El Museo de Zaragoza ultima estos días la restauración del acta del Compromiso de Caspe; el documento notarial de 1412 que designa al Infante Fernando rey de la Corona de Aragón. Redactada sobre vitela con escritura gótica bastarda aragonesa cursiva, se trata del único ejemplar que se conoce.
El acta es propiedad de la familia Ram de Viu que la ha cedido en depósito al Gobierno de Aragón para poder exhibirla con motivo del 600 aniversario del Compromiso de Caspe.
De su restauración se está encargando Nerea Diez de Pinos, una de las especialistas del Museo de Zaragoza. Su estado de conservación aparente era bastante bueno. A pesar de ello el documento presentaba rasgados y pérdidas del soporte en algunas zonas. Además los análisis han revelado que también pudo padecer algo de humedad y un ataque de bacterias según se desprende de la coloración adquirida por las tintas.
El primer paso fue documentar gráficamente las alteraciones que presentaba el acta, la deformación, rasgados, pérdidas, decoloración de tintas... Posteriormente, según ha explicado Diez de Pinos, se realizó una descripción de sus características; es decir, de “qué era, cómo está y por qué está así”.
La restauración física ha consistido en limpiar con gomas y bisturí el documento para eliminar la suciedad superficial y se ha hidratado para estabilizarlo. Los rasgados, por su parte, se han consolidado con tripa de cordero mientras que las pérdidas de soporte se han reintegrado con pergamino rebajado.
En total han sido dos meses de restauración cuyo resultado podrá verse en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza a partir del 9 de junio, coincidiendo con el Día Internacional de los Archivos. Además, el director general de Patrimonio Cultural, Javier Callizo ha anunciado que durante unos días se exhibirá también en Caspe con motivo del sexto centenario del Compromiso.
Javier Callizo ha destacado que el documento tiene un “valor excepcional” porque es el único ejemplar conservado de “uno de los acontecimientos más interesantes de la historia política de la Corona de Aragón”. Se trata, ha explicado, de “un ejemplo de cómo resolver un conflicto dinástico sin recurrir a las armas”.