Oviedo/SINC.-La actitud de las aves más arriesgadas llevará a zonas deforestadas las semillas de su última comida en el interior del bosque. Pero para ello, señalan los investigadores, estas aves necesitan una tentación que ofrezca buenos frutos: “Suele ser un árbol, habitualmente un espino, o grupo de árboles en medio de una zona deforestada”, explica Daniel García, del departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, que se refiere a estas “islas” de vegetación como “legados biológicos, una herencia o remanente del ecosistema original, que recuperan las funciones del bosque activando la memoria ecológica”.