Llanera.-La fiesta gastronómica del Arroz Negro con alioli, en uno de los amplios salones del complejo hostelero Casa Carlos, en Llanera, coronó con éxito el encuentro que inició el pregón del coronel Gumersindo Baragaño y prosiguió con la degustación de los entrantes, caramelos de morcilla, frisuelos de vegetales con crema de queso blanco y dados de lomo con base de manzana y confitura de frambuesa y ya el plato protagonista, el arroz negro con productos de la mar y alioli que fue saboreado ampliamente por los más de cien comensales, miembros de cofradías gastronómicas, críticos especializados, escritores y otras representaciones, entre ellas el cura párroco.
El organizador de las jornadas, Gustavo Izquierdo, anunció ya la próxima convocatoria, en este caso del Menú de Cuaresma, para el 19 de abril y con pregón del periodista Melchor Fernández Díaz.
Pregón del coronel Gumersindo Baragaño
Debo de agradecer a D. Gustavo su presentación dándoos datos de mi vida, pero también tengo que deciros que estoy completamente seguro de que quien se los proporcionó tiene que ser un gran amigo porque ha ocultado, o disimulado, todos mis defectos y debilidades que, sin duda alguna, son muchos.
Gracias a los dos.
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Pero vayamos al grano, y nunca mejor dicho
Un jueves de nuestro veraniego mes de septiembre pasado, (del que seguramente ya pocos se acordarán que soportamos 26 grados al sol), después de haber degustado generosamente una serie de delicias presentadas por varios grupos gastronómicos de la provincia y cuando el torrente sanguíneo acude al estómago para facilitar la digestión dejando el cerebro un poco aletargado e incapaz de una oportuna reacción, allá, en el atrio de aquel templo gastronómico de La Ronda, se me acerca nuestro buen Gustavo y suave, sutil y sugerentemente me dice que había pensado en mí para hacer el pregón del arroz negro.
Me sonó la honesta proposición como si me hubiera sugerido que tenía que hablar de la inmensidad del océano o de la inmortalidad del murciélago americano.
Mi cerebro no reaccionó, quedé un poco pasmado y el silencio que siguió fue tomado por Gustavo como una rúbrica en un contrato.
Y he aquí como una feliz digestión me ha traído a esta tarima.
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Así que, sin más preámbulos, vayamos al arroz. Y si es posible, al arroz negro.
Antes tengo decir en mi descargo, que en este menester me han precedido en otras ocasiones para presentar este magnífico plato, celebridades como:
José Antonio Fidalgo Sánchez
Francisco Vaciero Fernández y
Carmen Ruiz Tilve.
Así que vais a tener que perdonarme por no estar a la altura y no puedo contaros algo nuevo o interesante.
Vaya por delante deciros que, después de todo, he tenido suerte, porque menudo compromiso sería hablar de este tema, por ejemplo en Valencia. En Asturias no se cultiva ni un solo grano de arroz ni por casualidad. Y ello creo que me salva un poco.
Es imprescindible empezar por el rollo.
El arroz es una gramínea que los científicos denominan ‘oriza sativa’, originario de tierras de oriente donde se cultiva desde hace 7.000 años. Su producción en el mundo se acerca a la del trigo, pero no pasa de ocupar el segundo lugar. Los chinos, indios e indonesios son los mayores productores y consumidores de arroz, pero honestamente hay que admitir que no saben cocinarlo. Yo he comido arroz cocido por ellos y no sabe a nada. ¡Donde esté una buena paella que se quite todo! Y si es arroz negro al estilo del de hoy ¡no digo más!
Pero es bueno comer arroz porque es antioxidante, es decir, constituye una barrera para la absorción del temido colesterol, y además aumenta la musculatura y el rendimiento deportivo.
El arroz adelgaza porque no tiene grasas y es anti celulítico. Actúa como antidepresivo, es eficaz para evitar los síntomas menopáusicos y quita las arrugas. Al menos eso dicen los sabios.
La cultura del arroz en Oriente es proverbial. A China lo trajo Buda y Siva a la India, ayudados como es natural por las correspondientes diosas que lo engendraron. Hasta qué punto es importante allí el arroz que cuando dos chinos se dan los buenos días dicen en su idioma: “¿ha comido ya arroz hoy?”. Y cuando uno es afectado por un ERE parecido al nuestro quedándose sin trabajo, dicen que “le han roto el cuenco del arroz”. Y esa costumbre importada de allá de tirar arroz a los recién casados es para desear al nuevo matrimonio abundancia y prosperidad.
