“España es un modelo a seguir en políticas de género en investigación”

“España es un modelo a seguir en políticas de género en investigación”

Por Eva Rodríguez.- Durante veinte años, Catherine Thinus-Blanc estudió la capacidad espacial de humanos y otros primates. De ahí pasó a indagar si el cerebro femenino es más ‘torpe’ orientándose e interpretando mapas, como suele creerse. Según ella, ya desde la escuela la ‘amenaza del estereotipo’ cae como una losa sobre la confianza de las mujeres en sus propias destrezas. Hoy Thinus-Blanc, que es directora de investigación emérita del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), se dedica a la difusión de estudios de género y ciencia. La asociación Diálogo de Amistad Hispano-Francesa la ha invitado esta semana a un foro en España y SINC ha hablado con ella.

 

Con la crisis económica las condiciones de la investigación sufren recortes. ¿Cómo ve la situación en Europa?

En Francia es una verdadera catástrofe porque tenemos que acudir a los fondos europeos para sacar adelante proyectos y lleva un tiempo increíble cubrir todos los requisitos administrativos. Ya por sí solo este es un trabajo enorme. Además, no tenemos una política especial, excepto la excelencia, que deja a mucha gente fuera porque hay que hacer una carrera muy rápida, pedir una beca muy joven, ir a los EE UU durante uno o dos años y tener muchas publicaciones.

 

¿Qué consecuencias tiene esta carrera investigadora al sprint?

Por ejemplo, nunca hubo tantos datos falsificados como en la actualidad en las publicaciones científicas, y ahora hay que conservar los datos y sus pruebas durante cinco o seis años. Otra de las consecuencias afecta a las mujeres: si tenemos niños, continuar con la carrera investigadora se convierte en una locura. España, en comparación con Francia, está en este sentido mucho más adelantada. En política de género en investigación, es un modelo a seguir para nosotros.

"Nunca hubo tantos datos falsificados como en la actualidad en las publicaciones científicas"

 

Usted ha desarrollado su carrera investigadora en el CNRS y ha visto pasar por esta institución a varias generaciones de mujeres ¿Cómo ha evolucionado su situación a lo largo de los años?

La situación de las investigadoras en Francia no ha cambiado desde hace años. Al empezar, si se consigue un puesto en el CNRS como encargada de investigación, hay tantos hombres como mujeres, dependiendo de las disciplinas. Sin embargo, cuando se llega a puestos superiores, como directora de investigación, baja el número de mujeres. Por otro lado, dentro del grado de director hay otros subgrados y al último escalafón solo llega el 1% de las mujeres, aunque depende de las disciplinas. En ciencias humanas y sociales hay más mujeres que hombres, pero el techo de cristal sigue existiendo y los hombres consiguen los puestos más altos. En otras disciplinas como matemáticas, física, astrofísica, ingeniería o informática hay pocas mujeres desde la base, y ese escaso número progresa pero presenta un 10% de los efectivos.

 

¿Por qué cree que esto sucede si ya han pasado décadas desde la incorporación de la mujer a la universidad?

En la escuela y en el instituto las mujeres obtienen buenos resultados, pero es la cultura y los estereotipos los que hacen que, por miedo al fracaso, elijan otro tipo de carreras.

 

En este sentido, ¿cuál es el trabajo que desarrollan en la Mission pour la place des femmes (misión por el lugar de las mujeres) del CNRS?

Existen dos misiones en Francia enfocadas al género. Yo estoy en una de ellas, la del CNRS. La otra es la misión por la paridad y la lucha contra las discriminaciones del Ministerio de Educación Superior e Investigación. Intentamos actuar a diferentes niveles, desde el apoyo práctico para el día a día de las mujeres, hasta la elaboración de informes con estadísticas para detectar el techo de cristal. Es entonces cuando intentamos actuar dentro del CNRS, por ejemplo, con los nuevos directores de laboratorio, los jóvenes investigadores o el departamento de recursos humanos. Organizamos formaciones con el apoyo de la dirección general del CNRS y entrevistas con mujeres antes de su maternidad para mantenerlas al día de lo que ocurre en su ausencia.

 

Es investigadora emérita, ¿cómo hace todo este trabajo?

