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El pasado jueves día 7 de junio, concluían los ejercicios de adiestramiento de la Comandancia General de Melilla en los que desde el pasado lunes las Unidades militares de la ciudad autónoma han estado inmersas para, entre otras cosas, mejorar la coordinación y preparación para la lucha contra la inmigración de personas indocumentadas en las Islas Chafarinas.El aumento de la presión migratoria ha llevado al Ejército a prepararse a conciencia para “repeler” los posibles intentos de entrada de inmigrantes subsaharianos durante la época estival. En esta misión no estarán solos, ya que la Guardia Civil de Melilla tiene también un dispositivo especial ya en marcha en el que desarrollan en las costas de Melilla y en las Chafarinas una vigilancia por tierra, mar y aire.
Un pequeño contingente del Instituto Armado se ha desplazado a las islas para “evitar nuevas entradas de inmigrantes” y cuenta con el apoyo desde la ciudad autónoma de embarcaciones y un helicóptero.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos aseguran comprender la situación especial tanto de Melilla como de los islotes, pero denuncian tener como primera y única opción la activación de contingentes preparados para evitar la entrada de personas. Además, condenan tajantemente la utilización de las Fuerzas Armadas en labores de regulación y control de las migraciones. José Palazón, secretario de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (PRODEIN) y principal activista en la Frontera Sur tiene claro que “los militares no tienen que ver con este tema. No es su trabajo y no deben hacerse cargo en ningún momento de las migraciones o las fronteras”. Incluso, anuncia que aunque en principio la Guardia Civil se ha desplazado también a Chafarinas y es quien debe estar en las fronteras trabajando, “cualquier otra declaración de las acciones que se ejerzan en las islas debe ajustarse a la ley vigente. Hay unos límites y unas leyes y las actuaciones allí, lejos de las cámaras, de los activistas y de la población, también deben ajustarse a ellos”.
Por su parte, José Alonso, presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla (APDHM) ve con preocupación el hecho de que se utilice al Ejército para “reprimir la inmigración”. “Ya fue grave cuando se convirtió la inmigración de problema social a problema de orden público, y se utilizó a la Seguridad del Estado prácticamente como única solución, que agrava la situación de los inmigrantes”, recuerda Alonso que recalca que este hecho “supone una vuelta de tuerca y convertir a éstos en un problema de la Defensa Nacional, cuando no estamos ante un hecho que sea de la competencia de las Fuerzas Armadas”.
Rafael Lara, portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha querido matizar que en principio el dispositivo básico de “interceptación” va a correr a cargo de la Guardia Civil, ya que la Comandancia General de Melilla ha aseverado que no es competencia suya el control de fronteras, aunque van a apoyar en “labores auxiliares”. Lara cree que hay una peligrosa tendencia reciente “no sólo en España sino en su entorno más cercano” a utilizar a los ejércitos en “la prevención y retención de los flujos migratorios”. Así, señala que en Libia, Túnez, Argelia, Marruecos e incluso Italia “se ha acudido a unidades militares para estas labores”, algo que “puede acarrear actuaciones incorrectas” y que “puede convertirse en una línea de actuación peligrosa, que lo único que hace es criminalizar más si cabe a la inmigración y que involucra en labores civiles a los militares”.
La idea general es que la regulación de las relaciones sociales no deberían estar bajo control militar y que el Ejército debería mantenerse ajeno a la regulación de los flujos migratorios; al tiempo que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado deben cumplir y hacer cumplir las leyes, procurando impartir seguridad de la misma forma que humanidad y sentido común.
“Nos tiraron un bebé, pero nuestra misión era echarles de la isla”
En la madrugada del martes al miércoles, la luna llena alumbraba dos embarcaciones tipo ‘zodiac’ con motores fueraborda que se movían de manera serpenteante por la bahía de Melilla, lo que activó todas las alertas. Todo apuntaba a que eran embarcaciones repletas de subsaharianos que querían alcanzar las costas españolas en el continente africano. Pero, una vez en la zona costera sur de la ciudad autónoma, se despejaron las sospechas. Todo el dique Sur y la playa de la Hípica se encontraban atestados de vehículos militares y de numerosos soldados a pie.
Era un simulacro de entrada ilegal de una embarcación de inmigrantes que efectivos de La Legión estaban desarrollando como preparación para actuar en las Islas Chafarinas. Así lo comunicaba un sargento del Tercio Gran Capitán poco antes de que desembarcaran los tripulantes de la ‘patera’ y corrieran con increíble realismo por toda la playa, mientras sus compañeros en tierra gritaban: “¡Alto, alto o disparo!”.
Uno de los soldados que se encontraba haciendo guardia en el Paseo Marítimo confesó haber llegado hace poco de ‘las islas’ y comentó que “están llegando muchas embarcaciones. Este mes han llegado unas cuantas”. Y, para ser más gráfico, contó una situación que supuestamente le había ocurrido días atrás: “Estábamos en Chafarinas, vino una patera y querían entrar a la isla. Como no les dejamos una mujer nos tiró un bebé, así, sin más. Lanzó su bebé para que nos lo quedáramos, pero nuestra misión era echarles de la isla. Ordenaron que le devolviéramos al crío y les hicimos dar media vuelta”.
