Sobrescobio.-Ofrecemos a los lectores la intervención realizada este viernes por el presidente del Principado en el acto de homenaje al exalcalde de Sobrescobio Vicente Álvarez González, con motivo de la entrega, a título póstumo, del título de Hijo Predilecto de la Mancomunidad del Valle del Nalón. El acto se celebró en el Centro Cultural Vicente Alvarez, de Rioseco, en el que se celebró un Pleno Extraordinario con este motivo.
"Buenos días a todos los que nos acompañáis y en especial a Celia, tantos años compañera de Vicente; a Nemesia, su madre; y sus hijos, Pablo y José Vicente, a vuestras familias. Hablo en especial para vosotros, pero quiero compartir con todos una reflexión.
El pleno de la mancomunidad del Valle del Nalón ha hecho hoy un acto de justicia, ha cumplido un protocolo acertado: nadie cuestiona los méritos de Vicente para recibir el nombramiento de hijo predilecto, como también resulta indiscutible el título de hijo adoptivo con el que le distinguió el ayuntamiento de Sobrescobio en 2009. Pero, permitidme el atrevimiento, cuando las instituciones –lo hagan con más o menos pompa- toman una decisión de este tipo no hacen –no hacemos, mejor dicho- otra cosa que solemnizar lo obvio. Intento decir que Vicente ya era hijo adoptivo y predilecto de Sobrescobio y del valle del Nalón desde hace tiempo. Le habían seleccionado sus amigos; le habían nombrado sus compañeros de partido, el Partido Socialista, y de sindicato, el SOMA; le habían elegido sus vecinos las cuatro veces que le hicieron alcalde coyán; tengo para mí que hasta la tierra y el agua de este concejo le habían hecho hijo suyo mucho antes, muchísimo antes de que llegaran los galardones.
Esa ligazón, esa fortísima imbricación de hombre y lugar se da bastante entre los alcaldes, y siempre que ocurre, se nota, salta a la vista con la misma evidencia que se percibía en Vicente. Estamos en un centro cultural que lleva su nombre –centro cultural Vicente Álvarez González-, el mismo nombre que puede asaltarnos la memoria, y con todo derecho, si recorremos la casa consistorial, si caminamos por el parque natural de Redes, por el centro de recuperación del urogallo, si paseamos por las calles de Sobrescobio que en 2009 recibió el premio al pueblo ejemplar. Si me apuráis, os reto a que me digáis en qué pueblo, en qué rincón de este municipio no puede reclamar su hueco, su impronta, el nombre de Vicente.
Aquí en Sobrescobio baja el Alba, que da sus aguas al Nalón, que kilómetros abajo se ensancha en Laviana, el concejo natal de Vicente. El Nalón y el Caudal son los ríos arteriales de la historia industrial de Asturias; del primer laboreo minero, de la siderurgia inicial, de los tendidos ferroviarios, de la industria hullera más desarrollada; el Nalón y el Caudal son, también, ríos arteriales del movimiento obrero en Asturias. La biografía de Vicente, tenaz y tenaz, perseverante siempre, fluye también en ese cauce: fue rampero en Coto Musel, y continuó en la mina hasta que se prejubiló con la categoría de vigilante general en el pozo María Luisa, y luego vinieron sus trece años de alcalde río arriba, aquí, en Sobrescobio. Hablaba antes de la imbricación especial entre hombre y lugar, y la biografía de Vicente no hace más que subrayarla.
Las cosas jamás son para siempre, ni siquiera en la brevedad de nuestra vida. Sabemos que las cosas cambian y deben cambiar, pero también entendemos que exigen su tiempo, discurrir por el buen cauce –y vuelvo al ejemplo del Nalón, tan identificable- para evitar los desbordamientos, las crecidas que lo anegan todo. Estas semanas, los sindicatos –el mismo SOMA al que perteneció Vicente- se movilizan contra un final precipitado e innecesario de la minería. El gobierno de Asturias comparte con ellos que ese término abrupto, forzado, saca las aguas del cauce razonable por donde deben discurrir. No nos oponemos a que las cosas cambien, no somos numantinos: somos tan realistas como para pedir que cambien razonablemente, sin devastar empleos ni arrasar pueblos y comarcas. Somos tan realistas como para pedir ahora que el Gobierno de España rectifique y cambie su política minera.
Un luchador perseverante
Vicente, quienes lo conocisteis lo sabéis bien, fue un luchador, perseverante hasta el día que le estalló el corazón. Con esa tenacidad, peleó por todos y cada uno de los proyectos que desarrolló en Sobrescobio, desde el impulso a los centros sociales de Rioseco, Campiellos y Soto de Agues hasta las más pequeñas obras hechas en las parroquias. Esa misma tenacidad le llevó a presentar hasta en cinco ocasiones consecutivas la candidatura al pueblo ejemplar. No celebró el premio, concedido al año siguiente de su muerte, pero todos supimos al conocer la noticia que la distinción llegaba arrastrada por su empuje. Porque la tenacidad y la firmeza, cuando están aposentadas en la razón, dan fruto. A todos esos méritos, sumaba otro: supo entender que el progreso rural era conciliable con la conservación del patrimonio natural. Y, en efecto, la adecuada convivencia de lo viejo y lo nuevo, de lo que ya es patrimonio indiscutible con lo que está naciendo, sigue siendo hoy una necesidad en el Valle del Nalón y en Asturias entera.
Yo os pido hoy que sepamos tomar ejemplo de Vicente. Que sepamos todos mantener la tenacidad y la perseverancia, tan firme como calma, convencidos, como estaba él, de que ese buen esfuerzo siempre germina. Aquí, cerca del Alba, afluente del Nalón, río arterial de la industria que cambió Asturias y que seguirá cambiando, celebramos hoy el nombramiento como hijo predilecto de la mancomunidad del Valle del Nalón de Vicente Álvarez González. Os felicito a todos por esta decisión, que comparto plenamente. Que nosotros sepamos, como él, estar a la altura de nuestra tierra."