Por Carmen Peláez.AM.-Si el segundo síntoma del enamoramiento es encontrar una belleza subyacente y que ahoga en el otro, estos chicos están coladitos por Cherines. “Guapa”, “Cherines presidenta”, la candidata del PP a la presidencia del Principado, Mercedes Fernández, aglutina el entusiasmo de los jóvenes en una mañana por lo demás gris y fría.

En el exterior del Palacio de Congresos del Calatrava unos modernos vehículos eléctricos acaparan la atención de los viandantes que se hacen fotos con ellos. Unen modernidad y política ya que lucen todos ellos la imagen del PP. A pocos metros, tras acceder al palacio, unas grandes pantallas de plasma proyectan el discurso de la candidata pero nadie los mira. Puede que estuviera previsto que lo siguieran desde aquí los electores y simpatizantes que no tuvieran acceso a la gran sala pero no hacen falta ni de lejos.

En el anfiteatro sólo hay media entrada. Las oleadas de sms a las 9:30 de la mañana no han sacado a los populares de la cama. Cerca de las 11, está a punto de intervenir el presidente del Gobierno, y se pueden ver un montón de sillones vacíos. Han fallado muchos de Oviedo y de Gijón, según me explica un viejo militante con cara de saber por qué, “esto va a levantar ampollas en el próximo congreso…”. Los hay que no se cansan de pelear.

La candidata tiene tablas y calienta con su mensaje a la muchachada que se desganita, “Cherines, presidenta”. Son incansables. Que poco se valora a la juventud en casi todos los partidos políticos.

Mercedes Fernández, impecable en su vestido de rayas horizontales, -- ella puede, está esbeltísima—tropieza al retirarse del atril después de volver tarumba a la traductora de lengua de signos con su, más que ágil, vertiginoso verbo. El traspié pasa desapercibido porque todos los ojos están puestos en el Presidente anunciado por el incansable chan, cha, chán, de la música electoral. El lugar, iluminado en azul hasta el mismo techo, se vuelve una locura de banderas azules.

Mariano Rajoy dice que tres elecciones en un año son muchas y la traductora se golpea la frente con el dorso de la mano como aludiendo a la falta de razón. Hay cosas que se entienden hasta en otro idioma.

Los de Nuevas Generaciones han cambiado el lema y ahora corean “Esto sí, que es un presidente”. Rajoy presume de limitar los sueldos a los altos cargos y de eliminar entes públicos. Como ocupa el espacio del antiguo campo de fútbol del Real Oviedo se va por lo deportivo en su alegato: “El partido está por decidir pero yo estoy esperanzado. Asturias puede tener una presidenta de postín, de categoría”.

Mercedes Fernández, en primera fila, sonríe. Junto a ella, el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, que abrió las intervenciones. También están Ovidio Sánchez, el senador  Jaime Reinares y un montón más de caras conocidas.

En un extremo del flamante y moderno escenario que han traído desde Madrid los populares, pero fuera del mismo, una figura asiente y aplaude de tanto en tanto. El Delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, comparte espacio con los miembros de seguridad y del equipo médico, en pié, alejado de la primera fila y de sus compañeros de partido. Los analistas dirán.

“Un Presidente también tiene que ser cercano”, se queja un chaval al que no dejaron acercarse todo lo que quería. Pese a ello a Mariano Rajoy le lleva sus buenos veinte minutos alcanzar la puerta de la que le separan tan sólo unos metros. Todos son flashes y apretones de manos. La moral está alta entre la militancia pese a las calvas del patio de butacas. Al menos de la que acude a la cita.

Al salir, las banderas- que buena idea que fueran de plástico- sirven para refugiarse de la lluvia y colarse a toda prisa en el centro comercial. Un coche empapelado con el rostro de Francisco Álvarez Cascos sube y baja, jugándosela, por la calle delantera con su mensaje y un altavoz con la voz del mismísimo presidente de Foro.

El partido está por decidir, no lo digo yo, que lo dijo Rajoy.