El experto en Nutrigenómica José María Ordovás ha predicho esta mañana que “no será más allá de cinco, seis o siete años” el tiempo que resta para que se “democratice” el conocimiento de la predisposición genética que tiene una persona, desde que nace, hacia las enfermedades que pueden marcar su vida 40 años después.
Según ha asegurado, ya existen prototipos que pueden utilizarse, “aunque son caros” y no existen “suficientes expertos” que sepan interpretarlos. El especialista cree que queda algo más de un lustro para la “revolución de la tecnología genómica” que supondrá que todo el mundo pueda conocer sus datos genéticos desde el primer momento de su vida.
Ordovás realizó esta afirmación en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) donde dirige el encuentro ‘Nutrigenómica: la clave para la nutrición personalizada’, que está patrocinado por el Banco Santander a través de su división global Santander Universidades y el Instituto Tomás Pascual para la Nutrición y la Salud.
El profesor de Nutrición y Genética de la Tufts University de Boston alertó contra los test genéticos que circulan por internet, que lo mismo te dicen “lo inteligente que va a ser tu hijo o qué tipo de deporte debe hacer cada uno”. Un informe genético, recalcó, debe estar siempre “interpretado por un profesional de la salud” y contener una serie de datos. También advirtió que, en la actualidad, las pruebas que pueden adquirirse en la red vienen con “un saquito de pastillas para tu genoma”, algo que “no tiene ningún sentido”.
“No pretendemos que la gente convierta su vida en consumir una serie de pastillas de colores”, sino que se persigue que cada cual pueda modificar su dieta “en su beneficio, de forma razonable” para prevenir enfermedades como la diabetes, la obesidad, el cáncer e incluso dolencias neurológicas como la demencia senil o el Alzheimer, que son “un reto” porque se pueden convertir en el futuro en “graves problemas sociales” en el futuro.
El prestigioso investigador explicó que se podrán diseñar dietas específicas para las distintas “tribus genéticas”, de forma que una sola propuesta de alimentación beneficie a un gran grupo de personas que compartan parecidos riesgos de enfermedad. Estas proposiciones de dieta personalizadas no buscan aumentar la esperanza de vida de la población, sino “retrasar” hasta 20 años la aparición de las enfermedades a las que un individuo está predispuesto.
Ordovás recordó la gran importancia que tiene la nutrición “en lo que somos”. Durante “miles de años” los seres humanos “hemos estado mejorando el coloquio entre nuestros genes y el medio ambiente”, lo que supone que “nuestros genes se han ido modificando”.
También se refirió a los descubrimientos que se han hecho en torno a la cronobiología, la ciencia que estudia “nuestra realidad a lo largo de cada hora del día”. “Qué comemos y cuándo define nuestros ritmos diarios”, declaró, para agregar que son “los genes” los que hacen que las personas sean “alondra o búho: esto está marcado en nuestro genoma”. Y lanzó una advertencia: “cada vez dormimos menos. Lo ideal es dormir entre siete y ocho horas, pero en las últimas décadas hemos bajado en una hora nuestro tiempo de descanso”, cuando está demostrado que, “cuanto menos se duerme, más obeso se es”.