El servicio doméstico constituye el sector más complejo para identificar las condiciones de esclavitud y trata.
Por· Accem.-El servicio domestico constituye el sector económico que presenta la mayor dificultad a la hora de controlar las condiciones de trabajo y el cumplimiento de las responsabilidades por parte de los empleadores. Existen varios factores que favorecen la aparición de fenómenos de explotación en este sector. En primer lugar, su marco regulador como régimen especial establece condiciones que dejan a la empleada sumamente desprotegida.
En segundo lugar, la limitación que presenta el hogar familiar como lugar de trabajo respecto a las posibilidades de inspección y control de la actividad laboral. En tercer lugar, el carácter especial de la relación entre empleada y empleador y de la figura misma del empleador, figura distinta a la del empresario (ACSUR-Las Segovias, 2001).
La demanda de empleadas del hogar es cada vez más alta en España debido a la incorporación de las mujeres en el mercado de trabajo, y a la existencia de personas dependientes que requieren cuidado intensivo (ACSUR-Las Segovias, 2001)50. La carencia de prestigio social de dicha ocupación y su consideración como un “sucedáneo del verdadero trabajo” (Colectivo IOÉ, 2001: 2), ha creado una demanda de mano de obra en el sector cada vez más cubierta por personas inmigrantes, tanto a través de contratación en el país de origen como de la inmigración irregular ya existente en España.
Existe la creencia común de que la explotación laboral es estructural al trabajo en servicio doméstico en régimen de internas. Dicha creencia también ha sido confirmada por los expertos entrevistados en este estudio del Colectivo IOÉ (2001: 4) que reconocen categorías de trabajadoras internas del hogar con distintos niveles de vulnerabilidad a la explotación laboral:
1) la primera categoría estaría compuesta por mujeres que llevan muchos años en España y en este trabajo y ya han alcanzado cierto nivel de estabilidad y regularidad,
2) la segunda categoría incluiría a mujeres que cuentan con una red social y de apoyo que les facilita el acceso a otro empleo cuando las condiciones de trabajo no son favorables y
3) la tercera categoría incluiría mujeres recién llegadas a España, sin redes familiares y sociales y en situación de irregularidad. Este último colectivo es, ciertamente, el que presenta el mayor grado de vulnerabilidad al encontrarse en situación de necesidad y de falta de alternativas, pudiendo verse obligado a someterse, al menos en su llegada a España, a condiciones de trabajo degradantes.
En los casos detectados por este estudio, el perfil de las víctimas de trata corresponde tanto a inmigrantes reclutadas en el país de origen por familiares y conocidos, como a inmigrantes que se encuentran en España en situación irregular y acceden al servicio domestico como primer empleo. Este es un primer empleo muy común ya que permite a las mujeres recién llegadas tener alojamiento y ganar ciertos ingresos sin gastos de manutención y alojamiento.
También se detectaron indicios de casos de matrimonios serviles; matrimonios en los que en realidad había necesidad de una empleada domestica y a causa de las dificultades que se encontraban en el proceso legal para traer a la empleada a España se intentó solucionar este problema a través de matrimonio. Sin embargo la información existente sobre este tipo de actividades es muy escasa y se trata solamente de indicios ya que no ha habido actuaciones específicas contra dichas conductas y por lo tanto no se podría generalizar o sacar conclusiones concretas.
En cuanto a los tipos de explotación y de coacción a los están sometidas las víctimas de trata para explotación laboral en el servicio doméstico, se han detectado los siguientes casos:
• Sueldos inferiores al establecido legalmente. En un caso se detectó un sueldo de 80$ para 16 horas de trabajo diarias y tareas múltiples.
• Imposición de horarios excesivos, con jornadas de hasta 16 horas diarias, o disponibilidad durante las 24 horas en casos de internas.
• En casos de retribución en base del salario mínimo interprofesional, no se abonan las horas extraordinarias con lo cual el sueldo real por hora trabajada es mucho menor que el previsto.
• Trabajo sin pago.
• Retención de la documentación de la víctima.
• Restricción de movimiento libre de la empleada, con víctimas encerradas en la vivienda, sin posibilidad de salir.
• Agresiones físicas, maltrato y agresiones sexuales.
• Amenazas de agresiones físicas e intentos de abuso sexual.
• Maltrato psicológico, desprecio hacía la empleada, gritos constantes incluso por parte de los niños a su cargo.
