Los hórreos que tienen un suelo con hendiduras regulan mucho mejor la temperatura frente a la radiación solar, lo que favorece la conservación del maíz que almacenan. Algo que los antiguos sabían, y que ha sido ignorado en las restauraciones recientes, se demuestra ahora con un modelo matemático desarrollado en la Universidad de Vigo.
En muchas de las restauraciones de hórreos antiguos realizadas durante los últimos años se ha optado por cerrar las ranuras que perforaban el suelo. No ha sido buena idea, según confirma un estudio que investigadores de la Universidad de Vigo acaban de publicar en la revista Energy and Buildings.
Las ranuras no solo sirven para ventilar el interior de esta construcción donde se almacena el maíz y otros alimentos, sino que también reducen la temperatura cuando incide el sol. Los científicos lo han comprobado colocando sensores ‘termohigrométricos’ en el hórreo e introduciendo los registros en un modelo matemático. Ecuaciones de mecánica de fluidos han servido de referencia.
“Aunque en principio se podría pensar que es bueno el calor para secar las mazorcas, si aumenta mucho la temperatura cambia la curva de equilibrio higrométrico del maíz y comienza a absorber humedad del ambiente, lo que favorece la proliferación de las bacterias que originan su putrefacción”, explica a SINC César Saá, investigador de la Universidad de Vigo y autor principal del estudio.
El investigador destaca “la gran ventaja que supone tener un suelo ‘ranurado’ en los hórreos, ya que presentan claramente mejores resultados en dos parámetros: la eficiencia de ventilación y la eficiencia en la contención interna de las temperaturas superiores”.
Los resultados también apoyan de forma científica la costumbre tradicional de abrir las puertas de acceso al hórreo –habitualmente dos, una frontal y otra costal– para mejorar la ventilación cuando la radiación solar es elevada durante los períodos de almacenamiento, desde septiembre a mayo.
A lo largo de esos nueve meses el equipo ha analizado la respuesta del hórreo al clima, una investigación de la que se ha publicado este primer estudio y que tendrá continuidad con otros posteriores. Como modelo se ha empleado un hórreo “estilo Pontevedra”, de piedra y madera, a diferencia de los “estilo Coruña” que se construyen solo con piedra.
Simulaciones matemáticas y patrones de flujo
Para realizar las operaciones matemáticas se ha utilizado un software de simulación y se ha creado una malla de cálculo de ocho millones de elementos. Así se han obtenido patrones de flujo del aire, fundamentales para comprender el comportamiento de la ventilación del hórreo bajo diferentes situaciones de acción climática.
Los gráficos de las secciones verticales transversal y longitudinal del hórreo, muestran un flujo masivo ascendente hacia el interior del habitáculo a través de las ranuras del suelo. La emanación se evacúa de forma masiva por la hilera superior y, en menor medida, por la primera hilera de ranuras costales.
Todo el estudio se ha realizado en un hórreo sin carga de maíz. “En esta situación, los patrones de flujo pueden diferir de los del hórreo cargado –debido a la interferencia de la masa de las mazorcas–, pero consideramos que las conclusiones respecto a las eficiencias de ventilación y contención de temperatura no varían mucho”, señala Saá.
La conservación de alimentos en estas construcciones se hace solo con la energía que proporciona la atmósfera. “Desde este punto de vista los hórreos también son muy eficientes, pues además su mantenimiento es prácticamente nulo durante años”, concluye el investigador.
FOTO: Patrones de flujo del aire en un hórreo (plano vertical). Imagen: C. Saá, J.C. Morán, J.L. Míguez et al.