Por Carmen Peláez.AM.-"No me disgusta nada este chaval, no me disgusta nada, habla muy bien", dice mi compañera de asiento en la sala de Cámara del Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Me dirán ustedes que sólo es una opinión y no alcanza el rigor demoscópico del CIS, tan cuestionado por otra parte, pero es que el candidato del PSOE asturiano gana mucho en las distancias cortas.

El Javier Fernández hierático de la desafortunada foto de su cartel electoral y el tímido con gesto adusto que reflejan otros, se deshace en el mitin. Éste se siente a gusto, arropado, y charla con el público, bromea, no necesita alzar su voz para arrancar aplausos. Caldea el ambiente con facilidad ante un público entregado que le jalea cuando habla de los adversarios de su partido en las próximas elecciones, "... no se cuantos kilómetros he hecho en estos días pero sí se los que ha hecho Mercedes Fernández, los que hay en cuatro viajes a Madrid...". Aplausos. "... me llama turista el que vivía en un hotel y se tuvo que empadronar para poder votar en Asturias..." Más aplausos de un público que parece el "quién es quién" del socialismo asturiano, o mejor el "quién fue quién" porque cuento un ex alcalde de Mieres, un ex alcalde de Langreo, un ex alcalde de Lena, un ex Delegado del Gobierno, otro mas, un ex director del Idepa... Claro que también hay presente, como el del joven alcalde de Laviana o el incombustible alcalde de Ribera de Arriba.

A Javier Fernández se lo han puesto fácil las luchas de la derecha asturiana y menciona mucho la palabra pacto. "La izquierda siempre pactó, con Rafael Fernández, con Vigil, con Areces y cuando no teníamos presupuestos hablamos y decidimos seguir adelante". Se lo dice a Areces, sentado en primera fila, y que debe levantarse y saludar al público ante la intensidad de los aplausos. Fernández le ha llamado Presidente, será la costumbre.

La sala está hasta la bandera y sigue llegando gente. Fuera, la primavera se estrena con un frío intenso pero dentro el ambiente es más que cálido, festivo. "Somos un poco masoquistas", comenta en voz baja un miembro del público a su compañero. Al fondo del escenario, muchos rostros jóvenes y en el patio de butacas una parroquia con la cincuentena bien cumplida. Es agradable ver que hay tantos hombres como mujeres participando en la cosa pública, encima del escenario pero también entre el público. Algo no tan habitual en este tipo de encuentros.

Con Fernández está Elena, la suya, la del PSOE, que la Infanta ya se fue esta mañana.  Valenciano, la vicesecretaria general del PSOE, habla clara y directa, "sois la gran esperanza del PSOE" y pide que Asturias se convierta en el laboratorio "para probar que hay otras formas de gobernar". No convence mucho con lo del laboratorio, que, así de pronto, suena raro y hay que reflexionarlo, pero con lo de que en Asturias "no hay gobierno, hay venganzas" se mete a toda la parroquia en el bolsillo en un santiamén.

El mitin se les ha hecho corto a los asistentes. Y sigue pareciendo una fiesta. Todos pasan por el escenario y hay tantos abrazos y golpes en la espalda,-- de esos que se dan los hombres que temen que abrazarse sea demasiado emocional --, que parece que han ganado. Javier Fernández no tiene prisa y saluda, abraza y agradece a cada uno de los asistentes. Lo primero que ha hecho al abandonar el estrado es fundirse en un abrazo con Vicente Álvarez Areces. Para los que dicen que reniega de su herencia.

El hall es un hervidero de rostros conocidos, ex altos cargos y ex cargos medios, que se saludan y charlan amistosamente sin ganas de irse a casa. Ni una mención a la posibilidad de ganar pero no gobernar. Ni en los discursos ni en los pasillos. Igual es que ellos sí que lo tienen claro en esta recta final de la campaña.

"¿Podré llevarme la bandera? ¿Y no dan nada, ni unos caramelos?", me interroga mi compañera. "La crisis, señora... " toreo yo como puedo.