Por ESAS.- La familia de satélites ‘Earth Explorer’ de la ESA ha superado una vez más todas las expectativas. El satélite SMOS, diseñado para estudiar la humedad del suelo y la salinidad de los océanos, ha demostrado que también puede ayudar a mejorar los pronósticos de huracanes.
El satélite para el estudio de la Humedad del Suelo y la Salinidad de los Océanos (SMOS, en su acrónimo inglés), lleva a bordo un innovador radiómetro de microondas que registra la ‘temperatura de brillo’ de la Tierra. Esta variable es una medida de la energía radiada por la superficie terrestre, dato que permite calcular la cantidad de agua almacenada como humedad en el suelo y la cantidad de sal disuelta en las aguas superficiales de los océanos.
Esta información ayudará a comprender mejor el ciclo del agua en nuestro planeta y los procesos de intercambio que tienen lugar entre la superficie de la Tierra y la atmósfera.
El sensor de SMOS trabaja en la banda L, entorno a la frecuencia de 1.4 GHz, lo que también le permite calcular la velocidad del viento sobre la superficie del mar, incluso en condiciones de lluvia o alta nubosidad.
La acción de los fuertes vientos sobre la superficie del mar provoca el romper de las olas y la formación de borregos, fenómenos que alteran la cantidad de energía que emite su superficie en la banda de las microondas. Esto significa que, cuando se forma una tormenta, se puede calcular la fuerza del viento midiendo los cambios en la radiación emitida por la superficie del mar.
Por otra parte, SMOS estudia la radiación emitida en el rango de las microondas que resulta menos afectado por la lluvia y otros fenómenos atmosféricos.
Por este motivo, en condiciones meteorológicas adversas, SMOS cuenta con una gran ventaja sobre otros satélites de observación de la Tierra, cuyos datos sufren una pérdida relativa de precisión.
Esto significa que SMOS tiene un gran potencial para ayudar a predecir con mayor precisión la fuerza de los ciclones tropicales.
Esta nueva utilidad de SMOS se pudo comprobar analizando los datos recogidos por el satélite durante el paso del huracán Igor, que alcanzó la categoría 5 sobre el Atlántico Norte en el año 2010.
Gracias a su amplio campo de visión y a su alta frecuencia de revisita, SMOS pudo sobrevolar el huracán Igor un total de nueve veces entre los días 11 y 19 de septiembre de 2010.
La velocidad del viento en superficie se calculó a partir de los datos de la temperatura de brillo recogidos por SMOS, utilizando una técnica desarrollada por los científicos del Instituto de Investigación Francés para la Explotación del Mar, Ifremer, y Collect Localisation Satellites, CLS, dentro del marco de Apoyo al Elemento Científico del programa de Observación de la Tierra de la ESA.
La animación de la parte superior muestra los resultados de este trabajo. Las estimaciones de la velocidad del viento en superficie concuerdan con los modelos de predicción de huracanes y con los datos tomados sobre el terreno por los aviones de la NOAA.
Los datos recogidos por SMOS serán de gran utilidad para estudiar el proceso de formación de los huracanes en la cuenca atlántica tropical, así como de los ciclones en la pacífica. Como estas regiones están muy alejadas de la costa, resulta muy difícil monitorizarlas con aviones.
Los resultados de SMOS también son de gran interés para la predicción operacional de la intensidad de los huracanes.
SMOS también ha realizado otro gran descubrimiento: el satélite europeo ha demostrado que la salinidad de la superficie oceánica se ve afectada por el paso de un huracán. Esta es la primera vez que se detectan estos cambios desde el espacio.
Como muestra la animación de la izquierda, el huracán Igor provocó que la pluma de la desembocadura del Amazonas incrementase su grado de salinidad al mezclarse con aguas más profundas y saladas.
Combinando los datos de la salinidad recogidos por SMOS con información sobre la temperatura y la altura de la superficie del mar, se podrá estudiar la relación entre el proceso de dilución del agua dulce en el océano y la intensidad del huracán.
Aunque la familia de satélites ‘Earth Explorer’ de la ESA fueran diseñados con un objetivo científico muy concreto, están demostrando una vez más su gran versatilidad y complementariedad, que no sólo nos ayuda a comprender mejor cómo funciona el planeta en el que vivimos sino que también encuentra una aplicación directa en nuestra vida cotidiana.