Tras casi dos meses de lucha, TEPCO aún no ha conseguido estabilizar los reactores accidentados de Fukushima. La radiactividad de la central ha contaminado casi 3.000 km2 de tierra y una zona desconocida pero amplia del mar. Ecologistas en Acción y otras organizaciones convocan una manifestación antinuclear en Madrid para el domingo 8 de mayo.
En contra de lo que muchos expertos declararon, el control de los reactores accidentados de Fukushima-Daiichi no es cosa de días ni siquiera de semanas, sino de casi un año. A dos meses del accidente todavía se sigue luchando por enfriar los reactores en unos de los países del mundo más avanzados tecnológicamente. En el momento actual los trabajadores han conseguido entrar por fin en los reactores e instalar un sistema de extracción de aire que filtre las partículas radiactivas. Las dosis son altísimas y el trabajo es muy comprometido. La situación de estos es, según TEPCO, muy mala. El número 1 tiene nada menos que el 70 % del núcleo fundido, el número 2 el 30 % y el número 3 presenta fundido el 25 %. En estas condiciones es prioritario proceder al enfriamiento ya que los posibles nuevos terremotos u otros incidentes podrían dar lugar a que se reiniciara la reacción nuclear, lo que resultaría catastrófico.
La radiactividad escapada de la central es muy alta (llega a unos 40 Terabequerelios, es decir 40 billones de desintegraciones por segundo, aproximadamente la quinta parte de la que se escapó en Chernóbil). Esto ha hecho que la evacuación previa de miles de personas no haya sido suficiente y haya obligado a las autoridades japonesas a subir las dosis permitidas. En estos momentos, una persona del público, incluidos los niños, pueden recibir legalmente dosis de 20 mSv al año, un factor veinte veces por encima de la legislación europea para el público en general y la misma que los trabajadores de la industria nuclear europea. Aún así ha sido necesario remover grandes cantidades de tierra en espacios abiertos para disminuir el nivel de radiactividad y en algunos parques infantiles se ha levantado 1 m de tierra. La realización de los trabajos necesarios para controlar el reactor también ha obligado a subir las dosis permitidas para los trabajadores a nada menos que 250 mSv al año, muy por encima del límite europeo. Los efectos de estas altas dosis sobre las personas se dejarán notar durante una o dos décadas.
Todos estos sucesos han hecho que la población japonesa esté decididamente en contra de la energía nuclear, como revelan las encuestas que muestran que sólo el 39 % está a favor de esta fuente de energía. Este porcentaje ha caído 20 puntos desde el accidente de Fukushima. La cortesía japonesa y la paciencia con sus autoridades parece también haber llegado a su fin, como muestran las protestas que han tenido lugar en Tokio a lo largo de estos días.
Ante todo ello, Ecologistas en Acción y otras organizaciones han convocado una manifestación el domingo día 8 en Madrid para pedir a nuestras autoridades que tomen nota de lo ocurrido en Fukushima y procedan a establecer un calendario de cierre escalonado de las nucleares españolas. Estas son perfectamente prescindibles puesto que en la actualidad hay exceso de potencia instalada y en el futuro se habrán podido impulsar las renovables y tomar medidas para aumentar el ahorro y la eficiencia.