Las peticiones de París y Roma para que se reimplanten temporalmente los controles en las fronteras internas de la UE en respuesta a la llegada masiva de inmigrantes desde el norte de África como consecuencia de los conflictos en varios países de la zona. Este martes 10 de mayo, el Parlamento debatió con la presidencia húngara y la Comisión sobre la conveniencia de adoptar esta medida; muchos oradores resaltaron la necesidad de establecer un mejor control sobre la afluencia de inmigrantes y refugiados a la UE, mientras que otros incluso cuestionaron que realmente se esté produciendo una crisis.
Para la húngara Enik? Gy?ri, representante de la presidencia rotatoria del Consejo, la llegada masiva de refugiados supone "un serio desafío que obliga a replantearse la gestión de las fronteras", por lo que anunció que el Consejo estudiará "cómo garantizar la libertad de movimiento y un alto nivel de seguridad interna" antes de su próxima reunión en junio.
El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durão Barroso, recordó a su vez que "la libertad de circulación es a Europa lo que los cimientos a los edificios: si los eliminas, toda la estructura se resentirá", aunque explicó que "la opción de reintroducir los controles en circunstancias excepcionales existe en el sistema Schengen, pero debe tratarse del último recurso".
En cualquier caso, remarcó que los países afectados "no tienen que hacer frente solos" a la situación, ya que "la inmigración es un reto europeo que requiere una respuesta europea".
En nombre del grupo del Partido Popular Europeo, el eurodiputado alemán Manfred Weber definió Schengen como "un éxito clave del proyecto europeo", como pueden "comprobar cada día los ciudadanos". Recordó que Suecia acoge cada año a 25.000 refugiados "sin que a nadie se le ocurriera cuestionar Schengen", y subrayó que el ingreso de Bulgaria y Rumanía no debe posponerse a la luz del actual clima de debate.
Para el presidente del grupo socialista, el alemán Martin Schulz, el hecho de que 25.000 inmigrantes crucen el Mediterráneo no supone una crisis, sino unas circunstancias que podrían manejarse con facilidad si se reparten cargas entre los distintos Estados. Shulz culpó a Francia y Alemania por "crear el problema" y subrayó que "no se pueden suspender de esta forma los derechos de los ciudadanos europeos". "Estamos perdiendo el espíritu europeo", llegó a afirmar.
Contra la esencia de la UE
En la misma línea, el liberal belga Guy Verhofstadt incluso habló de "una partida de ping-pong entre dos gobiernos a costa de los refugiados", y aseveró que la reintroducción de los controles de fronteras internas "va contra la esencia de la UE".
Timothy Kirkhope, del grupo de los Conservadores y reformistas Europeos, declaró que "ha llegado el momento de centrarse no sólo en proporcionar libertad de movimiento, sino también en proteger mejor las fronteras". A su juicio, "el sistema actual está desfasado, no está preparado para estas circunstancias".
El francés de Los Verdes Daniel Cohn-Bendit recordó a su vez que durante la guerra en Bosnia la Unión Europea acogió a un gran número de refugiados. "Alemania se hizo cago de varios cientos de miles, y el país no se colapsó", resaltó, haciendo un llamamiento a la solidaridad entre los países europeos y alertando ante la posibilidad de que "el control fronterizo acabe siendo un control facial: los que sean distintos o más morenos serán controlados".
El portugués Rui Tavares, del grupo de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica, opinó que "ni podemos ni debemos dejar Schengen de lado", mientras que el británico Nigel Farage, del grupo Europa de la Libertad y la Democracia, aseguró que la situación es "un triunfo de la nación Estado",