Precisamente aprovechan el hecho que sea jubilada pero emérita, lo que me permite viajar y hacer la difusión del grupo. Poco a poco, el interés por estas áreas se ha desarrollado y ahora voy a hacer formaciones de un modo más sistemático. Muchos centros han oído hablar del tema y han dicho “esto es importante”. Incluso las mujeres me manifiestan muchas veces muestras de agradecimiento y esto no me había pasado en mis 40 años de investigación básica sobre la memoria.

 

¿Qué investigaba cuando hacía ciencia básica?

Trabajé con muchas especies de animales y tuve incluso una colaboración de investigación en Sevilla sobre peces. Luego cambié los animales por los humanos para estudiar la memoria espacial y observé que había diferencias entre mujeres y hombres. Las mujeres tenían resultados peores en este tipo de memoria respecto a los hombres. Busqué en la literatura de neurociencias y solo conseguí información sobre las hormonas que actúan en el cerebro, pero era una visión muy reducida. Finalmente, como tenía otras responsabilidades, dejé la investigación básica. Por casualidad encontré a Pascal Huguet, director del equipo donde trabajo actualmente, y conseguí la explicación que estaba buscando hace años.

 

En un departamento de psicología cognitiva…

Las características sexuales y hormonales nos hacen diferentes, pero además hay interacciones con factores como el entorno, la familia o la educación, y de esta interacción viene la noción de género, que es muy social. Existen estudios que demuestran que las mujeres sufren la denominada ‘amenaza del estereotipo’ que les provoca un estado emocional que disminuye la capacidad de la memoria en tareas difíciles.  

"Hasta hace cinco años, a mí misma no me gustaba poner ‘directora’ de investigación en mi cargo"

 

¿Cómo se manifiesta esta evidencia?

Por ejemplo, hay un experimento consistente en presentar exactamente la misma prueba de matemáticas en dos clases. En una no se dice nada a los alumnos y en el otro grupo se les informa de que es un examen de matemáticas muy difícil. Pues bien, en una situación estándar, las chicas del segundo grupo obtienen resultados mucho peores que sus compañeros, cosa que no sucede en la primera clase.

Otro ejemplo de experimento es presentar una evaluación como examen de geometría en una clase y en la otra como un juego de dibujo. Con la misma prueba, si se dice que es un juego, los resultados femeninos mejoran. Esto implica un factor emocional, es decir, en las mujeres se activa la amenaza del estereotipo.

 

¿Han comprobado estos resultados con algún otro tipo de prueba?

Fue confirmado por estudios de resonancia magnética cerebral. Las estructuras cerebrales que están implicadas en las emociones negativas se activan más en las mujeres que están sometidas a la amenaza del estereotipo. Hay muchos experimentos que obtienen los mismos resultados, se ha replicado, no solo para los estereotipos de género.

 

¿Qué papel tiene en todo esto el sistema educativo?

Es muy difícil hacer pruebas con niños, pero parece que esto se ve desde muy temprano. Se ha comprobado que los maestros pasan más tiempo hablando con los chicos que con las chicas en clases de ciencias. Están más atentos a los varones, que manifiestan menos vergüenza al preguntar sobre estas materias, pero hay que hacer pruebas adaptadas a los más jóvenes. Y lo que sí es cierto es que aún ahora sigue existiendo el estereotipo de mujer poco atractiva que no es una verdadera mujer y que se dedica a la ciencia. Esto es lo que intentamos cambiar con foros, exposiciones y actividades en las escuelas.

 

Por último, ¿qué opina de que en su país quieran quitar el término ‘señorita’?

Creo que hay abusos en palabras como ingeniero o jefe, que en francés, al añadir una ‘e’ para el femenino, hacen sonreír a mucha gente. Hasta hace cinco años, a mí misma no me gustaba poner ‘directora’ (directrice en francés) de investigación en mi cargo, porque me recordaba a directora de escuela o incluso a madame de un prostíbulo. Pero pienso que las palabras vienen después del cambio de mentalidad. Eliminar la denominación ‘señorita’ es bueno. Hay muchas mujeres que no están casadas y por qué no llamarlas señoras.

 

FOTO: Catherine Thinus-Blanc durante su visita a Madrid. Imagen: SINC | O. C.

 

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