José Pichel Andrés/DICYT Una investigación de la Universidad de Salamanca ha detectado que las familias cuyos hijos han sido diagnosticados de autismo a una edad más temprana expresan mayores niveles de bienestar personal y familiar que aquellas que han recibido la noticia de que su hijo sufre esta patología cuando ya tiene una edad más avanzada. Los investigadores de la institución académica salmantina, que investigan sobre detección precoz del autismo, también han encontrado diferencias entre la percepción del problema entre las madres y los padres.
Ricardo Canal Bedia, científico de la Universidad de Salamanca que lidera esta línea de investigación, ha explicado a DiCYT que el objetivo de este estudio era "comparar el bienestar personal y el bienestar familiar de los padres que tienen niños detectados precozmente con el de los padres de niños autistas diagnosticados más tarde, para ver si este segundo caso implica menor bienestar y mayores problemas".
En efecto, la investigación ha confirmado que existe "un mayor bienestar en las familias cuyos hijos han sido diagnosticados más precozmente", señala el profesor de la Facultad de Educación, que desde hace años dirige el tercer programa de detección precoz del autismo más grande de Europa y uno de los más eficaces, con más de 11.500 niños estudiados en ocho años en las provincias de Salamanca y Zamora. El objetivo de esta experiencia es hacer un cribado de posibles casos antes de los dos años edad. Sin embargo, es habitual que el problema no se pueda diagnosticar hasta edades más avanzadas, lo cual resulta una complicación no sólo para el tratamiento, sino también para la estabilidad psicológica de los padres, según este último estudio.
La investigación se basa en cuestionarios que se le han pasado a los padres seis meses después de que hayan recibido el diagnóstico y el resultado ha sido "curioso", asegura el experto, porque "queríamos ver las variables que más pesan para valorar el propio bienestar y nos hemos encontrado con que son diferentes en las madres y en los padres". Es decir, que cada uno de los sexos tiene en cuenta diferentes aspectos de su vida a la hora de valorar su grado de satisfacción y cómo ha influido tener un hijo con autismo.
Diversos factores
El cuestionario ha diferenciado el bienestar individual y el bienestar de la familia en su conjunto. En el primer caso, "el bienestar emocional es la variable que más pesa para estar a gusto con su vida tanto en madres como en padres. Sin embargo, en segundo lugar, las madres consideran más importantes las expectativas de futuro y los padres, seguir con la vida que llevan". La productividad, entendida como los logros alcanzados a nivel personal, es el tercer factor para ambos. Sin embargo, en cuarto lugar las madres valoran la intimidad y los padres, el bienestar material.
En cuanto al bienestar familiar, tanto madres como padres consideran que los más importante es el bienestar material del grupo, pero a partir de ahí hay notables diferencias. Así, para las madres son muy importantes las dificultades que se encuentran en las tareas cotidianas, mientras que los padres consideran que la posibilidad de descansar y tener momentos de ocio es uno de los principales factores para llevar una vida familiar satisfactoria. Además, ellas valoran más el hecho de compartir tareas o las condiciones de vida del hogar. Ambos sexos coinciden en destacar al mismo nivel la importancia de las relaciones sociales y de la productividad familiar, entendida como los logros alcanzados (pagar la hipoteca, saldar deudas, etc.).
En cualquier caso, la percepción del bienestar de los padres que tienen hijos con autismo está estrechamente relacionada con la "percepción de la carga" que este problema les supone. "Cuanto mayor afectación perciben en el niño, independientemente de que objetivamente sea así o no, perciben también más carga de trabajo y con ello se ve más afectado el bienestar familiar", comenta el especialista.
FOTO: Imagen de un vídeo sobre pruebas que se realizan a niños con autismo. Foto: Ricardo Canal.