Las Chafarinas: nueva ruta para la inmigración ilegal
Según fuentes oficiales, estos islotes españoles se han convertido en un lugar estratégico para todos aquellos que quieren dar alcanzar territorio Europeo desde las costas norteafricanas. Están situadas a menos de cuatro kilómetros de Marruecos.
Las Islas Chafarinas constituyen un archipiélago situado en la zona meridional del mar de Alborán, a unas 27 millas náuticas al este de Melilla y a 2,5 al norte del cabo de Agua (Ras el Ma), en la costa marroquí.Consta de tres islas denominadas Isla del Congreso, de Isabel II y del Rey Francisco. Sólo la isla central, la de Isabel II, tiene capacidad para ser habitada. Declaradas Reserva Nacional únicamente se desplazan a las mismas temporalmente equipos de biólogos y arqueólogos, siendo en la actualidad un pequeño destacamento del Tercio Gran Capitán I de la Legión de Melilla el único núcleo humano estable en el archipiélago. A este pelotón da su apoyo personal de Transmisiones del Regimiento de Ingenieros número 8.
Para el soporte y suministro de las islas la Comandancia General de Melilla cuenta además con un destacamento del Batallón de Helicópteros de Maniobra IV, que mantiene un helipuerto a través del cual se realizan suministros y se organizan los relevos de los contingentes desplegados. Y un servicio de aguadas y carburantes prestado por buques de la Armada, con los que colabora personal de la Compañía de Mar de Melilla perteneciente a la Comandancia General de Melilla que permanece distribuido en las tres islas.
El pasado 3 de mayo llegaba a la Isla del Congreso la primera patera, según confirmación de la Delegación del Gobierno de Melilla, con seis personas de origen subsahariano a bordo. Este hecho inédito hasta entonces causó gran revuelo y expectación en ambas partes. Por un lado, todos aquellos que están esperando a entrar en Melilla de manera indocumentada, vieron aquí una nueva vía con menos complicaciones. El pasado día 22 llegaba la cuarta patera en menos de un mes, esta vez transportaba a once personas. En total, 41 inmigrantes han conseguido llegar a territorio español hasta ahora a través de las Islas Chafarinas.
“Ellos querrán entrar y nosotros debemos proteger nuestras fronteras”
El delegado del Gobierno en Melilla, este pasado martes día 5 de junio, estimaba que con la llegada del buen tiempo va a crecer de manera notable la llegada de personas inmigrantes a Melilla y las Chafarinas. Consciente de son muchos los ciudadanos subsaharianos que esperan al otro lado de la frontera (se estima que un millar sobreviven en los bosques del monte Gurugú, y que en las cercanías del Cabo de Agua, frente a Chafarinas, hay unos trescientos), Abdelmalik El Barkani informaba de que, en su intento por alcanzar “el primer mundo, van a hacer todo lo que puedan y a nosotros nos toca evitar que entren de forma ilegal a territorio nacional”.
En este sentido, aseguraba confiar plenamente en la formación y capacidades de la Guardia Civil y en el refuerzo que se está haciendo, en el que vienen participando embarcaciones como la ‘Río Miño’, además de helicópteros que sobrevuelan las Chafarinas y la ciudad de Melilla en horas clave “en donde se pueden producir más intentos de entrada”.
Preguntado sobre las maniobras que el Ejército realiza para preparar su estancia en las islas, aseguró no tener constancia de las mismas, al igual que de la incorporación de un destacamento de la Benemérita a la vigilancia de las Chafarinas. Pero, informó de que “en Chafarinas hay un destacamento militar y si tienen que prepararse y la Guardia Civil tiene que ayudarles, se hará. Ellos (en referencia a los inmigrantes) querrán entrar y nosotros debemos proteger nuestras fronteras”.
Militares vs. Inmigrantes: Un enfrentamiento que cuenta con antecedentes
El jueves, 29 de septiembre de 2005, el Gobierno ordenaba al Ejército reforzar la vigilancia de las fronteras de Ceuta y Melilla, tras la muerte de varios jóvenes en su intento por superar el doble vallado metálico y las balas y bolas que llovían de un lado y del otro.
Tras el trágico incidente, el entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ordenaba a los militares que apoyaran a la Guardia Civil en las fronteras de ambas ciudades autónomas con el reino alauí.
Más de 400 soldados del Ejército de Tierra eran desplegados en un dispositivo militar sin precedentes (Aunque ya en Ceuta, en 1996, el Ejército ayudo a la contención de personas indocumentadas), formado principalmente por legionarios y regulares de ambas ciudades.
La operación fue un auténtico fracaso, ya que los militares no tenían munición, no conocían el terreno y no dominaban las técnicas policiales. Además, pasaban horas y horas apostados entre las dos vallas sin poder dormir, sin sentarse a comer y sin tener donde hacer sus necesidades, por lo que el cansancio y la desesperación pudo con ellos. Algunos resultaron heridos en saltos multitudinarios de inmigrantes. Tal fue el peligro que corrieron estos jóvenes ‘desarmados’ que cuando entraban en tromba los subsaharianos, los soldados se quitaban para no ser aplastados.
Finalmente, tras dos meses fatídicos, el Ejército se retiró de las vallas de Ceuta y Melilla. El entonces ministro de Defensa, José Bono declaró: “Lo que ocurre es que la labor de vigilancia, la labor policial de manera cotidiana no corresponde a los ejércitos. Hemos cumplido con esta misión”.