La figura de Norman Foster, valorada con premios de relevancia internacional, suma un nuevo reconocimiento del mundo académico con la concesión del doctorado Honoris Causa de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). La distinción ha recordado al galardonado su "responsabilidad como arquitecto de contribuir a la docencia y a la prosperidad de las ciudades”.
Foster rememoró su época de estudiante, cuando sus profesores le animaron a ir “más allá de la Arquitectura” y a “ver algo más que los edificios en las ciudades”
La obra de Norman Foster ha de ser estímulo y referente de cómo combinar de manera efectiva y original la expresión artística de los espacios y las formas, la funcionalidad, los nuevos materiales, la sostenibilidad y la integración con el entorno, todo ello desde una perspectiva absolutamente global. “Ingredientes que deben formar parte, especialmente, de las características de nuestros graduados en ingeniería y arquitectura”, destacó el rector de la UPM.
Con este doctorado, el mundo académico reconoce la trayectoria del arquitecto británico. Autor de obras colosales, de intervenciones en arquitecturas históricas y de pequeñas obras de rehabilitación, en su mayoría igualmente admirables por su atención a la sostenibilidad, ha procurado reconciliar los valores democráticos y la innovación tecnológica con el refinamiento visual en toda su obra.
Invertir en educación: invertir en el futuro
En su discurso, Norman Foster agradeció la distinción concedida por la Universidad Politécnica de Madrid, “que me recuerda la responsabilidad que tengo como arquitecto de contribuir a la docencia y a la prosperidad de las ciudades”, y rememoró su época de estudiante, cuando sus profesores le animaron a ir “más allá de la Arquitectura” y a “ver algo más que los edificios en las ciudades”.
Foster señaló la dependencia energética y la contaminación como retos de la sociedad actual, asegurando que “hay que crear nuevas ciudades e invertir en el futuro, cuestionando las inversiones y las modas, y pensando sólo en la sostenibilidad del futuro. Tenemos que conseguir más por menos en cada aspecto de la vida”.
También destacó la importancia de invertir en educación e infraestructuras, “algo que se repite siempre que se habla de las ciudades, pero que no sirve si no se hace un análisis previo de las necesidades”. Precisamente, “una de las ideas que hay que extraer de la Universidad” es que “nada es imposible”, subrayó. Por ello, el nuevo doctor ha insistido en la necesidad de invertir en los “jóvenes y en investigación”, porque en ellos está el futuro.
“Una de las ideas que hay que extraer de la Universidad” es que “nada es imposible”, subrayó el arquitecto.
Perseguir una utopía técnica y social
El doctorado Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Madrid a Norman Foster se concede a propuesta de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, uno de los centros de formación de arquitectos más prestigiosos en nuestro país. El catedrático Luis Fernández-Galiano, padrino del nuevo doctor, destacó en su laudatio la dimensión técnica, social y estética de la obra de Norman Foster.
“Innovación, servicio, continuidad y responsabilidad”, son las claves en las que, en su opinión, se basa el trabajo de Foster. Desde una dimensión técnica, su obra refleja “una reconciliación de la arquitectura con la ingeniería”, en la que destaca su forma de hacer arquitectura en los aeropuertos, que transforma en “espacios más luminosos y ágiles a la mirada”, explicó el catedrático de la UPM.
Foster, continuó Fernández Galiano, además de perseguir una utopía técnica también lo hace de manera social, poniendo el “talento al servicio de las necesidades sociales o individuales”; muestra de ello es “la voluntad de crear un espacio común para todos los trabajadores, evitando segregaciones”. En el ámbito de la estética, su mayor aportación es “la contribución a la historia de las artes y su intervención en los ediciones antiguos” centrada en “el desnudamiento y reducción de la arquitectura a lo esencial”, que expresa una voluntad ética de “hacer más por menos”, concluyó.
FOTO: El arquitecto Norman Foster ha sido reconocido como Doctor Honoris Causa por la UPM. Imagen: UPM.
Sobre Norman Foster
Foster reúne, entre otros, el Pritzker de Arquitectura (1999), el Europeo de Arquitectura Mies van der Rohe (1990) y el Auguste Perret de la Unión Internacional de Arquitectos, premios que le reconocen como uno de los proyectistas más influyentes del mundo.
En 2009, recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, un galardón que valoró el “alcance universal” de la obra de este arquitecto y urbanista británico, en la que se conjuga “la calidad estética, la reflexión intelectual y el diálogo entre territorio y ciudadanía, a través de un original dominio del espacio, la luz y la materia”. Foster “arquitecto de la era global, anticipa con brillantez la única polis posible en el siglo XXI, al servicio del desarrollo sostenible y de la libertad personal y social”, según estimó el jurado.
Así ha sido su trayectoria que desde sus primeros proyectos, como el realizado para la naviera noruega de Fred Olsen en los muelles de Londres, ha tratado de reconciliar la innovación tecnológica, los valores democráticos y el refinamiento visual. Este empeño ha dado obras como las oficinas paisaje de Willis Faber & Dumas, el Centro Sainsbury o el Banco de Honk Kong y Shangai que transformó la forma de construir rascacielos, o el aeropuerto de Stansted que transformó la concepción de las terminales aéreas.
Otros proyectos emblemáticos que han marcado un hito en la construcción contemporánea son el Commerzbbank de Frankfurt o el Swiss Re londinense; la Terminal de Chek Lap Kok, sobre una isla artificial en la bahía de Hong Kong o el nuevo aeropuerto de Pekín para los Juegos Olímpicos, así como sus trabajos de intervención en arquitecturas históricas como en el British Museum o la transformación del Reichstag en Berlín.
En su obra se valora también la atención a la sostenibilidad, como en su proyecto para Masdar, una ciudad sin coches, sin producción de residuos y carbón-neutral en Abu Dhabi. Y junto a estas grandes realizaciones urbanísticas y de infraestructuras, de las que son ejemplo en nuestro país la torre de Collserola en Barcelona o el metro de Bilbao, Foster ha firmado pequeñas pero elegantes obras de rehabilitación como sus tres espacios madrileños: su propia casa, el estudio profesional y la sede de Ivorypress, la galería de arte y librería que dirige su esposa Elena Ochoa.