Por Marta Palomo /Enrique Sacristán/SINC.- Hasta Fukushima se hablaba sin disimulo de un renacimiento nuclear, pero el accidente tuvo un fortísimo impacto en la opinión pública y ha creado una psicosis colectiva con consecuencias profundas”, afirmaba Alejo Vidal-Quadras, vicepresidente del Parlamento Europeo, durante una jornada organizada este mes por la Sociedad Nuclear Española (SNE).
El accidente que se produjo el 11 de marzo de 2011 en la central japonesa de Fukushima-Daiichi no solo conmocionó a la opinión pública mundial, también trastocó los planes de la industria nuclear a escala global. En Europa, por ejemplo, el gobierno de la canciller Ángela Merkel canceló el plan para alargar la vida útil de las centrales nucleares alemanas y fijó el 2022 como año de cierre de todas las instalaciones que operan actualmente.
En Italia, el 95% de sus ciudadanos votaron en contra de esta energía durante el referéndum organizado en junio de 2011. El país transalpino tuvo cuatro reactores nucleares, pero cerró los dos últimos tras el accidente de Chernóbil. Aun así alrededor del 10% de su energía procede de fuentes nucleares, pero toda importada.
Por su parte, en Bélgica, también se revisaron los planes previstos y el nuevo enfoque plantea empezar a cerrar reactores a partir de 2015. Y en Suiza, en septiembre pasado, el parlamento aprobó el abandono progresivo de la energía nuclear a medida que sus centrales agoten su vida útil.
“Incluso en Francia, el templo de la energía nuclear del mundo, socialistas y ecologistas, favoritos para las presidenciales de mayo, han firmado un pacto electoral que compromete a estas fuerzas a clausurar 24 de los 58 reactores en servicio en 2025”, subraya Vidal-Quadras. Esto ha sucedido “a pesar de que el 75% de la electricidad francesa procede de la energía nuclear, un dato que ‘no sabían’ los dos candidatos franceses durante un debate en televisión”, añade.
La Unión Europea deja libertad de decisión a los estados miembros
El vicepresidente del Parlamento Europeo comenta a SINC que desde la Unión Europea se deja libertad a los estados miembros a la hora de decidir sobre su mix energético. “En cuanto a la energía nuclear, la Comisión Europea siempre ha sido exquisitamente neutral y aséptica, –cosa que no ha ocurrido con las renovables, la eficiencia energética o la reducción de emisiones, por ejemplo–, pero lo que sí ha hecho es legislar sobre gestión de residuos y seguridad de funcionamiento de las centrales”, indica Vidal-Quadras.
Una de las medias que adoptó la UE tras el accidente de Fukushima es la puesta en marcha de los stress-test sobre los 143 reactores nucleares que operan en su territorio, para confirmar su resistencia, no solo frente a los riesgos antropogénicos –como se venía realizando hasta ahora–, sino también ante catástrofes naturales extremas. Los resultados se presentarán este año, aunque países como España han superado las pruebas, según ha confirmado el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).
Nuestro país no ha paralizado el funcionamiento de las nucleares. De hecho, la energía del átomo ha sido la principal fuente productora de electricidad en 2011, aportando alrededor del 20% del total. También se ha anunciado la construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Cuenca) y la extensión de la vida útil de la central de Garoña (Burgos), una decisión aprobada por el CSN pero muy criticada por los grupos ecologistas.
La energía nuclear ha sido la principal fuente de producción eléctrica en España durante 2011
La asociación Ecologistas en Acción, por ejemplo, reclama al Gobierno español que establezca “un calendario de cierre escalonado de las nucleares, empezando por la de Garoña –gemela de Fukushima– que no debería seguir funcionando ni un día más; y que se siga el ejemplo de países como Alemania, Bélgica, Suiza o Italia”.
