Entre 1955 y 1998, diferentes países de Europa occidental registraron un incremento de los días de calor extremo. Según un estudio de la Universidad Complutense (UCM), España es uno de los países que más sufren este periodo. Las razones de este aumento térmico: las construcciones en zonas urbanas, el cambio climático y las alteraciones en la circulación de la atmósfera.
“El aumento de temperaturas o sensación térmica en zonas urbanas está asociado a la densidad de construcciones: cuanto mayor sea ésta, mayor será el efecto de la ‘isla’ térmica”, explica a SINC Marco Cony, autor principal del estudio, investigador de la empresa IrSOLaV –spin-off del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT)– y colaborador de la Cátedra de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
La investigación, que se ha publicado en Atmósfera, revela la existencia de tendencias “estadísticamente significativas” de días de calor extremo, sobre todo en países como España, Portugal, Francia y Alemania. El análisis realizado para el periodo de 1955 a 1998 estima incrementos importantes en la temperatura máxima media de entre 0,5 y 2 ºC, entre los meses de junio y septiembre.
Según Cony, de todas las variables climáticas, las temperaturas extremas despiertan una atención especial debido a su relación directa con el cambio climático. “Durante el siglo XX, se han producido incrementos en la temperatura global del planeta de orden de 0,6 ºC”, indica. Además, estos aumentos térmicos están asociados con la circulación general de la atmósfera.
Los investigadores utilizaron series de temperaturas máximas de diversas estaciones meteorológicas distribuidas por 34 países europeos, pertenecientes al proyecto de Evaluación del Clima en Europa (ECA, por sus siglas en inglés). En total, detectaron que en el 39,4% de las estaciones se produjo un incremento de los días de calor extremo.
Consecuencias en la salud humana
Tanto las temperaturas mínimas como las máximas “generan serias consecuencias en sectores como el transporte, la agricultura, la energía o el suministro de agua, aunque su efecto más importante se produce sobre la salud humana”, afirma el experto.
“Las temperaturas ‘confortables’ están asociadas con niveles mínimos de mortalidad mientras que las temperaturas ‘extremas’ se vinculan con un aumento del número de muertes”, añade.
Los investigadores trabajan ahora en una nueva versión del trabajo, y analizan temperaturas y otras variables como el viento, la presión atmosférica o la radiación solar. “Estos datos servirán para realizar predicciones porque complementaremos datos históricos con fuentes más recientes”, concluye.
El calor aumenta en las ciudades
Un ‘día de calor extremo’ se produce cuando la temperatura máxima supera el umbral del 95% de la distribución de las temperaturas máximas diarias, es decir, aquellos días cuya temperatura se sitúa por encima de un valor máximo, definido en cada una de las estaciones de medida.
Uno de los factores más influyentes en la aparición de este fenómeno es la existencia de ‘islas térmicas’ en las grandes ciudades debido, principalmente, a la actividad industrial y doméstica, a la falta de zonas verdes y a zonas densamente edificadas.