Cada año cruzan patos, gansos, garzas, pelícanos, aves playeras, gaviotas, palomas, aves rapaces, colibríes, pájaros carpinteros y gorriones, entre otras
Se celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias, iniciativa del PNUMA que busca conservar las especies y sus hábitats
México, D.F.-Por la generosidad de sus ecosistemas, México es lugar de descanso, aprovisionamiento y refugio para millones de especies acuáticas, canoras y rapaces, que transitan de norte a sur de América y viceversa, según la temporada estacional, lo mismo que de algunas procedentes de Europa.
Nuestro país se coloca como sitio de importancia crucial para las especies de pluma, ya que por su territorio cada año cruzan patos, gansos, garzas, pelícanos, aves playeras, gaviotas, palomas, aves rapaces, colibríes, pájaros carpinteros y gorriones, entre más de 200 especies.
Los corredores biológicos sirven de paso a las también denominadas “embajadoras de la biodiversidad”, que aprovechan las condiciones de viento, alimento y ecosistemas del país en su trayecto hacia otras regiones.
Las características fisiográficas del territorio nacional y los vientos prevalecientes determinan cuatro rutas migratorias para las aves que atraviesan principalmente el Estado de México, Michoacán, Tlaxcala, Veracruz y Oaxaca. En estas dos últimas entidades se ubica el corredor biológico del Istmo de Tehuantepec.
Las corrientes que circulan por el Corredor Biológico del Istmo de Tehuantepec favorecen el vuelo de las aves durante días completos, en tanto que el Corredor Biológico Cardel-Puerto de Veracruz-Istmo de Tehuantepec, también llamado “Río de Rapaces”, canaliza de manera natural a millones de aves migratorias, particularmente aves de presa, en sus desplazamientos a lo largo del hemisferio occidental, y para la golondrina del Mar del Paraíso, la preservación de los ecosistemas de la costa de Michoacán son de vital importancia para descansar y alimentarse durante su trayecto.
Al ritmo que marca su reloj interno, las aves migratorias de Estados Unidos y Canadá hibernan generalmente en México y Centroamérica, a donde llegan por diferentes rutas, según su lugar de partida. Las procedentes del Este atraviesan el Golfo de México o siguen el río Mississippi; las del Oeste se desplazan por las montañas Rocallosas, en Estados Unidos, y las montañas de México, en tanto que las del Pacífico se trasladan por la costa o por mar abierto.
La época de la migración la determina el “reloj” interno de las aves que les indica la fecha en que deben volar a otros sitios con el fin de evitar climas adversos y escasez de alimento, ya que estas especies vuelan enormes distancias. La golondrina del Mar Ártico y algunos chichicuilotes, por ejemplo, viajan hasta 13 mil kilómetros.
Estas aves requieren hábitats de calidad en sus rutas migratorias para descansar y reabastecerse en sus sitios de reproducción e hibernación. Las evidentes interrelaciones entre las aves y los ecosistemas obligan a los países a trabajar coordinadamente, a fortalecer alianzas con la sociedad civil y establecer nuevos instrumentos para la conservación de las especies residentes y migratorias.
La Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres, firmada el 23 de junio de 1979 en Bonn, Alemania, reconoce que la fauna migratoria en general constituye un elemento irremplazable de los sistemas naturales de la Tierra, que debe ser conservado para el bien de las generaciones futuras. Indica que, en caso de hacer uso de las mismas, se ha de proceder con prudencia y considerar los puntos de vista medio-ambiental, ecológico, genético, científico, estético, recreativo, cultural, educativo, social y económico.
Dado que en sus migraciones estas especies traspasan los límites de jurisdicciones nacionales, señala el PNUMA, los Estados son y deben ser protectores tanto de las especies migratorias silvestres residentes como de las que franquean sus fronteras, por lo que llama a una acción concertada de todos los Estados dentro de cuya jurisdicción nacional esas especies pasan alguna parte de su ciclo biológico.
Canadá, Estados Unidos y México desarrollan la Iniciativa para la Conservación de las Aves de América del Norte (NABCI), aplican políticas públicas conjuntas y en cada país desarrollan mecanismos para la conservación y aprovechamiento sustentable de este grupo de organismos, así como el Plan de Manejo de las Aves Acuáticas de Norteamérica (NAWMP).