Por Luis José de Ávila
Inicio la semana con una triste noticia. Esta mañana, en la misma sede de USO en Gijón, falleció mi buen amigo el histórico sindicalista José Luis Iglesias. Me he quedado de piedra aunque, es cierto, sabía que en los últimos tiempos tuvo varios achaques físicos. Ya se que suena a tópico pero José Luis Iglesias era un gran tipo. Le conocí en la época de la dictadura. De joven estuvo en las filas de la JOC de las que salieron tan buenos sindicalistas y políticos, principalmente de izquierdas. Desde hace más de 50 años pertenecía a la Unión Sindical Obrera. En aquellos lejanos tiempos la USO tenía en sus filas a gente de gran valía, como el citado, además de Angel Suárez, Eleuterio Bayón, Manuel Fernández Pello, Dimás Suárez, etc. José Luis Iglesias siempre fue un gran trabajador en pro de las causas difíciles, y en algunos casos perdidas, pero en esta triste hora debo resaltar su capacidad de negociación, su asturianismo, y las excelentes relaciones públicas que lograban que cualquier puerta se le abriese, buscando, como digo, siempre un acuerdo, aunque no fuera del todo bueno, antes que un pleito.
La relación profesional, él como sindicalista, yo como periodista, dió paso con el devenir de los años a una profunda amistad. A pocos habré conocido que apreciaran tanto la labor del periodista y de los medios de comunicación como José Luis Iglesias. Le gustaba escribir y lo hacía con cierta asiduidad sobre temas laborales y sindicales. Precisamente hoy mismo publica su último artículo, “Un sindicalista diferente”, en el diario La Voz de Asturias. José Luis Iglesias fue cortejado en varias ocasiones por otros sindicatos y también por parte de partidos de izquierdas. Jamas tuvo dudas, siempre fue fiel a sus siglas queridas, la USO. Pese a que ya estaba jubilado, tras haber sido durante años secretario de organización de dicha central sindical, acudía a la sede regional en Gijón todos los días, que para el actual secretario regional Francisco Baragaño y su equipo la experiencia de José Luis Iglesias era imprescindible. Y ha sido precisamente en su sede, ¿Donde si no?, esta mañana falleció.
El año pasado se había dado de alta como militante del PSOE pero este último enero se dio de baja, disgustado por el lío entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carmen Chacón. Eso sí, la niña de sus ojos era el hoy senador Vicente Alvarez Areces por el que tenía auténtica devoción, políticamente hablando, hasta el punto que apoyó sus últimas campañas a la presidencia del Principado. La última vez que le vi fue en Oviedo a donde acudió para que le diera mi firma en apoyo de la petición que se hacía para que el ministerio de Trabajo le concediese la más que merecida medalla al Mérito en el Trabajo. El entonces delegado de Gobierno Antonio Trevín y el jefe del área laboral de la delegación Carlos Colubi apoyaron a fondo el expediente y parece ser que el propio ministro Valeriano Gómez había dado ya su visto bueno pero entonces surgió el cambio de Gobierno y el expediente aún no ha sido resuelto por lo que siento que José Luis Iglesias se nos haya ido sin haber tenido en su solapa esta medalla. Espero que la actual ministra de Trabajo, la señora Bañez, resuelva pronto y favorable el expediente y José Luis Iglesias disfrute de ella desde las praderas de Manitú en las que desde hoy estará disfrutando para siempre tras una vida plena al servicio del sindicalismo, de Gijón -era medalla de plata de la ciudad- y de Asturias. Descansa en paz, buen amigo.