Corales, árboles y sedimentos marinos, entre otros, son evidencias directas del clima del pasado, pero no las únicas. Un equipo liderado por españoles ha interpretado por primera vez las crónicas escritas en Iraq por historiadores árabes y ha recogido una cronología de eventos climáticos del año 816 al 1009, cuando las olas de frío y las nevadas estaban a la orden del día.
Las crónicas de los historiadores árabes narran cronológicamente cuestiones sociales, políticas y religiosas; y algunas hacen referencias al clima. Un estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Extremadura (UNEX), se ha centrado en antiguos apuntes meteorológicos de la ciudad iraquí de Bagdad.
“Hemos recuperado una interesante cronología de eventos climáticos como sequías, inundaciones, lluvias, heladas, olas de frío o calor, y fuertes vientos para el periodo 816-1009 en los actuales Iraq y Siria”, informa a SINC Fernando Domínguez-Castro, autor principal e investigador en el departamento de Física de la UNEX.
El estudio, que se ha publicado en la revista Weather, destaca un alto número de olas de frío. “El periodo de 902 a 944 concentra una frecuencia muy alta, si la comparamos con los datos meteorológicos actuales. Ejemplo de ellos son las seis nevadas que se vivieron en esa época, mientras que en la actualidad solo se tiene conocimiento de una nevada en Bagdad el 11 de enero de 2008”, señala Domínguez-Castro.
Más días fríos por erupciones volcánicas
El equipo de investigación se sorprendió en especial con el “inesperado” descenso de las temperaturas de julio de 920. Según los documentos analizados, los habitantes de Bagdad tuvieron que bajar de sus tejados (donde solían dormir en verano), meterse en casa e incluso abrigarse con mantas. Las temperaturas pudieron entonces descender 9 ºC respecto a la media actual en un mes de julio.
Dos erupciones volcánicas importantes durante esta época podrían ser la causa de las olas de frío
“Es difícil saber a qué se debe este descenso de la temperatura, pero una posibilidad es la de una erupción volcánica el año anterior, ya que es frecuente que las temperaturas desciendan en verano en estos casos”, destaca el experto quien señala que durante alguna de estas noches de julio de 920, las temperaturas no superaron los 18 ºC.
Existen dos erupciones volcánicas importantes durante esta época que podrían ser la causa de las olas de frío, “aunque están datadas con una importante incertidumbre”, afirma el investigador. Una de ellas es la del volcán Ceboruco (México), hacia 930, y la otra la del Guagua Pichincha (Ecuador), hacia 910. Sin embargo, “son necesarias más evidencias para confirmar esta hipótesis”, advierte el experto.
La investigación demuestra que durante la primera mitad del siglo X, los eventos climáticos fríos en Bagdad tuvieron mayor frecuencia e intensidad que en la actualidad. Mientras que la ciudad iraquí registró solo dos días con temperaturas por debajo de 0 ºC entre 1954 y 2008, al menos hubo seis días muy fríos en un periodo de 42 años en el siglo X.
Según los investigadores, “las crónicas árabes son muy útiles para la reconstrucción del clima en épocas y lugares de los que sabemos muy poco”. Gracias a la sinergia de humanidades y ciencia se puede extraer “información climática robusta”, concluyen.
Bagdad, el centro del imperio
En 762, Abu Ja`far al-Mansur, el segundo califa de Abbasid (la segunda dinastía del Islam) fundó la ciudad de Bagdad y la estableció como la capital del imperio. Pronto la urbe se convirtió en la más próspera de su tiempo y en el centro del comercio internacional y el desarrollo agrícola, lo que atrajo a una población creciente.
Los historiadores de la época discutieron las razones por las que el califa le dio tal importancia a Bagdad. Además de su estratégica situación, entre los ríos Tigris y Éufrates, la ciudad contaba con buenas condiciones climáticas. “El agua era abundante, el clima era muy cálido en verano, muy frío en invierno y moderado en primavera y otoño”, detalló Al-Ya`qubi, autor de un tratado geográfico de 891.
FOTO: Bagdad (Iraq) se convirtió en la ciudad más próspera de su tiempo y en el centro del comercio internacional y el desarrollo agrícola en el siglo VIII. Imagen: Domínguez-Castro et al.