se incrementa la actividad física al aire libre, hace necesaria una mayor atención y cuidado con la ingesta de agua, según la información de la SEEN recogida por DiCYT.
“La deshidratación resultante del reemplazo inadecuado de los líquidos durante el ejercicio puede elevar la temperatura corporal central y aumentar la tensión en el sistema cardiovascular, causando un golpe de calor”, afirma la doctora Ballesteros. Para evitarlo, esta experta indica que es recomendable reemplazar las pérdidas de agua por sudoración durante el ejercicio a un ritmo similar a la tasa de sudoración, especialmente en caso de ejercicio intenso o en condiciones climáticas adversas.
Por otra parte, esta experta hace hincapié en que el agua y las bebidas deportivas no son peligrosas para los atletas cuando se consumen como se recomiendan, es decir, en volúmenes que se acerquen a las pérdidas en sudoración. “Sin embargo, la sed no debe ser el único determinante de cuánto líquido se repone, de forma que el consumo de una bebida deportiva con una cantidad adecuada de sodio, al menos 100 miligramos/240 mililitros, estimula a continuar bebiendo, reemplazando de forma más adecuada las necesidades de líquido y electrolitos del individuo activo que el agua”.