• Negación de asistencia médica.Cobro de comisiones excesivas, incluido el gasto del billete de llegada a España, gastos de médico etc.
• Negación de darle comida, o comida en base a los restos que dejaba la familia.
• Amenazas de informar a sus familiares que está ejerciendo la prostitución en España.
Lo anteriormente descrito, queda reflejado en los siguientes casos.
Caso. Servicio Doméstico. Senegal.
Una mujer senegalesa trabajaba en un país africano como empleada doméstica en la casa de un diplomático. Decidió acompañar a la familia cuando ellos tuvieron que trasladarse a España. La mujer vino a España con visado y con su documentación en regla. Sin embargo, dicho visado estaba supeditado a trabajar con la familia del diplomático. A la llegada a España, las condiciones de trabajo cambiaron.
Estaba encerrada en la casa las 24 horas, sometida a acoso psicológico y gritos constantes e incluso sufrió intentos de abuso sexual por parte de su jefe. Cuando tenía día libre era muy común que no la dejaran salir.
Un día pudo salir de la casa y llegó a la oficina de Médicos del Mundo en Madrid donde se pusieron en contacto con una casa de acogida para que prestara alojamiento a la víctima. Le avisaron que tenía una plaza de acogida esperándole para cuando pudiera escapar de la casa definitivamente. Eso se produjo al cabo de un tiempo cuando la mujer pudo volver a escapar y volvió acompañada por la Policía para recuperar sus objetos personales.
Sin embargo, valorando la situación en la que se encontraba y también la impunidad de la que gozaba la familia por su estatus diplomático, no se produjo ninguna denuncia.
La mujer fue alojada en dos centros de acogida donde recibió clases de español y asesoramiento para la búsqueda de empleo y ha vuelto a trabajar como interna en servicio doméstico.
Fuente: Médicos del Mundo Madrid
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Caso. Madrid. Trata y explotación en servicio doméstico y
artesanía
En 2003 el Proyecto Esperanza recibió información sobre el caso de una mujer de origen boliviano que había llegado a España a través de su propia prima y era explotada laboralmente. En su país de origen su prima le comentó que un compatriota suyo en Madrid necesitaba gente para trabajar y que el trabajo consistiría en cuidar a un niño pequeño. Aunque no se sabe si su prima era conocedora de la situación en la que se iba a encontrar y las condiciones de semiesclavitud a la que iba a estar sometida. Sin embargo fue ella la que le comentó las funciones del trabajo a realizar y el sueldo que iba a percibir y que nunca se materializó.
Además, al ser una persona familiar y un trabajo en la casa de un compatriota, la víctima confió y decidió aceptar.
Al llegar a Madrid, los empleadores firmaron con ella un contrato donde según la denuncia que se interpuso figuraba que su horario de trabajo era de 7 y media de la mañana a las 12 de la noche, es decir 16 horas y media. Sus funciones incluían limpiar la casa, cocinar y cuidar al hijo y además vender artesanía por las calles y su retribución mensual sería 80 dólares mientras los gastos del billete de ida y vuelta a Bolivia corrían a cargo del empleador.
Según la denuncia que presentó la víctima a la Policía, los empleadores leretuvieron el pasaporte para evitar que pudiera regresar y al mismo tiempo le prohibieron que hablara con sus familiares y que saliera a la calle sin ser acompañada de alguno de ellos. Durante el tiempo que estuvo trabajando, no recibió un sólo dólar y además tuvo que pagar la mercancía que ha sido retenida por la policía en una intervención cerca de Atocha. También, había sido obligada a dormir en la furgoneta cuando viajaban a pueblos cercanos para vender productos de artesanía y en ocasiones que estaba enferma solicitó al matrimonio que le llevaran al médico y estos se negaban y además le decían que se lo descontarían de su sueldo, a pesar de que tampoco llegó a recibir dicho sueldo.
La denuncia se presentó contra su prima y contra sus empleadores, pero en el día del juicio solamente se pudo conseguir que le devolvieran el pasaporte. El juzgado de Leganés entendió que su denuncia se refería solamente a apropiación indebida en cuanto a su pasaporte. Cuando se preguntó a los empleadores sobre su pasaporte admitieron sin ninguna reserva que se lo habían quitado por miedo a que lo perdiera y en el mismo acto se lo devolvieron. Puesto que para el juez dicho juicio se refería solamente a la recuperación del pasaporte de la víctima y éste se le devolvió en su presencia, y a pesar de las protestas de la víctima y su defensa, el caso se desestimó sin que se tratara el supuesto de tráfico ilegal con fines de explotación laboral y sin que se tomaran medidas para investigar o abriera un periodo de instrucción para dicho delito.
