UNIVERSIDAD DE BARCELONA // Rosa Martínez
Los incendios forestales son un fenómeno natural de los ecosistemas mediterráneos. En las últimas décadas, sin embargo, su repetición y extensión se han convertido en un importante problema económico, social y de conservación de la biodiversidad. El abandono de las actividades agrícolas, ganaderas y de explotación tradicional de los bosques ha propiciado la dinámica de los fuegos actuales. Hoy en día, la superficie forestal en Cataluña es de las más extensas que ha habido nunca y la estructura y la carga de las comunidades vegetales es muy propensa a la inflamabilidad.
Para conocer hasta qué punto los incendios y los tratamientos forestales que se aplican actualmente después de un fuego pueden influir en la conservación de la biodiversidad, los investigadores Joan Real y Àlex Rollan, del Equipo de Biología de la Conservación de la UB, han llevado a cabo un proyecto específico sobre la evolución de una especie clave como es el conejo de monte (Oryctolagus cuniculus) en un área incendiada del bosque mediterráneo. El trabajo se ha publicado en la revista European Journal of Wildlife Research.
Actualmente, el valor de la madera de los bosques mediterráneos, propios de Cataluña, es escaso, por lo que la mayoría no se explotan y, por ello, suelen declararse incendios. Sin duda, las fincas forestales necesitan otras fórmulas de valorización económica y social si se quieren conservar. En ese sentido, una opción podría ser la actividad cinegética, si se lleva a cabo de manera sostenible.
La caza del conejo de monte y de la perdiz, por ejemplo, sería una buena alternativa, dado que se trata de especies cada vez más escasas y que son muy codiciadas por los cazadores, que pueden llegar a pagar importantes sumas por ejercer esta actividad. Por tanto, con una gestión adecuada, ésta podría ser una buena alternativa económica para las fincas mediterráneas.
El conejo de monte y la perdiz, además, son elementos básicos para el funcionamiento de los ecosistemas, ya que sirven de sustento a predadores muy amenazados, como el lince ibérico, el águila imperial o el águila perdicera. La mejora y la preservación de estas especies, pues, también es un factor clave para la conservación de la biodiversidad.
El bosque tras un incendio
Tras un incendio, en los bosques afectados se suelen hacer actuaciones para retirar la madera quemada de más puerto (grandes árboles), que tiene un cierto valor comercial. Sin embargo, no se recogen ni el ramaje de los árboles talados ni los árboles sin valor comercial y los arbustos. Normalmente, estas acciones posteriores al incendio reciben subvención de las administraciones.
Se desconoce hasta qué punto esta técnica de dejar el ramaje quemado en el suelo influye en el mantenimiento de la productividad forestal posterior y en la conservación de la biodiversidad. Estas acciones parecen responder más a actuaciones intuitivas que a verdaderos estudios que hayan demostrado los posibles beneficios de esta técnica. Todo apunta a que este protocolo podría comportar más bien un elevado riesgo de incendio en el futuro.
Además, tampoco hay información que indique si esta técnica forestal es adecuada para mejorar el estado de las poblaciones de conejo de monte y de perdiz, unas especies clave en los ecosistemas que, como veíamos, podrían permitir un rendimiento mayor de las fincas mediterráneas a partir de la actividad cinegética.
Incendios, técnicas forestales y biodiversidad
En el trabajo científico publicado en la revista European Journal of Wildlife Research, los expertos de la UB han estudiado las poblaciones de conejo de monte en varias áreas del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt Obac, que en agosto de 2003 se vio afectado por un incendio forestal que quemó cerca de 4.600 hectáreas de bosque. El objetivo básico del estudio era analizar cómo influyen los incendios y la gestión forestal que se hace posteriormente en la abundancia y recuperación de las poblaciones de conejo de monte.
El equipo trabajó en 41 parcelas de diferentes fincas donde se habían aplicado diferentes técnicas de gestión forestal postincendio. En concreto, las parcelas estudiadas respondían a cuatro tipologías diferentes de gestión forestal: áreas naturales no incendiadas, áreas incendiadas donde se había dejado el ramaje quemado en el suelo, áreas donde se había retirado el ramaje quemado y áreas con una baja cobertura vegetal antes del incendio.
Los resultados obtenidos demostraron que en las áreas incendiadas el conejo fue más abundante que en las áreas que no habían sufrido el fuego. Por otra parte, en las parcelas incendiadas donde se había retirado el ramaje quemado, el conejo aumentó más rápidamente y llegó a ser más abundante que en las áreas donde el ramaje se había dejado en el suelo. Por último, se descubrió que, cuanta más cobertura de vegetación y de leña quemada había en el suelo, menos abundancia había de conejos, y viceversa: en suelos más descubiertos y extensiones cubiertas de pastos la población de conejos era más abundante.
Tal como apunta el profesor Joan Real, «las razones de estos resultados radican, en primer lugar, en que los incendios producen una apertura del paisaje y en los primeros estadios tras el incendio se favorece la presencia de hierbas y pastos de alta riqueza alimentaria para el conejo, de modo que esta especie se puede reproducir de forma adecuada. En segundo lugar —continúa el especialista—, el ramaje quemado abandonado en el suelo, además de impedir el movimiento y el tránsito del conejo, dificulta la presencia de plantas de alto valor nutritivo para él. Por lo tanto, este tratamiento postincendio no es nada favorable para el conejo de monte».
En opinión de los autores, retirar la madera quemada de los bosques incendiados es una alternativa que puede ofrecer beneficios al rendimiento de las fincas mediterráneas, donde el valor de la madera es muy bajo y podría ser superado ampliamente por las rentas cinegéticas. Además, esta técnica forestal podría contribuir a la recuperación de poblaciones de conejo de monte, lo cual es esencial para la conservación de especies muy amenazadas y del patrimonio de biodiversidad mediterránea. Asimismo, esta técnica abre la puerta para aplicar incendios y quemas prescritas como una herramienta de mejora y recuperación de las poblaciones de conejo.
La investigación, publicada en European Journal of Wildlife Research, ha tenido el apoyo del Área de Espacios Naturales de la Diputación de Barcelona y del Círculo de Amigos de los Parques Naturales, entre otras entidades. El Equipo de Biología de la Conservación de la UB, dirigido por el profesor Joan Real, del Departamento de Biología Animal, tiene como objetivo la investigación aplicada a la preservación de especies amenazadas para que los gestores y responsables de la conservación puedan aplicar medidas eficientes. Los trabajos de investigación de este equipo en el ámbito de la conservación de aves rapaces en Cataluña también tienen el respaldo de la Fundación Miquel Torres, de Vilafranca del Penedès, de la Diputación de Barcelona y de las compañías FECSA-ENDESA, Estabanell y Pahisa Energía S.A., Electra Caldense S.A. y Red Eléctrica de España S.A.
Foto: Bomberos de Asturias combaten un incendio forestal