Aunque algunos estudios afirman que cuanta más flexibilidad tiene una empresa para contratar o despedir trabajadores menor capacidad innovadora posee, "lo cierto es que no siempre es así". La fórmula para triunfar en la innovación pasa por encontrar un término medio, según un estudio realizado por investigadores del departamento de Economía Aplicada V de la UPV/EHU, y publicado en el Industrial and Labor Relations Review.
Un estudio llevado a cabo por investigadores de departamento de Economía Aplicada V de la UPV/EHU señala que, en el caso de la manufactura española, la flexibilidad contribuye positivamente a la actividad innovadora, "hasta cierto umbral". Esto es, "la empresa necesita disponer de cierta flexibilidad para hacer frente a los shocks de demanda y al cambio técnico, aunque a partir de dicho umbral, la contribución de la flexibilidad a la innovación es negativa”, explica Amaia Altuzarra, miembro de este equipo que analiza las conexiones entre el mercado laboral, la competitividad y la creación de empleo.
En este trabajo, publicado en la revista Industrial and Labor Relations Review, los investigadores se han centrado en la dimensión microeconómica: “En esta ocasión, tratamos de estudiar cuál es el marco de relaciones laborales más adecuado para generar innovación y empleo”. Dichas relaciones están condicionadas por la flexibilidad funcional, que consiste en la posibilidad de mover a los trabajadores de un puesto de trabajo a otro, y por la flexibilidad numérica, que hace referencia a la capacidad de las empresas para modificar su número de trabajadores o de horas. La flexibilidad numérica es una de las piedras angulares de esta línea de estudio.
Altuzarra y su colega Felipe Serrano ya han establecido que la relación flexibilidad-innovación no es del todo lineal. Ahora, la investigación se centra en ver si dicha relación varía en función del grupo de trabajadores a los que van asociadas las medidas de flexibilidad. Concretamente, estudian a ingenieros/científicos, por un lado, y a técnicos de apoyo, por otro; los dos grupos laborales más relacionados con la actividad innovadora.
Variaciones por categorías profesionales
Para ello, han hecho uso del Censo de Mercado de Trabajo de la CAV y de sus resultados en 2000, 2004 y 2008. “Permite estudiar las diferentes ocupaciones, lo que nos facilita abrir esta vía poco habitual en la literatura”, dice Altuzarra, y especifica que, por razones prácticas, el estudio se limita al sector de la manufactura. Concretamente, se han fijado en la relación entre dos aspectos: las modalidades de contratación que utilizan las empresas para los distintos tipos de trabajadores, y los outputs (salidas) que obtienen en forma de innovaciones (tanto en producto como en proceso).
Los resultados hasta la fecha muestran que, efectivamente, la conexión entre la innovación y la flexibilidad numérica varía según la categoría profesional, siendo los técnicos los más fieles a ella. “Por ejemplo, los ingenieros y los científicos con contratos estables contribuyen positivamente a la obtención de innovaciones en la empresa. Los técnicos, sin embargo, contribuyen más a la innovación cuando están vinculados a la empresa con contratos temporales. Es posible que la empresa utilice a estos trabajadores para captar el conocimiento externo que necesita para resolver problemas específicos y puntuales, mientras que la acumulación de conocimiento interno más genérico se realice a través de los ingenieros y científicos”, dice Altuzarra.
La innovación es diversa
Cuando se habla de innovación en la empresa, hay muchas características a considerar: el tipo de contrato, la formación, sus elementos estructurales (tamaño), la estructura sectorial y de mercados (si se vende al ámbito local, nacional o internacional)... Por ejemplo, “las empresas que destinan sus productos al ámbito internacional son más innovadoras, porque los mercados internacionales son mucho más exigentes”.
Sin embargo, Altuzarra recalca que la innovación puede adoptar distintas formas y que no existe una empresa tipo ni un único modelo a seguir: “Queremos transmitir que la innovación es muy diversa y que en un mismo tejido industrial conviven distintos tipos de empresa. Lo que prospera en los mercados es la empresa innovadora, con independencia de su tamaño y del sector en el que esté ubicada, y una empresa en un sector tradicional puede ser muy innovadora”. Admite que las empresas grandes suelen tener una mayor capacidad de innovación, por el mero hecho de disponer de más recursos para invertir, por ejemplo, en I+D. Sin embargo, los datos de la CAV muestran que no son las únicas: “Hay empresas pequeñas que tienen un gran dinamismo y capacidad de adaptación a los mercados. Encontramos un grupo de empresas (de entre 50 y 100 trabajadores) que es muy dinámico, innovador y exportador”.
Con las investigaciones de la CAV bien avanzadas, el reto de estos economistas de la UPV/EHU ahora es testar las mismas hipótesis en España, mediante la Encuesta sobre Estrategias Empresariales. Se trata de una base de datos que recoge muestras anuales (la de la CAV, en cambio, se actualiza solo cada cuatro años), y abarca desde los años 90 a la actualidad. “Tenemos un gran rango de años para poder hacer análisis econométricos que sean más robustos”, concluye Altuzarra.
Imagen: Shane Global