Por U3CM.-La imaginación moral es una facultad esencial para que un trabajador pueda superar los estigmas asociados a los conflictos éticos y el rechazo social que producen cierto tipo de ocupaciones, según un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
Existen ciertos empleos ("trabajos sucios", según la terminología anglosajona) que por sus características producen cierto rechazo social hacia aquellos que los ejercen, debido a que están sometidos a conflictos y decisiones morales referentes a los medios empleados en su ejercicio. "Paradójicamente, estas ocupaciones son muy necesarias desde el punto de vista social, como puede ocurrir en el caso de un policía que duda si emplear el uso de la fuerza en un momento determinado, o de un asistente de enfermos psiquiátricos que se enfrenta a la disyuntiva de emplear o no algunos fármacos con los pacientes, por ejemplo", comenta la autora del estudio, Esther Roca Batllori, del Departamento de Economía de la Empresa. Ella investiga cómo ayudar a estos "trabajadores sucios" a superar el estigma asociado a su profesión, que provoca que les resulte más difícil ejercer sus tareas, a menudo aquejados de poca motivación, lo que se traduce en altos porcentajes de absentismo y rotación laboral.
El artículo, publicado recientemente en el Journal of Business Ethics, plantea que una de las claves para solventar esta situación radica en la "imaginación moral". En general, se define como una facultad que permite a los individuos tomar mejores decisiones en contextos y situaciones caracterizadas por conflictos de índole moral. "La imaginación moral se revela como una ayuda a la hora de hacer frente a estos procesos de decisión moralmente ambiguos, al proporcionar una mayor clarividencia moral, capacidad crítica y consciencia moral individual", señala la investigadora. "A su vez - continúa - esa mayor consciencia que otorga la imaginación moral hace que la superación del estigma social sea más fácil", concluye.
En última instancia, el estudio analiza cómo las organizaciones con "trabajadores sucios" pueden fomentar y crear las condiciones para que la imaginación moral se desarrolle. En este sentido, las empresas pueden adoptar medidas tales como "el uso de narrativas, que favorecen el contacto entre trabajadores distintos y estimulan la inclusión moral, o formas de diseño de puestos de trabajo que giren alrededor de la autonomía y capacidad crítica del trabajador", revela la profesora Roca. Desde una perspectiva más general, estas medidas estarían integradas dentro de una cultura de empresa que tiene como núcleo el compromiso con los valores individuales y el pensamiento crítico del trabajador, y que prioriza los aspectos de índole ético sobre otros.
El concepto de imaginación moral ha sido ampliamente desarrollado tanto en el campo de la dirección de empresas como en el de la filosofía. "Me pareció interesante pensar cómo este concepto, inicialmente de índole teórica, podía ser aplicado en un ámbito tan práctico como el laboral", comenta Esther Roca, que ha contado en su investigación con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Ramón Areces.