Pero no todos los países europeos han optado por el abandono nuclear. Finlandia ya está construyendo su quinto reactor y planea otros dos más. En el caso del Reino Unido, jubilará la mayoría de sus 19 reactores antes de 2023, muchos de ellos situados en zonas de riesgo por inundación o erosión costera, según un reciente informe, aunque ya tiene diseñado un proceso para emplazar ocho nuevas plantas nucleares. La primera se pondrá en marcha en 2018.
Rusia es otro de los países que apuestan con fuerza por la nuclear, cuya producción espera doblar en 2020, con 10 centrales en construcción y más de 20 planificadas. Desde los años 90’ se ha esforzado en aumentar la eficiencia de sus reactores (alrededor de 30) y la exportación de su tecnología se ha convertido en un tema prioritario en su política económica.
Asia se lanza a la energía atómica
Las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía y de la Agencia Internacional de la Energía Atómica indican que la producción nuclear mundial va a aumentar debido al tirón de las centrales que se construyen en Rusia y economías emergentes como China, India y Corea del Sur.
Tras 'aprender' de la experiencia de Fukushima, China relanza con fuerza su programa nuclear
“El 2012 será un año importante para la industria china. ¡Tras aprender de la experiencia de Fukushima, nuestro programa de energía nuclear se reiniciará otra vez!”. Este es el planteamiento del octavo Congreso de Energía Nuclear que se celebrará a mediados de mayo en Pekín, China. El gigante asiático apuesta firmemente por la energía nuclear, con 15 reactores funcionando, 27 en construcción y otros 50 ya planificados para abastecer su cada vez mayor demanda energética.
El caso de India, con 20 reactores nucleares que suministran aproximadamente el 3% por ciento de las necesidades energéticas del país, es similar. Con un incremento del 8% del PIB anual la necesidad de energía de este país se ha disparado. El gobierno indio quiere superar su dependencia de las importaciones de petróleo así que se ha volcado en mejorar la seguridad de las plantas vigentes, las 5 que tiene en construcción y las más de 20 planificadas.
Junto con China e India, el gobierno de Corea del Sur dispone el apoyo económico necesario para la construcción de nuevos reactores nucleares de los impuestos de los ciudadanos. Dentro de los países asiáticos que apuestan por la energía nuclear Corea del sur es el que tiene más reactores funcionando, 23 en concreto, más otra docena en marcha.
Casi todos los reactores nucleares japoneses han dejado de operar
Por su parte, la energía nuclear venía siendo prioritaria para Japón, que importa el 84% de la energía que consume, hasta el tsunami que arrasó Fukushima. Ahora, la mayoría de sus 54 reactores están cerrados, un apagón que ha tenido consecuencias importantes en la economía nipona. Tras el accidente su gobierno publicó un libro blanco anunciando que "la dependencia de Japón respecto a la energía nuclear se reducirá tanto como sea posible a medio y largo plazo".
EE UU genera más del 30% de la energía nuclear mundial
Sin embargo, al otro lado del Pacífico, en EE UU, el gobierno de Obama ha decidido aprobar la construcción de las dos nuevas centrales del país desde hace tres décadas. En la actualidad sus 104 reactores generan más del 30% de la energía nuclear mundial.
“Tenemos presupuesto suficiente para garantizar la seguridad y la eficacia de nuestras instalaciones nucleares”, dijo por televisión el presidente Barak Obama. “Y he hablado con nuestro organismo regulador para asegurarme de que hemos aprendido la lección de lo que ha sucedido en Japón y de que actualizamos la seguridad nuclear de este país constantemente”.
Algunos expertos, como el especialista en energía y política nuclear Peter Bradford, de la Vermont Law School (EE UU), señalan que la principal razón que ha frenado la construcción de nuevos reactores en EE UU no es la seguridad, sino la economía, según apunta en la revista Nature: “El enemigo más implacable de la energía nuclear en los últimos 30 años no ha sido el riesgo para la salud pública sino la cartera de los inversores. Las únicas naciones para las que es rentable este tipo de energía son aquellas con un limitado acceso al gas natural y un gran crecimiento demográfico y económico”. Es el caso de los países emergentes de Asia, donde parece que se está trasladando la industria y el debate nuclear.