SINC.-Hace tiempo que el blanco dejó de ser el color oficial de la arquitectura. Ahora las nuevas construcciones se transforman, se fragmentan, adquieren movimiento y novedad gracias a la versatilidad de los colores. Así lo recoge un estudio de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), aunque las pistolas del blanco siguen cargadas.
“La arquitectura moderna se ha identificado erróneamente con el uso exclusivo del blanco, pero no es así: se trata solo de un mito”, asegura a SINC Juan Serra, profesor del Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV. “En las últimas décadas se ha reintroducido el color en el diseño arquitectónico y ha resultado un medio muy útil para expresar la versatilidad, es decir, el cambio, la falta de permanencia, la adaptación a las nuevas necesidades”.
Serra y sus compañeros del Grupo de Investigación del Color –liderado por Ángela García Codoñer–, han analizado la obra de una docena de arquitectos de los siglos XX y XXI. Como resultado han identificado cuatro conceptos que se pueden asociar con la versatilidad cromática: la transformación, la fragmentación, el movimiento y la novedad, según publican en la revista Color Research & Application. Estas cuatro inquietudes pueden explicar el modo en que se idean y disponen los colores en gran parte de la arquitectura contemporánea.
Los colores transforman los edificios en el sentido de que cambian su apariencia, los hacen percibir de forma diferente. Cuando se colocan elementos móviles en las fachadas, por ejemplo, se varía el ángulo e intensidad de la luz. Así ocurre en la Torre Agbar de Barcelona, del arquitecto Jean Nouvel. El uso de chapas de aluminio y lamas de vidrio altera el equilibrio cromático del edificio en función del momento del día y la estación del año. Además, por la noche, la tecnología LED genera imágenes luminosas en toda la fachada mediante un sofisticado sistema de hardware y software.
De forma parecida, los paneles del estadio Alianz Arena de Múnich (Alemania) –donde se jugará la final de la Champions el 19 de mayo– se pueden iluminar de forma independiente con colores diversos. En general se opta por el rojo cuando juega el Bayern, por el azul si se trata del también equipo local TSV 1860 Munich y por el blanco si es la selección alemana la que disputa un partido. Sus creadores, los arquitectos suizos Herzog y Meuron, también han construido en Madrid el edificio Caixa Forum sobre una antigua fábrica de ladrillo. En este caso han utilizado el acero corten, cuya pátina de óxido sufre un cambio de color que evoca la evolución del tiempo.
El acero, el cobre y el titanio son metales que facilitan la transformación cromática en las construcciones. En gran parte de la arquitectura de Frank Gehry, como el Museo Guggenheim de Bilbao, se ha empleado el titanio con acabado gris natural. Los reflejos metálicos de este material sugieren cierta inmaterialidad y una transformación constante de sus formas ‘orgánicas’ durante el día.
Ruptura, movimiento y novedad
El segundo concepto asociado a la versatilidad cromática supone una ruptura de la integridad arquitectónica. “El color contemporáneo participa de un doble proceso de fragmentación: por un lado, el acabado exterior se desvincula de la estructura del edificio y, por otro, enfatiza la dispersión o la colisión entre las partes”, comenta Serra.
Los colores actúan como un código que informa al observador de que cada fragmento tiene un uso o un sistema constructivo diferente. Así ocurre en el Mirador de Sanchinarro, en Madrid, del estudio holandés MVRDV y Blanca Lleó. Se trata de un gran prisma donde el color delata que en su interior coexisten tipologías de edificios diferentes.
La tercera inquietud es el movimiento. Son emblemáticos los espacios urbanos donde los colores se desplazan a gran velocidad: Times Square en Nueva York (EE UU), el centro de Tokio (Japón) o Picaddilly Circus en Londres (Reino Unido), por ejemplo. Se trata de lugares donde la información, la publicidad y el espectáculo se mezclan a partes iguales.
Aunque el movimiento también se puede conseguir con colores estáticos, mediante un fenómeno meramente perceptivo. Es el caso de la nueva terminal T4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid, de los arquitectos R. Rogers y Lamela. “La gama de tonalidades del arco iris en sus columnas aporta ritmo a la extensa sucesión de soportes, un ritmo que puede interpretarse casi con sentido musical”, sugiere Serra.
Por último, la cuarta variable que influye en la forma de componer los colores en la arquitectura contemporánea es la novedad que aportan las aplicaciones informáticas. No solo de forma directa con programas de diseño CAD (computer-aided design), también trasladando las imágenes digitales y el propio concepto de pixel a los edificios mediante un proceso de abstracción.
El arquitecto Eduardo Arroyo ha ‘pixelado’ de esta forma la plaza El Desierto de Baracaldo (Vizcaya). Y Enric Miralles y Benedetta Tagliabue han empleado este recurso en la colorida cubierta del Mercado de Santa Caterina de Barcelona, que refleja la variedad de productos que se comercializan en su interior.
Otro ejemplo es el de Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno Mansilla –tristemente fallecido el pasado mes de febrero–, que aplicaron una intervención cromática similar en el exterior del Museo de Arte Contemporáneo de León, donde los vidrios de colores toman como referente las vidrieras góticas de la catedral de la ciudad.
Posturas encontradas frente al blanco
En cualquier caso, a pesar de las cuatro aportaciones del color, son numerosos los arquitectos que siguen apostando por el uso del blanco en sus obras, como el portugués Álvaro Siza o el español Santiago Calatrava. Las espectaculares construcciones de Calatrava en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia, el Auditorio de Tenerife o muchos de sus puentes son ejemplos conocidos.
Según Serra, en los últimos años conviven las dos posturas “extremas”: la de los arquitectos que persiguen la variedad cromática en sus obras y la de los partidarios del blanco, “que unas veces lo hacen por un deseo consciente de contención formal y expresiva, y otras, por un deseo casi inconsciente de vincularse con esa arquitectura de la modernidad erróneamente asociada al blanco”.
El debate incluso se ha trasladado a la arquitectura comercial. “Parece que existe una tendencia hacia lo blanco y lo gris en las fachadas –de viviendas unifamiliares, por ejemplo–, que el publico percibe como más glamurosas, cuando hace unos años demandaba chalets de colores variados, vinculados con las fantasías historicistas del imaginario colectivo”, comenta el investigador, que también desmitifica la relación del blanco con las construcciones mediterráneas: “En muchos casos su origen está en la cal que se aplicaba fundamentalmente por motivos higiénicos”.
La reivindicación final del equipo de expertos es el uso del color en la arquitectura “prestando especial atención al contexto y al paisaje que rodea al edificio”.
FOTO: Antonio Tajuelo/SINC