Un grupo de expertos ha elaborado una declaración sobre el suplemento de vitamina D para mujeres menopáusicas ante la alarmante reducción de los niveles de esta vitamina en la población europea. Lo idóneo, según ellos, sería mantener unos valores sanguíneos superiores a 30 ng/ml. La vitamina D es fundamental en procesos como la absorción de calcio y la inmunidad.
“Creemos que numerosas enfermedades pueden agravarse en condiciones de déficit crónico de vitamina D”, afirma Faustino R. Pérez-López, investigador de la Universidad de Zaragoza. En particular, durante la menopausia esa situación es más grave, ya que los bajos niveles de esta vitamina en la sangre se asocian con un mayor riesgo de osteoporosis, pérdida de coordinación motora y fracturas óseas.
La deficiencia de vitamina D es una amenaza real en Europa, donde los niveles en sangre están reducidos en el 50%-75% de la población. “Los profesionales de la salud deberían saber que este es un problema común y que afecta a gran parte de la población europea, incluso a aquellos que viven en regiones soleadas”, postula Pérez-López.
Por ello, un grupo de expertos de la Sociedad Europea de Menopausia y Andropausia (EMAS, por sus siglas en inglés), liderado por Pérez-López, ha elaborado una declaración sobre suplemento de vitamina D y salud de la mujer postmenopáusica. El texto lo han firmado 11 expertos de instituciones internacionales como el Hospital John Radcliffe de Oxford (Inglaterra).
“Analizamos las condiciones y enfermedades que se asocian al déficit de vitamina D y recomendamos el uso de suplementos en las mujeres postmenopáusicas”, explica.
Los suplementos de vitamina D, según estos expertos, producen mejoras en la densidad mineral de los huesos y en la función neuromuscular
Mejoras en la salud de los huesos
Los suplementos de vitamina D, según estos expertos, producen mejoras en la densidad mineral de los huesos y en la función neuromuscular y reducen el riesgo de fractura. “Sería deseable que la Organización Mundial de la Salud u organismos competentes de la Unión Europea estableciesen normas mínimas o recomendaciones sobre enriquecimiento de alimentos con vitamina D”, opina Pérez-López.
En algunos países europeos existen recomendaciones en este sentido, pero en otros no existe regulación o no es de estricto cumplimiento. Ni siquiera hay consenso dentro de la propia comunidad médica acerca de las ventajas de los suplementos. Aunque Pérez-López insiste: “está demostrada su eficacia, aunque no está aceptada hasta ahora”.
“No se sabe que pasará en el futuro, pero desde la EMAS hacemos la recomendación. Esta es la primera declaración europea sobre la materia dirigida a mujeres menopáusicas”, subraya Pérez-López.
Además de estimular la absorción de calcio y fosfatos, el sistema de la vitamina D tiene numerosas funciones. Los niveles bajos están relacionados con raquitismo, osteomalacia, osteoporosis y riesgo de fracturas, enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer, infecciones y enfermedades degenerativas.
“Hemos observado que, en mujeres sanas postmenopáusicas, un buen nivel de vitamina D se asocia a la buena forma física, y afecta en la masa de grasa, el equilibrio y la fuerza muscular”, afirman los autores en el artículo publicado en la revista Maturitas.
Un rayo de sol
“Un estilo de vida sano debe considerar la exposición solar durante unos 15 minutos, de tres a cuatro veces por semana, cuando las condiciones climáticas lo permitan, dado que el 90% de la vitamina D se sintetiza a través de la acción del sol sobre la piel”, detallan los investigadores.
La vitamina D se sintetiza mediante la exposición a la luz solar, por lo que el estilo de vida actual que insiste en la baja o nula exposición solar y escasas actividades de ocio al aire libre, provocan esta deficiencia de la vitamina.
Claro que, como en todo, hay que mantener la justa medida. “Exposiciones solares de mayor duración no son recomendables por incrementar el riesgo de diferentes tipos de cáncer y el envejecimiento de la piel”, añade Pérez-López.
Un estilo de vida sano debe considerar la exposición solar durante unos 15 minutos, de tres a cuatro veces por semana, cuando las condiciones climáticas lo permitan
Sustitutivos de la luz solar
Lo idóneo, según estos expertos, sería mantener unos niveles sanguíneos superiores a 30 ng/ml, aunque no hay unanimidad sobre los niveles óptimos.
Pero un gran número de mujeres no pueden obtener las cantidades necesarias de vitamina mediante la exposición solar o la alimentación. Para compensar esta deficiencia, se recomienda el consumo diario de 600 UI (unidades internacionales) de vitamina D hasta los 70 años, y a partir de esa edad 800 UI/día.
“Las pacientes con factores de riesgo asociados para sufrir hipovitaminosis (obesidad, piel pigmentada, regiones cercanas a los polos, síndromes de mala absorción intestinal, etc.) deben recibir cantidades superiores, hasta 4.000 UI diarias”, explica. Existen evidencias científicas que dosis de hasta 4.000 UI/día no producen intoxicación en la personas sanas.
FOTO: Un estilo de vida sano debe considerar la exposición solar durante unos 15 minutos, de tres a cuatro veces por semana, cuando las condiciones climáticas lo permitan. Imagen: SINC
DESPIECE: Vitamina D
La vitamina D incluye una serie de compuestos hormonales lipofílicos que regulan el metabolismo del calcio a través de sus acciones sobre los riñones, trato digestivo, esqueleto y glándulas paratiroides. Los suplementos de vitamina D pueden tomarse en forma de vitamina D2 (ergocalciferol) o D3 (colecalciferol).
Los vertebrados sintetizan vitamina D3 en la piel mediante la exposición a la luz solar, mientras que una pequeña cantidad se obtiene a partir de los alimentos como pescados grasos, huevos y leche. La vitamina D sintetizada en la piel e ingerida sufre dos transformaciones, la primera sucede en el hígado y da lugar a calcidiol. La segunda tiene lugar en los riñones y otros tejidos y forma calcitriol, que es la hormona activa.
Esta hormona estimula la absorción de calcio y fosfatos y regula la transcripción de diferentes genes. También interviene en la síntesis de insulina, la contracción cardíaca, regula la inmunidad, tiene efectos antimicrobianos, y controla la proliferación celular y los mecanismos de apoptosis.