Por Verónica Fuentes/SINC.-Extraer la sangre del donante, recogerla, procesarla y enviarla a los hospitales. Ese es el trabajo diario de un centro de transfusión, la piedra angular del sistema de donación. Con motivo del Día Mundial del Donante de Sangre, SINC visita el Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid donde, gracias al altruismo de la gente, cada día se cubren las necesidades de este ‘oro rojo’.
El 14 de junio de cada año se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre, cuyo objetivo es homenajear a los donantes y aumentar la concienciación mundial sobre la necesidad de disponer de sangre y componentes sanguíneos seguros para su transfusión.
El lema de este año es ¡¡Cada donante de sangre es un héroe!!, con el que se agradece el gesto de las personas que donan sangre y se refuerza su autoestima para que sigan haciéndolo con regularidad. También se pretende animar a aquellos que no la donan, aunque gocen de buena salud, para que empiecen a colaborar en esta tarea solidaria.
Después de la extracción, la sangre donada pasa a la zona de fraccionamiento para separarla en sus tres componentes
Visitamos el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid (CAM) para conocer el viaje de la sangre desde el donante hasta la persona que lo necesita. El primer paso es registrarse. Los datos permitirán identificarlo durante 30 años, tal y como indica la normativa legal.
“El donante debe mantener también un compromiso con el centro en el mejor sentido y para su propio beneficio”, nos cuenta Luz Barbolla, directora adjunta del Centro de Transfusiones de la CAM, que nos acompaña en la visita al centro.
La siguiente etapa es realizar un reconocimiento médico al futuro donante en el que se mide su tensión, número de glóbulos rojos, pulso, temperatura, y se le realiza un cuestionario en profundidad, que tiene implicación legal en el caso de que hubiera algún problema con la muestra. El ejemplo paradigmático es el sida.
“Si alguien tiene un contagio de riesgo reciente y dona debe informar de ello, ya que los métodos actuales no pueden detectarlo tan pronto”, sostiene Barbolla. “Teóricamente si se pudiera demostrar que el donante mintió se podría llevar a los tribunales, aunque es muy difícil”.
Si no puedes donar, consigue donantes
Si el reconocimiento ha sido positivo, se pasa a la sala de donación, que se puede efectuar de dos formas: la estándar, cuya duración está entre cinco y 15 minutos, y por aféresis, donde los ‘superdonantes’ aguantan durante una hora para dar tiempo a separar la sangre en sus tres componentes fundamentales (glóbulos rojos, plasma y la capa leucoplaquetaria).
Carmen Lucas, una de las enfermeras que trabaja en el centro nos explica cuál es el perfil del donante: “Alrededor de 50 años y con muchas experiencias de donación. Es gente muy concienciada que cuando les llamas lo dejan todo. Los donantes son muy especiales porque es gente sana que viene a donar algo suyo”.
El perfil del donante: “Alrededor de 50 años y con muchas experiencias de donación"
Durante 2011, el Centro de Transfusión de la CAM registró 186.611 donaciones de sangre (de casi medio litro cada una), lo que supone un 2,13% más que las donaciones registradas el año anterior.
Después de la extracción, la sangre donada de forma estándar pasa a la zona de fraccionamiento, donde de manera automática y controlada se centrifuga para separarla en sus tres componentes.
Al mismo tiempo, se procede al análisis completo de las muestras (grupo, Rh, antígeno en superficie, anticuerpos de la hepatitis B y del VIH, sífilis, etc.) y en algunos casos, otras pruebas extraordinarias, por ejemplo si los donantes son o han visitado recientemente algún país con enfermedades endémicas.
Por último, desde el centro se procede al reparto de la sangre a los hospitales madrileños, que a su vez le envían, para su análisis y distribución, la que ellos han recogido. “Yo soy responsable de dar a los hospitales la sangre que necesitan, pero a partir de ese momento la responsabilidad es suya”, afirma la directora del centro de Madrid.
La sangre a contrarreloj
Todo este proceso se organiza mediante un trabajo previo de planificación de la sangre y los componentes sanguíneos que se necesitarán en condiciones normales y extraordinarias, ante fechas señaladas o cuando ocurre una catástrofe natural.
¿Y cómo se hace esa estimación? “Nosotros estudiamos tanto el consumo como el gasto, que no siempre van en paralelo. Lo primero que hago cuando llego a la oficina es mirar los stocks de sangre del centro y de todos los hospitales que tengo que atender para adaptar las necesidades de acuerdo con los distintos grupos sanguíneos”, indica Barbolla.
Y es que la sangre caduca. De hecho, aunque los glóbulos rojos aguantan 42 días, las plaquetas solo son viables durante cinco días. Además, solo el 40% de la sangre que se consume se gasta en cirugía. El resto se usa en los pacientes que consumen sangre de manera crónica y en las urgencias. Por eso la necesidad es diaria.
Al despedirse, Barbolla lo deja claro: “Para nosotros no existen los donantes universales, lo que queremos es que cada paciente reciba el grupo que tiene y que el consumo y el gasto estén ajustados lo máximo posible”. Gracias a los donantes, el sueño se hace realidad.
Imagen: SINC.
Transfusiones con riesgo cero
En la actualidad, la donación de sangre tiene la máxima seguridad posible en cualquier país desarrollado. “No solo tenemos suficiente cantidad, aunque pasemos algún periodo de dificultades, sino que posee una excelente calidad”, confirma la directora del Centro de Transfusiones de la CAM.
Pero, si bien cada vez son más limitados, la sangre puede tener efectos adversos e inesperados. Al estudio de todos esos efectos adversos de forma reglada se le conoce como hemovigilancia, un sistema comunitario, nacional, autonómico y por hospitales que trata de saber qué ha ocurrido y poner medidas para solucionarlo.
Aunque hay que añadir el posible error humano, la mayoría de las incidencias están relacionadas con el propio receptor como, por ejemplo, que posea un déficit de alguna proteína y no acepte bien la donación.