Por Fernando Bazán/noticiasdesiria.blogspot.-El Consejo de Seguridad celebró una reunión a puerta cerrada sobre Siria, los expertos estaban informando sobre la masacre en la ciudad de Houla -cerca de Homs- de la semana pasada y del descubrimiento de 13 personas fusiladas con las manos atadas en la ciudad de Deir el-Zour. No ha habido informes sobre los detalles de las discusiones o las conclusiones, pero la información que se filtró de la reunión señala que varios países occidentales pidieron un endurecimiento de las sanciones contra Siria mientras que Rusia se opuso y China consideró que las sanciones sólo empeorarían más las cosas.
La Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary
Clinton, dijo que se está fortaleciendo una acción más dura internacional, sin embargo, hizo hincapié que la intervención militar requeriría el apoyo de la comunidad mundial y Rusia. Clinton también advirtió que el peligro de una guerra civil en Siria podría transformarse en una guerra de poder que implicaría a Irán y otras potencias regionales; la funcionaria norteamericana citó las preocupaciones de Jordania sobre su territorio, las preocupaciones turcas sobre los terroristas kurdos que operan desde el interior de Siria y los temores libaneses sobre la emergencia de una guerra sectaria.
Después de la masacre en Hula, el espacio político de Rusia para la acción se ha reducido drásticamente y se complicará para Putin el apoyo a futuro del presidente Al-Assad; parte de las complicaciones comenzarán
mañana cuando comience su visita a París y Berlín como parte de un plan para modernizar la industria rusa. Putin ha desarrollado una política exterior activa por lo que difícilmente tenga interés en el aislamiento internacional, o verse a sí mismo como un protector del régimen sirio.
Rusia tiene una profunda desconfianza hacia la oposición siria, lo que podría ser un obstáculo para una salida similar a la solución de Yemen, que es defendida por el canciller alemán, Guido Westerwelle. Los funcionarios de Moscú ponen en duda que los opositores sirios estén dispuestos a aceptar una solución similar, ya que tienen como meta la eliminación de Al-Assad y su régimen; sin embargo, las visitas de Putin a los europeos deberían conducir a una cierta convergencia con Occidente sobre el tema sirio.
Pero si la postura de Rusia no es favorable a las intenciones occidentales, su influencia sobre Siria podría ser el mayor obstáculo para alcanzar un acuerdo que termine con el régimen de Al-Assad; ciertamente Rusia no tiene el mismo grado de influencia sobre Siria que Arabia Saudita posee sobre Yemen que obligó al presidente Saleh a dimitir. Si como último recurso se considerase que Rusia le pida directamente al presidente Al-Assad que renuncie a su cargo, la respuesta sería una incógnita ya que el papel de Moscú ha sido de consejos y empujar al gobierno sirio a hacer esto, pero en última instancia, los sirios toman sus propias decisiones.
Aun suponiendo que la presión derivada de la violencia en Siria, como resultado de la masacre de Hula y Deir el-Zour, sea ignorada por Rusia, las señales diplomáticas estarían enviando un mensaje equivocado. A mediados de mayo, Putin no viajó a Camp David para asistir a la Cumbre del G8 y días más tarde no asistió a la Cumbre de la OTAN en Chicago; si Putin desea ampliar la política exterior rusa, no podrá enemistarse con los Estados Árabes, EE.UU., Francia y Alemania solo por proteger al cuestionado régimen sirio