Un equipo internacional de científicos ha descubierto, gracias al análisis de dientes fosilizados de entre 2,4 y 1,7 millones de años de antigüedad hallados en cuevas de Sudáfrica, que las hembras de Australopithecus africanus y Paranthropus robustus se desplazaban del lugar de nacimiento y cambiaban de grupo a lo largo de su vida mientras que los machos se quedaban cerca ‘de casa’.
“Cuando alcanzaban la edad adulta, los machos permanecían en su comunidad de origen mientras que las mujeres se marchaban para unirse a otros grupos”, explica a SINC Sandi Copeland, autora principal del estudio e investigadora del departamento de Evolución Humana del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck (Alemania).
El estudio, publicado ahora en Nature, ha permitido analizar, a través del uso de isótopos del estroncio, el esmalte dental de 19 homínidos (ocho Australopithecus africanus y once Paranthropus robustus) cuyos restos se hallaron en las cuevas Sterkfontein y Swartkrans (Sudáfrica).
Los resultados demuestran que solo el 10% de los dientes de homínidos macho no pertenecían a la zona local, mientras que más de la mitad de los dientes de hembras procedía de fuera. “Cerca del 90% de los homínidos macho crecieron en la misma zona donde murieron, es decir, cerca de las cuevas”, apunta Copeland, quien añade que los machos permanecían en el mismo grupo social durante toda su vida.
Según los investigadores, los Australopithecus se caracterizaron por un patrón de dispersión femenino, ya que las hembras no crecieron en las inmediaciones de las cuevas donde se encontraron los fósiles.
Este patrón de dispersión de las hembras aún puede observarse en chimpancés y bonobos. En otros primates, como los gorilas que tienen harenes dominados por un macho, los machos jóvenes se veían obligados a abandonar el grupo familiar.
Una de las razones por las que las hembras abandonaban el lugar de nacimiento era evitar la endogamia, como ocurre con los chimpancés. “En parte, la dispersión de las hembras es impuesta por las estrategias reproductoras de los machos de chimpancés, aunque éstos no empujan físicamente a las hembras fuera de su territorio”, asegura la experta. Este patrón en los homínidos es “de forma parcial” el resultado de la cooperación entre machos.
Lo que revela el esmalte dental
El uso de análisis de isótopos del estroncio del esmalte dental ha permitido arrojar luz sobre el lugar donde vivían los homínidos. El estroncio, un elemento que aparece de forma natural en piedras y en la tierra, es absorbido por las plantas y animales y se puede encontrar en trazas de dientes de mamíferos, por lo que los isótopos del estroncio reflejan las condiciones geológicas específicas y revelan la ubicación de un individuo en concreto.
Los investigadores distinguieron los dientes de macho de los de hembra comparando el tamaño de sus molares para intentar averiguar por qué los machos se quedaban ‘en casa’. La investigación sugiere que los machos preferían la vegetación o el paisaje dominado por dolomitas donde es posible que hubiera una gran abundancia de cuevas. Por eso no se desplazaban.
“Estos homínidos tenían dietas altamente variables. No sabíamos si eso implicaba que los machos se movieran a menudo. Pronto vimos la diferencia entre machos y hembras”, declara Julia Lee-Thorp, coautora del estudio y especialista en el análisis de isótopos de esmalte dental de fósiles del Laboratorio de Investigación de Arqueología y de Historia del Arte en la Universidad de Oxford (Reino Unido).
Los resultados también pueden explicar la evolución del bipedismo, pero las distancias tan pequeñas que realizaban desde el hogar estos homínidos “podría implicar que el bipedalismo evolucionó por otras razones”, manifiesta Copeland.
El equipo de científicos asumió que los homínidos procederían de zonas no locales, ya que la evolución del bipedalismo permitió en parte a los individuos recorrer distancias más largas. Sin embargo, el estudio demuestra que el bipedalismo apareció por razones diferentes a las de mejorar la locomoción: muchos homínidos “simplemente” preferían vivir en lugares de sustratos de dolomitas.
Los investigadores analizaron también más de 170 plantas y animales modernos en un radio de 50 km de las dos cuevas, y tomaron como muestras once sustratos geológicos diferentes. La distancia mínima de las cuevas a las áreas no locales es de unos tres km hacia el sureste, 6,5 km hacia el noroeste y más de 30 km hacia el noreste y suroeste.
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