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Decía antes que había tenido suerte de hablar del arroz aquí en Asturias.
Y es que, si bien en el mundo se cultiva el arroz desde hace miles de años, a España nos lo trajeron los árabes y empezaron a sembrarlo mientras le hacían la puñeta a Pelayo, lógicamente, en Andalucía donde aún hoy se sigue cosechando, y en tal cantidad que es Sevilla la mayor productora de la península. Le siguen, por este orden, Extremadura, Tarragona, Valencia y Murcia. Y quitando Aragón que casi recoge algo por curiosidad, en los demás sitios nos limitamos a comprarlo en el supermercado.
De España se llevó el arroz a Italia y aunque esta nación es hoy la primera productora de Europa, no es menos cierto que el arroz español es el que más se consume por los europeos.
Lo que acabo de decir es casi una maldad por mi parte. Ya sé que la mayoría de vosotros, grandes expertos en la Wikypedia de Google, podéis encontrar mucha más información. Pero… ¡y lo que ayudan estas nuevas tecnologías en estos casos!
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Aún así quise ilustrarme algo más para contároslo, y acudí a esos tres libros gordos que todos tenemos en casa.
¿Quién no tiene en su biblioteca o como libro de cabecera el ‘libro de los libros’, la Biblia?
Pues bien, consulté la biblia desde el Génesis al Deuteronomio y no encontré la palabra ‘arroz’ en ninguna parte. En cambio sí encontré la comida roja de la traición a Esaú que consistía en un plato de lentejas. También se habla del trigo y del centeno. Pero del arroz… ni una palabra.
Para mí que la traducción de la Biblia no está bien hecha. Estoy completamente seguro de que Iahveh no pudo equivocarse, porque para alimentar al pueblo elegido tuvo que buscar algo bueno y contundente, y ese alimento no podía ser otro que el arroz que les proporcionaba cada mañana (excepto el sábado), solo que los seguidores del gran Dios de Moisés lo llamaban “maná”.
Porque si no, decidme, ¿cómo se puede concebir la gran alegría de Moisés cuando se enteró de que la tierra prometida manaba leche y miel? Yo tengo por seguro que entonces pensó que su pueblo podría tener la alegría de juntar estos ingredientes con el maná y gratificarse, después de tantos sufrimientos, degustando un plato tan exquisito. Sin duda podemos decir que Moisés acababa de inventar el arroz con leche.
Perdonadme esta frivolidad, pero no estaría de más pensar en hacer una propuesta al Vaticano para que de una vez por todas hagan una buena traducción de la Biblia.
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Otro libro que todos tenemos, y que todo el mundo ha leído y que resulta ser el primer best-seller español, es El Quijote.
Estaba yo seguro de que nuestro célebre manco de Lepanto, tartamudo él porque su pensamiento iba siempre por delante de las palabras, D. Miguel, tenía que hablar del arroz.
Recordé que un profesor que tuve en mis años mozos nos recomendaba que aprendiéramos a leer en diagonal. Y lamento no haber sido buen discípulo, quizás por haberme acobardado en aquel momento y no haberle preguntado entonces si la diagonal era de derecha a izquierda o al revés. Y es que aquel sabio profesor tenía dos estrellas de ocho puntas y su sentido del humor no estaba a la altura de la disciplina. Creo que si saber leer así funciona, ciertamente me hubiera sido útil.
Porque después de mucho leer, por fin encontré lo que andaba buscando, me costó 37 capítulos pero allí estaba la frase que rastreaba en boca de Quijano aconsejando a Sancho en forma de refrán, que siempre es verdadero por salir de la experiencia madre de todas las ciencias.
No le gustaban a Sancho las Dueñas y estaba dando la lengua más de la cuenta cuando el gran caballero le cortó diciendo: Tente Sancho “Mejor no menear el arroz aunque se pegue”
Ser, hay que reconocerlo, es un buen consejo, pero culinariamente no diría yo tanto. A lo mejor a principios del siglo XVII aún no habían saboreado el “socarrat”. De todas formas lo mejor es que el arroz no se queme.
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El tercer libro gordo que todos tenemos en casa es verdaderamente de gran formato y con muchos protagonistas.
