Desde un punto de vista anatómico, al ojo normal y no patológico se le conoce como ojo emétrope, y ha sido muy poco estudiado hasta ahora en comparación al miope y el hipermétrope. Los resultados muestran que las mujeres emétropes sanas tienen un diámetro pupilar mayor que los varones.
El ojo emétrope, normal y no patológico, es el tipo más frecuente entre la población (43,2%), con un porcentaje que oscila entre el 60,6% en los niños de tres a ocho años hasta el 29% en los mayores de 66 años.
El ojo emétrope, normal y no patológico, es el tipo más frecuente entre la población (43,2%)
Por ello, una investigación determina ahora su patrón anatómico para que sirva de modelo comparativo con los ojos que padecen defectos refractivos (miopía, hipermetropía, astigmatismo) y los ojos patológicos (como los que padecen cataratas).
“Conocemos muy poco el ojo emétrope a pesar de que debería aprovecharse para compararlo con los ojos miopes e hipermétropes”, explica a SINC Juan Alberto Sanchis-Gimeno, investigador de la Universidad de Valencia y primer autor del estudio.
El trabajo, publicado en la revista especializada Surgical and Radiologic Anatomy, muestra los valores por género del espesor corneal central, el valor mínimo del espesor corneal de la totalidad de la córnea, la distancia blanco/blanco y el diámetro pupilar en una muestra de 379 emétropes.
“Se trata del primer estudio que analiza estos índices anatómicos en una muestra elevada de sujetos emétropes y sanos”, apunta Sanchis-Gimeno. En los últimos años se han desarrollado nuevas tecnologías, como la topografía corneal de elevación, que permiten aumentar los conocimientos sobre la anatomía ocular in vivo.
Aunque la investigación constata que no hay grandes diferencias en la mayor parte de los parámetros analizados, las mujeres emétropes sanas tienen un diámetro pupilar mayor que los varones.
“A partir del presente trabajo será necesario investigar si hay diferencias en los índices anatómicos estudiados entre ojos emétropes, miopes e hipermétropes, y entre poblaciones de diferente origen étnico”, concluye el investigador.
Cómo funciona el ojo humano
La luz penetra a través de la pupila, atraviesa el cristalino y se proyecta sobre la retina, donde se transforma –gracias a las células fotorreceptoras– en impulsos nerviosos trasladados a través del nervio óptico al cerebro. Para que los rayos de luz que penetran en el ojo se puedan enfocar en la retina, se deben refractar. La mayor parte de la refracción ocurre en la córnea, que tiene una curvatura fija.
Por su parte, la pupila es una abertura dilatable y contráctil que regula la cantidad de luz que le llega a la retina. El tamaño de la pupila está controlado por dos músculos: el esfínter de la pupila, que la cierra, y el músculo dilatador de la pupila, que la abre. Su diámetro es de entre 3 y 4,5 milímetros en el ojo humano, aunque en la oscuridad puede llegar hasta los 5 a 9 milímetros.
Imagen: Michael Dawes.