Paula Gayo Gayol, ganadora del Concurso de Cuentos sobre los Quesos Asturianos, del IES Carmen y Severo Ochoa, de Luarca, es la ganadora del Concurso de Cuentos sobre los Quesos Asturianos con su composición
“La salvación de Mateo”. Ofrecemos a los lectores el cuento ganador.
"La salvación de Mateo"
Amanecía en el concejo de Morcín. En una aldea cercana al monte Monsacro, había una casa alejada de las demás. La familia que la habitaba era muy pobre, y estaba formada por unos abuelos, unos padres y sus hijos. Estos eran el pequeño Mateo y su hermano mayor, Pelayo. La mujer de la casa era Pepa, una mujer muy trabajadora que siempre había sacrificado su vida para que sus hijos pudieran comer. Toda su fortuna se componía de cuatro vacas, cuatro gallinas, una cabra y una oveja. En el hogar todo era casero: los yogures, el queso… Pero ese día algo preocupaba a Pepa y a su familia: Mateo había pasado toda la noche en vela, tenía mucha fiebre y no sabían lo que le ocurría. Llamaron al doctor, que enseguida se presentó en su casa. Les dijo que el pronóstico del niño era grave, tenía una extraña enfermedad. Les recetó unos medicamentos. Pepa se echó a llorar, su hijo se podía morir si no le traían esas medicinas, pero ellos no las podían comprar, casi no tenían dinero, y lo poco que poseían lo necesitaban para comer.
En la aldea todo el mundo los conocía, pero no les prestaban dinero.
Una tarde de primavera, Pepa se cerró en la cocina para pensar qué hacer para conseguir los medicamentos. Desde su casa se podía divisar el mercado semanal que allí se celebraba, y eso fue lo que la inspiró. Las mujeres iban a vender cosas artesanales, ¿pero qué podría vender ella? ¡Un queso!, eso era. Haría un buen queso asturiano, seguro que nadie se podría resistir. Cuando lo elaboraba en casa, todo el mundo la felicitaba. Le contó la idea a su marido, a éste le pareció bien.
Se puso manos a la obra, añadió todos los ingredientes, entre los cuales estaba la sabrosa leche de sus vacas, lo revolvió todo y le agregó su componente secreto, un trocito de uña de cuélebre. Lo había cogido cuando iba paseando en busca de castañas por aquel sendero que había al lado de su casa. Se decía que por las noches los cuélebres andaban por allí. Casi nunca utilizaba este ingrediente, excepto en ocasiones especiales en las que necesitaba que su plato estuviera muy sabroso. Nadie sabía que la comida de Pepa estaba fantástica gracias a él. Lo dejó enfriar en la nevera y le dio un poco a su marido para que lo probara. Tenía una forma troncocónica y era blanco; se trataba del queso asturiano Afuega´l Pitu. Su marido lo probó. Era la primera vez que su mujer hacía aquel queso, ya que solía elaborar queso Cabrales. Al tragarlo se le atascaba un poco en la garganta, pero le dijo que estaba buenísimo. Pepa hizo otro igualito.
Se dirigió al mercado. Aunque creía que iba a tener muchísimo éxito, no se imaginaba que iba a ganar tanto dinero por vender un queso. Todo el mundo estaba asombrado: aquel alimento estaba buenísimo. Se dirigió al mercado durante una semana, y ganó el dinero suficiente para comprarle los medicamentos a su hijo. Ese queso le había salvado la vida.
Cuando Mateo se mejoró, sus padres le contaron la historia. Ahora está sano y fuerte, y cada mañana le pide a su madre para desayunar un trocito del queso Afuega´l pitu. Pero se han dado cuenta de que, aunque siempre había estado muy rico, ahora tiene un sabor más delicioso que antes.