Los incendios activos en la Comunidad Valenciana confirman las peores previsiones: el auge de los grandes incendios, su mayor intensidad y un mayor riesgo para la población
En los diversos incendios que se han declarado en los últimos días en el Valle de Ayora, la Hoya de Buñol y las inmediaciones de Andilla, todos ellos en la provincia de Valencia, se han visto afectados un total de nueve municipios, han obligado al desalojo de 900 personas y han provocado el cierre de 9 carreteras comarcales. Más de 20.000 hectáreas de superficie forestal han sido calcinadas, incluyendo zonas residenciales donde las viviendas también se han quemado por completo. 1300 efectivos terrestres, 700 de ellos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y 30 medios aéreos trabajan en estos momentos en la extinción.
Durante la ola de calor de los últimos días se han batido registros de temperatura máxima para el mes de junio en algunas capitales, y también algunas temperaturas mínimas más altas. La barrera de los 40ºC ha sido sobrepasada en el sur y sureste. Estas salidas de rango se suman a otros extremos climáticos vividos durante 2012 y, de manera especial, durante la pasada década y como producto del cambio climático. A ello se suma el abandono rural y la falta de gestión de las masas forestales, así como una mayor interacción entre el mundo rural y urbano (urbanizaciones, actividades en la naturaleza, infraestructuras eléctricas, etc.) y la persistencia de las causas (negligencias, accidentes, rayos, intencionados) que provocan los incendios forestales.
"Los expertos advertían que la duración e intensidad de las olas de calor serán más virulentas en el futuro" ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable del Área de Biodiversidad y Contaminación de Greenpeace España. "Las condiciones meteorológicas no explican el origen de los incendios, pero sí su intensidad y la dificultad de las tareas de extinción. El riesgo de sufrir un gran incendio es ahora mayor, debido a la falta de gestión forestal, al aumento de las temperaturas y la prolongación de las olas de calor".
En el año 2009, Greenpeace publicó Un futuro en llamas. El cambio climático y la evolución de los incendios forestales en España (1), un informe que analizaba la variación de las características de los incendios forestales y la influencia que el cambio climático produce en ellos. Según dicho informe, los grandes incendios forestales (superiores a 500 hectáreas) suponen cada vez un mayor porcentaje de la superficie total quemada anualmente en España. Dentro de estos grandes fuegos, desde hace 20 años están ocupando un papel destacado los que tienen lugar durante fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor. Bajo estas condiciones pueden derivar en lo que se denominan "incendios de alta intensidad", que se desarrollan en condiciones de alta temperatura, viento y baja humedad. Son extremadamente dañinos y peligrosos y su control es imposible si no cambian las condiciones meteorológicas. Este tipo de incendios también se está produciendo en zonas urbanizadas inmersas en áreas forestales, lo que genera un gran peligro para la población y sus bienes.
El verano pasado, en 2011, Greenpeace también alertó de la relajación observada en la sociedad y en la clase política ante los buenos datos de incendios forestales de la última década. En el informe Incendios Forestales, no podemos bajar la guardia (2), se exponía el hecho de que la crisis económica y los recortes presupuestarios han empezado a afectar a las partidas destinadas a la prevención y extinción de incendios. Greenpeace también ha detectado cómo la "temperatura social" ha disminuido y las encuestas de opinión reflejan que los ciudadanos relegan los incendios forestales a puestos más bajos entre los problemas medioambientales.
Por este motivo, la organización ecologista considera que urge adaptar los ecosistemas a esta nueva realidad y tenerla en cuenta en la planificación forestal y la política de extinción. Hacen falta más planes de ordenación de los montes que incluyan la gestión de la biomasa y la continuidad del combustible. Es importante, además de seguir reforzando el trabajo de las fiscalías de Medio Ambiente en la prevención y persecución del delito de incendio forestal, diseñar planes de evacuación en zonas urbanas o periurbanas en entornos forestales, así como planificar el diseño de la vegetación y los jardines.
"Es precisamente ahora cuando no podemos bajar la guardia y pensar que los incendios han dejado de ser un problema. Si no gestionamos la gran cantidad de biomasa acumulada, sea mediante la gestión forestal, la producción sostenible de energía, las prácticas ganaderas respetuosas con el entorno o el uso controlado del fuego, cada vez veremos más situaciones como las que se están viviendo hoy en el levante español" ha declarado Soto.
Notas:
(1) Un futuro en llamas. Cambio climático y evolución de los incendios forestales en España.
(2) Incendios Forestales 2011. No podemos bajar la guardia