Por parte de la víctima se interpuso un recurso y se han hecho personaciones para pedir aclaraciones pero hasta la fecha no existe información o explicación adicional para el caso. En cuanto a la situación administrativa de la víctima, no se pudo conseguir la regularización ya que no se trataba de una red organizada de trata y tampoco se consiguió llevar a cabo un juicio por tráfico ilegal de trabajadores.
Sin embargo, fue a través del proceso extraordinario de regularización del 2004 que la víctima pudo obtener los permisos necesarios de residencia y trabajo. Como en la mayoría de los casos de trata, la víctima cumplía un perfil de vulnerabilidad extrema, que le calificaba como presa fácil para ser reclutada, proviniendo de una clase muy humilde de la sierra de Bolivia, con carácter sumiso y con una formación escasa.
Sin embargo, lo sorprendente en este caso es que los empleadores y, a la vez, explotadores, además de ser compatriotas suyos, provenían de una similar situación socio-económica y educativa, con lo cual resulta difícil entender la explotación extrema a la que sometieron a la víctima.
Fuente: Entrevista con Proyecto Esperanza
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Caso. Madrid. Trata para servicio doméstico en casa de clase alta. Bolivia
El caso de esta mujer, empleada como interna en una casa de la clase alta de Madrid, fue derivado al Proyecto Esperanza por la policía, tras la denuncia interpuesta por dos enfermeras que trabajaban esporádicamente en la misma casa, en el cuidado de una persona mayor, y que se percataron de la situación de semiesclavitud en la que se encontraba la víctima.
La policía se presentó en la casa para librar a la mujer de origen boliviano, que había llegado a Madrid tras la intervención y la propuesta de trabajo por parte de su prima.
Al llegar en Madrid los empleadores le quitaron el pasaporte y le prohibieron salir de la casa. Encontrándose en régimen de interna trabajaba continuamente, sin percibir sueldo y dándole comida de los restos de la familia o incluso dejándole sin comida. Además, la víctima estaba sometida continuamente a maltrato psicológico, insultos y gritos y en algunas ocasiones incluso a agresiones físicas.
A eso se debe añadir la coacción por parte de su prima, quien le amenazaba que en el caso de escaparse, o denunciar, ella misma diría a su familia y a los paisanos de su pueblo que se estaba prostituyendo en España.
Se trataba de una persona mayor, que había decidido venir a España para poder ayudar a uno de sus hijos con los gastos de la universidad y al otro con los gastos de su boda.
Ella cumplía perfectamente el perfil tipo de la víctima, ya que era analfabeta y desconocía por completo conceptos como los derechos laborales, los derechos humanos o la posibilidad de denunciar y los procesos judiciales, siendo ama de casa toda su vida y confiando absolutamente en su prima.
Cuando fue acogida por el Proyecto Esperanza incluso se culpaba a si misma de lo que le había sucedido y de permitir que le trataran mal. Era tal su forma de sumisión y su miedo hacía los empleadores que cuando volvió a la casa para recoger sus objetos personales, acompañada del personal del centro de acogida, temía incluso mirar a su empleadora a los ojos o dirigirle la palabra.
La empleadora sin embargo, estaba absolutamente consciente de la situación a la había sometido a la victima y sin ningún tipo de remordimiento, se sentía orgullosa de haber sacado muchas mujeres de la miseria y la pobreza ofreciéndoles trabajo en su casa o en las casas de sus amistades y consideraba que su comportamiento había ayudado a muchas mujeres y que les estaba haciendo un favor.
En cuanto a la denuncia, la víctima no quiso llevarla a cabo y decidió retornar a Bolivia, aunque sin haber conseguido su objetivo principal que era mejorar su situación económica.
Es importante mencionar aquí que, aunque existía la primera denuncia por parte de las enfermeras que podría probar la relación laboral, sin embargo, las mismas no estaban dispuestas de actuar como testigos por miedo de causar problemas a su empresa y perder su propio trabajo