Recuerdo que tuve que asistir a una conferencia en el Ateneo de Madrid (por aquello de acumular créditos) sobre un tema de genealogía. La conferencia corría a cargo de un octogenario bajito que entró en la sala con paso corto y llegó al estrado con ayuda para poder alcanzar el escenario. Era D. Dámaso Alonso.
En parte de su conferencia desarrolló el tema que podríamos condensar como ‘la invasión urbana por la fauna rural’, y para ello echó mano, nada más ni nada menos, que de la Guía Telefónica, que en Madrid es mucho más gorda que aquí. De ella sacó y dedujo que personas importantes buscaban apelativos escogiendo nombres de animales significativos como: Toro, León, Gamo, Lobo, etc.
Copiándole la idea, yo también quise saber si el arroz era tan importante como para dar sobrenombre a una persona, y ni corto ni perezoso una tarde eché mano de mi guía telefónica. Es pesado, pero también entretenido, haced la prueba.
Encontré muchos apellidos de cosas que le van bien al arroz como el conejo, gazapo, pita y alguno más. Pero ‘arroz’, que era lo que buscaba, no aparecía por ninguna parte. En cambio sí encontré ‘trigo’. Es hasta lógico y tan real como la vida misma: el trigo es el cereal número uno, el número dos es el arroz y es una triste realidad que del subcampeón nadie se acuerda, ¡qué le vamos a hacer!
Lo más parecido que encontré fue el apellido “Alós”, correspondiente a un vecino de Pola de Siero, que no tiene nada de oriental a no ser la cámara fotográfica Toshiba que maneja con insuperable maestría. A Pepe Alós Ontiveros no me importunaría pedirle perdón por esta licencia mía, pues además de ser coronel ingeniero de armamento es un gran amigo y tiene un gran sentido del humor.
Aunque un poco disgustado por el intento fallido de encontrar el apellido “Arroz”, en ese momento vino en mi ayuda mi otra neurona, la intermitente, y trajo a mi memoria a una mujer.
Una mujer muy importante, no solo por ser mujer, que también, sino porque desempeñó en el mundo de la política internacional un papel muy interesante como Secretaria de Estado de los EE.UU.
Esa mujer se llama Condoleezza Rice. Rice es Arroz en inglés. Y además, ¡que feliz coincidencia!, la buena de Condoleezza, es negra.
Estamos ahora en la presentación de candidatos para la presidencia de los EE.UU, de conseguirlo nuestra Condy, como la llaman sus seguidores, y salir elegida, nuestro mundo tendría arroz negro hasta en la sopa, al menos durante cinco años.
¡Nunca me imaginé que me iba a dar tanto de sí una guía telefónica!
Antes de subir aquí, pasé por la cocina.
Quizás decir cocina sea demasiado poco. Donde estuve fue en un verdadero estudio de artistas en el arte culinario.
Y es que allí pude comprobar cómo unos auténticos creadores dirigidos por Javier, al más puro estilo del pintor renacentista Tintoretto, elaboraban los ingredientes con esmero y daban fin a una obra de arte que dentro de poco nos van a presentar.
Como complemento imprescindible preparaban también una sabrosa y aromática salsa muy española.
Ya lo decía mi compañero de armas y sin embargo amigo, valenciano de pro, cuando allá en el Puerto de Cullera degustábamos un ‘arrós negre con sepia’,… que nunca podía faltar el all-i-oli para acompañarlo. Tú sí que sabías, Perico Puig, te recuerdo. ¡Siempre nos dejan los mejores!
Y si me lo permitís, un consejo y termino: cuando ahí en vuestro plato quede un solitario y triste grano gris, acurrucado, perdido en el borde, acobardado y quizás roto, no lo dejéis marchar,… ofrecedle vuestro tenedor para que se agarre y dadle el merecido descanso que se merece, saboreándolo como si fuera la última pincelada de la obra de arte a la que perteneció.
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Muchas gracias por vuestra amable atención y pido mil excusas por haberos robado, a estas horas, vuestro preciado tiempo.
Que disfrutéis y buen provecho
1 comentario
# Armando Alvarez Responder
23/03/2012 11:02Si "in situ" quedé gratamente sorprendido y admirado por el magnífico pregón del corronel Gumersindo Baragaño; ahora, repasandolo de nuevo en esta página , no puedo por menos que volver a felicitar a este jovial militar por su bello e ilustravito discurso